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sábado, 4 de octubre de 2025

Evangelio del día - Memoria de San Francisco de Asís

Libro de Baruc 4,5-12.27-29.

¡Animo, pueblo mío, memorial viviente de Israel!
Ustedes fueron vendidos a las naciones, pero no para ser aniquilados; es por haber excitado la ira de Dios, que fueron entregados a sus enemigos.
Ustedes irritaron a su Creador, ofreciendo sacrificios a los demonios y no a Dios;
olvidaron al Dios, eterno, el que los sustenta, y entristecieron a Jerusalén, la que los crió.
Porque ella, al ver que la ira del Señor se desencadenaba contra ustedes, exclamó: "Escuchen, ciudades vecinas de Sión: Dios me ha enviado un gran dolor.
Yo he visto el cautiverio que el Eterno infligió a mis hijos y a mis hijas.
Yo los había criado gozosamente y los dejé partir con lágrimas y dolor.
Que nadie se alegre al verme viuda y abandonada por muchos. Estoy desolada por los pecados de mis hijos, porque se desviaron de la Ley de Dios:
¡Animo, hijos, clamen a Dios, porque aquel que los castigó se acordará de ustedes!
Ya que el único pensamiento de ustedes ha sido apartarse de Dios, una vez convertidos, búsquenlo con un empeño diez veces mayor.
Porque el que atrajo sobre ustedes estos males les traerá, junto con su salvación, la eterna alegría".


Salmo 69(68),33-35.36-37.

El Señor escucha a los pobres.

Que lo vean los humildes y se alegren,
que vivan los que buscan al Señor:
porque el Señor escucha a los pobres
y no desprecia a sus cautivos.

Que lo alaben el cielo, la tierra y el mar,
y todos los seres que se mueven en ellos;
porque el Señor salvará a Sión
y volverá a edificar las ciudades de Judá:

el linaje de sus servidores la tendrá como herencia,
y los que aman su nombre morarán en ella.


Evangelio según San Lucas 10,17-24.

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron llenos de gozo y dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre".
El les dijo: "Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.
Les he dado poder para caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos.
No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo".
En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido.
Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar".
Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: "¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven!
¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

Santa Hildegarda de Bingen (1098-1179)
abadesa benedictina y doctora de la Iglesia
El Libro de las Obras Divinas (“Hildegarde de Bingen, Prophète et docteur pour le troisième millénaire”, Béatitudes, 2012), trad. sc©evangelizo.org


“Alégrense de que sus nombres estén escritos en el cielo” (Lc 10,20)

“Que el Señor sea tu único deleite, y él colmará los deseos de tu corazón” (Sal 36,4).
El Espíritu Santo es un fuego inextinguible que da todos los bienes, abraza todos los bienes, enseña todos los bienes y, con su llama, al hombre acorda el lenguaje. Con la fuerza de su fuego, enseña la humildad, que se ubica por debajo de todos y se estima la última de todos. El ardor espiritual tiene la frescura de la paciencia y, obra de la humildad, una dignidad bondadosa que llena todo. La humildad es el fundamento de todo lo que la santidad construye en las alturas superiores.
La fe es el estandarte de la victoria: como una llama luminosa muestra el camino justo y su rocío de esperanza irriga el espíritu de los fieles, que suspiran por el cielo. Teniendo en ellos el verdor de la perfecta caridad, tratan de ser serviciales con todos. Se afligen durante la oración, bajo un suave soplo de arrepentimiento. Así como la brisa hace abrir las flores, la calidez del deseo del cielo engendra un delicioso fruto… (…)
La gloria del paraíso está rodeada de tal luminosidad que sólo en un espejo puedes mirarla con lo que contiene. Ahí se regocijan las almas purificadas de sus pecados, revestidas de la vestimenta de la inmortalidad y el honor… Toda criatura ha nacido por voluntad de Dios y la vida eterna de él ha surgido y de él viene. Las bellezas, alegrías y todas las voces plenas de júbilo de la vida eterna, de Dios vienen. Las obras de los elegidos que florecieron gracias al Espíritu Santo, estallan luminosas en el paraíso… (EDD)

Reflexión sobre el cuadro

Hoy celebramos la memoria de San Francisco de Asís (1182-1226), fallecido en la tarde del 3 de octubre de 1226. Los miembros de la Orden Franciscana siguen conmemorando sus últimas horas mediante un servicio conocido como el "Transitus de San Francisco", que se prolongó hasta el 4 de octubre, de ahí que celebremos la fiesta de San Francisco en este día. La palabra transitus significa "paso" en latín, y marca el momento de la transición de San Francisco de esta vida terrenal a la vida eterna en el cielo.

A diferencia de muchos santos medievales, Francisco no fue especialmente estudioso ni piadoso en su juventud. Nacido en la riqueza, disfrutó de una vida social animada y privilegiada entre las clases altas, ganándose la reputación de ser el alma de la fiesta. Sin embargo, su despreocupada existencia se vio interrumpida durante una guerra con una ciudad-estado italiana rival, cuando Francisco fue capturado y encarcelado. Esta experiencia le obligó a enfrentarse a pensamientos más serios y espirituales, intensificados por un sueño recurrente que le sugería que su verdadero "ejército" no era de este mundo. A su regreso a Asís en 1205, debido a una enfermedad, Francisco comenzó a abrazar una vida de pobreza y sencillez voluntarias.

Tres momentos cruciales confirmaron profundamente a Francisco que seguía la voluntad de Dios. En Asís, superó su repugnancia a la enfermedad besando la mano de un leproso, un acto de profunda humildad y compasión. Poco después, durante una peregrinación a Roma, regaló su dinero junto a la tumba de San Pedro e intercambió ropas con un mendigo, abrazando plenamente la pobreza. Al volver a casa, Francisco tuvo una visión en la que Cristo le ordenaba: "Ve, Francisco, y repara mi casa, que como ves está cayendo en ruinas". Su estrecha imitación de Cristo culminó en el milagroso acontecimiento de recibir los estigmas, las llagas de Cristo, en su propio cuerpo en septiembre de 1224, una marca de su profunda unión con los sufrimientos del Señor.

Este profundo momento queda plasmado en la representación de Jan van Eyck de Francisco recibiendo los estigmas durante un ayuno de cuarenta días en el desierto. El cuadro representa las heridas de las manos y los pies de Francisco con un realismo sorprendente; los profundos cortes contrastan con su expresión serena y pacífica. Sobre él, un serafín sostiene una cruz flotante, símbolo de la naturaleza divina del acontecimiento. El paisaje rocoso incluye una ciudad flamenca (posiblemente Brujas) a lo lejos. El cuadro es diminuto, sólo 12 x 15 cm. (5 × 5 3/4 pulgadas), lo que sugiere que estaba destinado a ser un objeto de devoción portátil y privado.

by Padre Patrick van der Vorst

Oración de San Francisco

Oh, Señor, hazme un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.

Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
ser comprendido, sino comprender;
ser amado, como amar.

Porque es:
Dando , que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la
Vida Eterna.

(ewtn.com)

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