Sebastián Campos, catholic-link
Una porción no menor de mi tiempo lo dedico a visitar comunidades, agrupaciones, movimientos y parroquias. Esas visitas son generalmente para hacer una charla sobre algún tema relacionado a la vida juvenil y la experiencia cristiana. Pero no siempre juego de local.
Un número no menor de mis experiencias consiste en dar conferencias en colegios, universidades, institutos y otras organizaciones con jóvenes y adultos no católicos, a veces incluso ni siquiera son cristianos. Solo están sentados ahí porque los obligaron a ir y porque el organizador de la actividad tiene la esperanza de que esa charla les toque el corazón. Casi nunca es fácil y casi nunca es cómodo, pero siempre pasan cosas y siempre Dios está en medio de todo haciendo algo.
Sobre eso quiero compartirte. Seguramente tu tienes que verte varias veces en el año con audiencias que no les interesa el tema «Dios», «fe», «religión», «catequesis, «valores» o cualquiera de las cosas que a ti sí te interesan y que son la razón por la que estás ahí parado con todo listo para entusiasmar y motivar a una experiencia de fe o para profundizar en alguna experiencia cristiana.
Quiero ofrecerte algunas ideas (no solo para salir sin tomates ni huevos sobre la cabeza), sino para que lo que quieres transmitir sea acogido por tu audiencia y sea Dios quien llegue a los corazones, más que tu mensaje. Estas ideas no son leyes, tampoco son métodos infalibles; son solo algunas estrategias y principios que he ido descubriendo en la medida que me ha ido mal y he tenido que replantearme, no para comunicar bien, sino para que Dios no se quede a medio camino y sea Él quien hable a través mio. No solo se aplican cuando te veas enfrentado a dar charlas, sino cuando tengas que argumentar algo tema cercano a tu fe, en tu clase de la universidad, en tu trabajo, con un grupo de amigos, en tu familia, etc.
«La pastoral juvenil, tal como estábamos acostumbrados a desarrollarla, ha sufrido el embate de los cambios sociales. Los jóvenes, en las estructuras habituales, no suelen encontrar respuestas a sus inquietudes, necesidades, problemáticas y heridas». (Evangelii Gaudium 105).
1. No te desesperes
Es una reacción natural comenzar a sudar, hablar más rápido y más fuerte, e incluso exasperarte. No te desesperes ni entres en pánico. No hagas sentir a nadie que estás sufriendo intentando hacer algo que no debería ser incómodo (aunque lo sea). Recuerda quien te puso ahí, recuerda cuál es tu motivación. No se trata de decir todo y salir corriendo, se trata de transmitir un mensaje que vives. Significa comunicar algo realmente importante que puede cambiar la vida de las personas.
2. Con audiencias grandes: sé cercano
Es difícil mantener a un gran número de personas completamente atentas a lo que estás intentando compartir y comunicar. Evita comenzar por la información dura: cosas como fechas, datos estadísticos, citas textuales y grandes cantidades de texto; todo eso que hace que la gente se disperse y se distraiga. Cuando la audiencia es grande es más fácil llegar al corazón que a la cabeza. Comienza por ahí. En Chile decimos «tocar la fibra», que se refiere a interpelarlos más que con contenidos concretos, con experiencias y con ideas que les hagan sentido. Hazlos emocionarse como tu estás emocionado.
3. Con audiencias pequeñas: dirígite a ellos como te dirigirías un amigo
No esperes que se conmuevan hasta las lágrimas cuando les cuentes una historia, tampoco que rían al punto de rompen en aplausos y carcajadas. Las audiencias pequeñas son un buen lugar para ser concreto, pues es más fácil mantenerlos atentos, mirarlos a los ojos y hablarles por su nombre, como con los amigos. Las audiencias pequeñas son un buen escenario para dar números, fechas, listas de cosas, datos históricos y cualquier tipo de contenido teórico que sea más cercano al mensaje, todo esto acompañado de tuexperiencia personal.
