
"Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre", afirmó León XIV durante la Audiencia General del 8 de octubre de 2025. Ante decenas de miles de personas que llenaban la Plaza de San Pedro, el Papa ofreció una catequesis sobre la presencia de Dios en la vida cotidiana y las fragilidades humanas.
En su meditación, el Papa nos invitó a reflexionar sobre un aspecto sorprendente de la resurrección de Cristo: su humildad. Señaló que Jesús no hace nada espectacular: ni "efectos especiales" ni "discursos solemnes para revelar los secretos del universo". En esta actitud de "discreción", León XIV vio el estilo de Dios, que prefiere "el lenguaje de la cercanía, de la normalidad".

"La Resurrección no es un giro dramático, es una transformación silenciosa que llena de significado cada gesto humano", dijo.
Aseguró que con Dios, todo puede convertirse en una ocasión de gracia, incluso las cosas más cotidianas como "comer, trabajar, esperar, cuidar la casa, apoyar a un amigo".
Reconocer la presencia de Dios
León XIV advirtió a los fieles contra un obstáculo para reconocer la presencia de Dios en la vida cotidiana: la idea de que la alegría debe ser sin heridas. Invitó a los católicos a no aspirar a una vida sin pruebas, sino a descubrir que "todo dolor, si está habitado por el amor, puede convertirse en un lugar de comunión".
Para el 267º Papa, es precisamente "en los lugares más oscuros", como los pecados, las dudas, las "relaciones deterioradas", que Jesús se acerca, y no tanto "cuando nos sentimos con fuerzas, cuando nuestra vida parece ordenada y luminosa".
Subrayando la dulzura “infinita” de Dios, aseguró a los creyentes que su presencia era capaz de “transformar la desilusión en espera confiada, la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza”.
Recordando también que en el Evangelio Jesús come pescado después de su Resurrección, el Pontífice vio en ello un signo de que "nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son envases para tirar", sino que están destinados "a la plenitud de la vida".
I.Media, Aleteia
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