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domingo, 15 de enero de 2017

La Santa Misa contada en Historietas 36





36. La Ventana del Espíritu Santo 

(La palabra más importante en el Canon)



En el año 1633 el joven y famoso arquitecto Juan Lorenzo Bernini estaba parado en la catedral de San Pedro aún no terminada de construir. No miraba a las personas que venían e iban. No escuchaba las conversaciones y las oraciones de los peregrinos. Miraba y reflexionaba.

Una tarea le estaba atormentando. Había reconstruido el altar mayor encima del sepulcro de San Pedro. Ahora le tocaba rehacer las ventanas de la catedral pero con mayor hermosura y brillo. Muchas ideas cruzaban su cabeza: ¿Una imagen de Cristo? ¿San Pedro? ¿Escenas bíblicas? Nada le parecía suficientemente hermoso para el templo más importante de la cristiandad, el templo que se yergue encima del sepulcro de San Pedro a quien Cristo dijo una vez:"A ti te daré las llaves del reino de los cielos."

Nervioso Bernini comenzó a pasear por el templo imponente. Ahora estaba en el centro de la catedral. A través de las columnas del altar mayor miraba la ventana central. Caía la tarde. Fuera el clima era cambiante. De repente los rayos luminosos del sol atravesaban con fuerza la ventana. Eran como olas y torrentes de luz que cubrían todo el altar de la basílica. Despertó en Bernini una visión de Pentecostés. Entonces le vino la mejor idea que había buscado. La ventana debería concretizar y confirmar lo que se puede ver ahora. No debería tener imágenes, ni adorno, ni aditamentos, sino solo la luz, sólo los rayos. Su ojo de artista veía en la corona brillante del sol sólo a la paloma del Espíritu Santo aleteando sobre el altar. A todos los que saben pensar un poco les diría: En el altar actúa y viene el Espíritu Santo. Él transforma el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. A Él recibimos también en la comunión con Cristo. - El signo de Pentecostés diría: El Espíritu Santo es el alma de la Iglesia.

Espíritu Santo en San Pedro de Roma

Con entusiasmo febril se fabricó y se colocó en San Pedro la ventana del Espíritu Santo. También hoy en día hace que muchos peregrinos sientan alegría y comiencen a pensar. Todavía hoy ofrece una prédica de Pentecostés en la cual brilla la gloria de Cristo y de su Iglesia. Todo esplendor de las imágenes de los santos es superado por la luz del Espíritu Santo.

En la Santa Misa el canon, luego del tres veces santo, brilla como una ventana del Espíritu Santo. Se pronuncian muchas palabras importantes. La palabra más importante es: "Envía tu Espíritu Santo!" Se repite en todos los tipos de canon. Las liturgias del occidente y oriente andan concordes: "¡Ven, Espíritu Santo!". Cuando el sacerdote extiende las manos sobre cáliz y patena no quiere decir otra cosa que: "¡Ven, Espíritu Santo!" Esta es, después de "Acción de Gracias" la palabra más importante.

Entonces es como en San Pedro en Roma. El Espíritu Santo viene sobre el altar. Viene para realizar la consagración. Entonces es como en la mañana de Pentecostés en el cenáculo de Jerusalén. Nueve días oraban los apóstoles con María, la Madre de Jesús. Entonces viene algo como un viento fuerte. Encima de cada uno hay una lengua de fuego como signo del Espíritu Santo. Entonces es como lo relata el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles: Los Apóstoles oran después de haber sido liberados de la cárcel del Sanedrín. Y mientras oran baja sobre ellos el Espíritu Santo. Cuando nosotros celebramos la eucaristía sucede algo similar. Aunque hubiéramos estado presos durante toda la semana en la cárcel del espíritu maligno - el domingo oramos con el canon: "¡Ven, Espíritu Santo!" y el Espíritu Santo viene con la Eucaristía.

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