36. La
Ventana del Espíritu Santo
(La palabra más importante en el Canon)
En el año 1633 el joven y famoso arquitecto Juan Lorenzo Bernini estaba parado
en la catedral de San Pedro aún no terminada de construir. No miraba a las
personas que venían e iban. No escuchaba las conversaciones y las oraciones de
los peregrinos. Miraba y reflexionaba.
Una tarea le estaba atormentando. Había reconstruido el altar mayor encima del
sepulcro de San Pedro. Ahora le tocaba rehacer las ventanas de la catedral pero
con mayor hermosura y brillo. Muchas ideas cruzaban su cabeza: ¿Una imagen de
Cristo? ¿San Pedro? ¿Escenas bíblicas? Nada le parecía suficientemente hermoso
para el templo más importante de la cristiandad, el templo que se yergue encima
del sepulcro de San Pedro a quien Cristo dijo una vez:"A ti te daré las
llaves del reino de los cielos."
Nervioso Bernini comenzó a pasear por el templo imponente. Ahora estaba en el
centro de la catedral. A través de las columnas del altar mayor miraba la
ventana central. Caía la tarde. Fuera el clima era cambiante. De repente los
rayos luminosos del sol atravesaban con fuerza la ventana. Eran como olas y
torrentes de luz que cubrían todo el altar de la basílica. Despertó en Bernini
una visión de Pentecostés. Entonces le vino la mejor idea que había buscado. La
ventana debería concretizar y confirmar lo que se puede ver ahora. No debería
tener imágenes, ni adorno, ni aditamentos, sino solo la luz, sólo los rayos. Su
ojo de artista veía en la corona brillante del sol sólo a la paloma del
Espíritu Santo aleteando sobre el altar. A todos los que saben pensar un poco
les diría: En el altar actúa y viene el Espíritu Santo. Él transforma el pan y
el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. A Él recibimos también en la
comunión con Cristo. - El signo de Pentecostés diría: El Espíritu Santo es el
alma de la Iglesia.
En la Santa Misa el canon, luego del tres veces santo, brilla como una ventana
del Espíritu Santo. Se pronuncian muchas palabras importantes. La palabra más
importante es: "Envía tu Espíritu Santo!" Se repite en todos los
tipos de canon. Las liturgias del occidente y oriente andan concordes:
"¡Ven, Espíritu Santo!". Cuando el sacerdote extiende las manos sobre
cáliz y patena no quiere decir otra cosa que: "¡Ven, Espíritu Santo!"
Esta es, después de "Acción de Gracias" la palabra más importante.
Entonces es como en San Pedro en Roma. El Espíritu Santo viene sobre el altar.
Viene para realizar la consagración. Entonces es como en la mañana de Pentecostés
en el cenáculo de Jerusalén. Nueve días oraban los apóstoles con María, la
Madre de Jesús. Entonces viene algo como un viento fuerte. Encima de cada uno
hay una lengua de fuego como signo del Espíritu Santo. Entonces es como lo
relata el cuarto capítulo de los Hechos de los Apóstoles: Los Apóstoles oran
después de haber sido liberados de la cárcel del Sanedrín. Y mientras oran baja
sobre ellos el Espíritu Santo. Cuando nosotros celebramos la eucaristía sucede
algo similar. Aunque hubiéramos estado presos durante toda la semana en la
cárcel del espíritu maligno - el domingo oramos con el canon: "¡Ven,
Espíritu Santo!" y el Espíritu Santo viene con la Eucaristía.
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