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domingo, 17 de abril de 2016

¡Descubre TU vocación!

Jornada mundial de oración por las vocaciones


¿Debe haber una experiencia extraordinaria para saber si tienes vocación al sacerdocio?

"La vocación se revela más que en un sentimiento del corazón o en un sensible atractivo que a veces puede faltar, en la recta intención de quien aspira al sacerdocio unido a aquel conjunto de dotes físicas, intelectuales y morales que lo hacen idóneo para tal estado. Quien se dirige al sacerdocio únicamente por el noble motivo de consagrarse al servicio de Dios y a la salvación de las almas, y juntamente, a lo menos con el fin de alcanzar seriamente una sólida piedad, una pureza de vida a toda prueba, una ciencia suficiente, éste muestra que ha sido llamado por Dios al estado sacerdotal" (Pío XI).

 "Es necesario no olvidar las diligencias humanas, y por consiguiente cultivar la preciosa semilla de la vocación que Dios deposita largamente en los corazones generosos de tantos jóvenes; y por consiguiente, alabamos y recomendamos con toda nuestra alma aquellas obras saludables que en mil formas y con mil santas industrias surgidas por "el Espíritu Santo, miran a custodiar y promover y a ayudar las vocaciones sacerdotales" (Pío XI).

 "La elección divina de un joven para el sacerdocio o para la vida religiosa se manifiesta, pues, primero dotándolo de las cualidades que lo hacen idóneo para el estado sacerdotal, luego poniéndolo en tales circunstancias que se le presente el sacerdocio como posible para él; y luego ayudándolo a formar una voluntad sobrenatural actual de abrazar ese estado por un fin recto: la mayor gloria de Dios, la salvación de su alma, el apostolado entre los demás. Esto y no más es la salvación divina al sacerdocio o a la vida religiosa" (San Alberto Hurtado).



¿Cómo puede ser un ejemplo que inspira?


Tomen ejemplo de sabios y diligentes pastores, como hizo san Gregorio Nacianceno, quien escribió a su amigo fraterno y obispo san Basilio: «Enséñanos tu amor a las ovejas, tu solicitud y tu capacidad de comprensión, tu vigilancia..., la severidad en la dulzura, la serenidad y la mansedumbre en la actividad..., las luchas en defensa de la grey, las victorias... conseguidas en Cristo» (Oratio IX, 5: PG 35, 825ab).



Falta de vocaciones
 No es la gracia la que falta: es la colaboración humana. Pues, como muy bien dice el P. Doncoeur: "No hemos comprendido aún bastante que Dios pide la colaboración humana para el llamamiento y para la respuesta".

Esperamos confiados, sin embargo, en que las vocaciones han de aumentar, ya que como dice Santo Tomás "Dios nunca abandona su Iglesia hasta el punto que carezca de ministros idóneos...".  Una vocación florece de ordinario en un hogar cristiano: el primer seminario es el regazo de una madre piadosa que sabe orar, y descubre el silencioso trabajo de la gracia en el alma de su hijo y colabora con ella y la protege hasta llevarla a feliz término (San Alberto Hurtado).



Oremos para que el Señor de la mies envíe muchos operarios a su mies.

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VOCACIÓN SACERDOTAL: ¡NO TENGAS MIEDO! SI ESCUCHAS EL LLAMADO DE DIOS





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