4. Transmite una experiencia, no entregues una información
«El hombre contemporáneo escucha más a gusto a los que dan testimonio que a los que enseñan, o si escuchan a los que enseñan, es porque dan testimonio» ( Evangelii nuntiandi, n. 41).
Por lo tanto, tomando las palabras del Papa Pablo VI, aunque el mensaje que compartas contenga contenidos y doctrina, el gancho que mantendrá a tu audiencia atenta es tu testimonio de vida y tu «ser cristiano en la vida real» más que en los libros. Pero no olvides que es fundamental el contenido. No te quedes pegado en la anécdota, también necesitamos estructura y una base sólida, sino no sabemos dónde iremos a parar.
5. ¡Ve al punto!
«Lo que pasa es que lo que quiero decirte te lo quería decir pero no estoy seguro de poder decírtelo porque al decirlo la verdad es que no te lo estoy diciendo…». No des vueltas o los vas a marear. Si lo que tienes para compartir es breve, pues sé breve. No es necesario que te extiendas más allá de lo necesario y que el querer complementar una idea te haga zarandearte de un lado para el otro sin ser concreto y puntual. Nada más revisa de vez en cuando el twitter del Papa Francisco, que en menos de 140 caracteres nos da tremendos mensajes y no necesita de toda una hora.
6. El humor es un buen ingrediente
No tienes que preparar una rutina de «stand up comedy», tampoco tener una lista de chistes escritos para salir del paso cuando todos se distraigan (aunque a veces sirve tener alguno bajo la manga por si las moscas).
Es un dato, que algunos santos tenían una notable vena humorística, incluso supieron utilizarlo para transmitir el propio carisma. Tal es el caso —entre muchos— de San Juan Bosco que hasta tenía que hacer de mago y equilibrista Santa Teresa de Ávila, con un gran sentido del humor pero pasando por momentos difíciles y muchas pruebas, dijo a Dios en oración: «Si esta es la forma en que tratas a tus amigos, ¡No es de extrañar que tengas tan pocos!». Se trata de que seas tú, espontáneo, alegre y natural –obviamente guardando los cuidados de solemnidad si la ocasión lo requiere–. Usa el humor a tu favor, hazlos reír, ríete con ellos, pero nunca te rías de ellos.
7. Los Santos son un excelente ejemplo. Conoce sus historias y dalas a conocer
Conocer las historias de los santos es importante, no sólo porque inspiran nuestras vidas y son un modelo en cuanto al seguimiento de Cristo, sino porque además son una fuente inagotable de anécdotas, historias entretenidas y testimonios de fragilidad humana pero lucha y santidad, que de seguro te ayudarán a ejemplificar lo que sea que quieres comunicar.
Cada vez que puedas, estudia la vida de algún santo, tener ese conocimiento fresco en tu memoria no solo te ayudará a salir del paso con una buena historia, sino que es la Iglesia misma la que se pone contigo adelante para hablar de Dios.
8. Prepárate no solo teóricamente
Esta muy bien que estudies y te prepares, de hecho sería una irresponsabilidad si no lo hicieras. Dominar lo que estás compartiendo es crucial cuando la audiencia se pone cuesta arriba. También es importante que prepares un buen material, ya sean diapositivas o un texto que desees entregar a todos los asistentes. Tener un buen soporte que compartir siempre facilita las cosas. Pero lo más importante es que inviertas tiempo de oración por esas personas, por ti, por tu conversión, para que seas un mejor apóstol. No significa que si las cosas no salen como esperabas es porque rezaste mal o poco. Dios no toma venganza, la oración parte de nuestros apostolado, a través de la oración es que nos encontramos con Dios para poder transmitirlo.
