Sabe de qué habla: ha hecho el camino inverso
El autor de estas recomendaciones es un bloguero. No hay mucho más
que decir, la red tiene estas cosas. Se llama o hace llamar
Jason L., alias El Haragán, tiene 28 años, estudia Teología, ama la cerveza Guinness (el esbozo de imagen le muestra con una buena pinta en las manos) y es periodista free-lance. Y, lo más importante: está "orgulloso" de haberse convertido a la fe católica. |
Veámoslas pues, siguiendo el consejo de Tomás de Kempis en la Imitación de Cristo (I, 5, 1): "No mires quién lo dice, sino atiende a lo que dice".
1. Admite que la Iglesia está acabada: escucha a quienes atacan a la fe sin estar seguro de que tu fe es lo bastante sólida para sostenerla. Así podrás empezar a sentirte aislado, a enfadarte y sentirte lejos de una fe que un día te pareció hermosa, y a asumir que la mayoría de los católicos de hoy están completamente fuera de juego.
2. Sé lo más escrupuloso posible: ante la imponente realidad de la Presencia Real y de la Santa Comunión, en vez de hacer un buen examen de conciencia y confesarte, si quieres llegar a un estado de locura como el de Nietzsche mira con lupa cada una de tus acciones y considera que todos los pecados son mortales. Vive atemorizado. Te garantizo que tu fe arderá en esas llamas.
3. Olvídate de la Misericordia, céntrate en la Justicia: tienes que llegar a la conclusión de que Dios no es misericordioso, de que se le hace la boca agua ante la idea de verte gritar en el infierno. Con ello, no solamente matarás tu fe y tu amor a Dios, sino que llegarás fácilmente al mundo opuesto de los anticristianos.
4. Céntrate en la vida espiritual de todo el mundo, salvo en la tuya: disecciona la de los demás, pero tú no trabajes en tu propia salvación con temor y temblor.
5. No mantengas conversaciones inteligentes sobre religión: sobre todo, discute mucho. Cada vez que alguien desafíe tu fe de alguna manera, comienza a echar humo por las orejas, ignora lo que está diciendo tu adversario y frústrate todo lo posible.
6. Haz el mínimo de los mínimos que se te exija, conviértete en un católico vago. Empieza por ir a misa sólo los domingos, luego procurar saltarte alguna, y antes de que te des cuenta estarás yendo solamente en Navidad y Pascua.
7. Ignora tu fe: lo mejor para abandonarla es no haberla conocido nunca. No leas las Escrituras, ni a los Santos Padres, no leas libros de teología ni estudies historia. Así, cuando alguien te plantee dudas o ataque la fe, cederás inmediatamente.
8. Procura no comulgar con frecuencia, porque eso sería lo que más podría ayudar a tu vida cristiana. Si realmente quieres crecer débil, procura no comulgar, porque si no, cada vez que lo hagas te sentirás limpio y rejuvenecido.
9. Asústate cada vez que veas un desafío contra la fe: miente, escóndete, huye. Esto es fundamental: cada vez que alguien objete tu fe, da media vuelta y corre. O aún mejor, discúlpate y avergüénzate. Esto te hará sentirte falso en tu fe, desleal, indigno de comulgar, cobarde. Si realmente quieres perder la fe, te aconsejo vivamente que te acobardes ante ella.
10. Por encima de todo: ¡no reces nunca! No rezar te aleja de la conversación con Dios. Si en verdad deseas matar tu fe, ésta es la vía. La oración es el agua que mantiene vivo el árbol: rechaza el agua, y verás cómo se seca.
Véase el artículo completo en inglés.
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