9. No te quedes con los estereotipos, conoce a tu audiencia
No juzgues a quien tienes al frente y no te quedes con su apariencia. Muchas veces nos hacemos de estereotipos, sobre todo con los jóvenes y con la gente mayor. No caigas en generalizaciones, cada uno es un ser único, por lo tanto dale la oportunidad de sorprenderte. El desafío es mantenerte constantemente actualizado para saber qué cosas están haciendo en su tiempo libre, que ven en televisión e Internet, como gastan su dinero y sus energías. Al mismo tiempo piensa en cómo eres tú cuando formas parte de una audiencia. Yo me he descubierto sentado viendo las mejores charlas de mi vida pero echado atrás sobre la silla, de brazos cruzados, mirando el techo, muy serio y aparentemente distraído, pero mi corazón estaba completamente ahí. Considera la posibilidad de que, quienes se ven tan apáticos frente a ti, están siendo tocados no solo por tu mensaje, sino por Dios, aunque no le hayan avisado a su cara.
10. Recuerda que no es una disertación, ¡es tu vida!
Aunque estés en una clase en el colegio o en una reunión de catequesis donde si o si debes abordar algunos contenidos, el fondo de todo es que estás hablando de algo que te mueve las entrañas. Que eso nunca deje de ocurrirte. Tener la oportunidad de poder enseñar, formar y acompañar a otros en la fe es un regalo y como apóstol que eres, deberías vibrar de pasión por estar ahí. Por lo tanto, como estás compartiendo algo que le da sentido a tu vida, considera hacerlo con pasión, dejar en corazón en la cancha, darlo todo, aunque sea una reunión para tres o cuatro personas.
«Esta pasión suscitará en la Iglesia una nueva acción misionera, que no podrá ser delegada a unos pocos ‘especialistas’, sino que acabará por implicar la responsabilidad de todos los miembros del Pueblo de Dios. Quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo. Es necesario un nuevo impulso apostólico que sea vivido, como compromiso cotidiano de las comunidades y de los grupos cristianos» (Carta Novo millennio ineunte, n. 40).
11. Evita el lenguaje complicado
Hay ocasiones en que el lenguaje puede crear barreras de comunicación, prestándose para burlas, malas interpretaciones o definitivamente para que no entiendan nada de lo que quieres decir. Imagina que estás en una actividad de evangelización y una de tus diapositivas los invitas a ser apóstoles y titulas: «Sean pescadores de hombres». Nosotros aquí dentro de la barca te entendemos, pero seguro más de alguien lo va a mal interpretar. La lista de cosas que solo nosotros entendemos es inmensa, cuida esas expresiones para comunicarte mejor con quien no está familiarizado. Hay conceptos teológicos y filosóficos que para la mayoría de la gente no son familiares. Un evangelizador es un traductor que explica las enseñanzas de la Iglesia al lenguaje accesible a todos.
12. A veces simplemente hay que callar
Aunque han sido pocas veces, me ha pasado que quienes están frente a mi, no sólo son apáticos o están distraídos, sino que son agresivos, cuestionadores e incluso violentos en su lenguaje. Ciertamente no le deseo a nadie estar en una situación así, pues es muy incómoda. Debemos aprender que hay ocasiones en que debemos aprender a hacer silencio. No es dar la pelea por perdida, se trata de discernir que hay ocasiones en que no vale la pena dar ninguna pelea pues carece de sentido. En mi experiencia, cuando alguien desea atacar a la fe, a la Iglesia y a Dios, eso es lo que quiere: atacar, y digamos lo que digamos, no le haremos cambiar de opinión. Lo único que lograremos es que se radicalice más su postura y nosotros en la nuestra quedando cada vez más lejos el uno del otro. ¿Sirve de algo esa discusión?
13. Escribe tu consejo aquí…
La idea es dejar este espacio vacío para que tú añadas otro punto que creas nos esta faltando en esta galería y puedas así ayudar a otros desde tu experiencia
¡Ánimo!, sigue perseverando, busca nuevas estrategias y ¡no te rindas!, aunque quienes estén frente a ti tengan cara de que no les interesa lo que estás compartiendo.
Fotos tomadas de Pixabay y ecatholic stock photos.
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