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lunes, 23 de enero de 2017

¿Por qué en Fátima la Virgen le mostró el infierno a los niños?



Satan as depicted in the Ninth Circle of Hell in Dante Alighieri's Inferno, illustrated by Gustave Doré.

Es una pregunta de mucho valor.

Imagina la edad de esos pequeños videntes en Fátima. De pronto en una de sus apariciones la Virgen les muestra el Infierno. ¿Por qué?

Tuve la alegría de participar hace poco de un retiro del Padre Teófilo Rodríguez, un gran defensor de la Inmaculada que viaja por muchos países predicando las verdades de nuestra fe, haciendo un llamado urgente a la santidad y la reconciliación,  promoviendo la devoción a los Corazones de Jesús y María.

Nos habló del infierno. Y respondió esa inquietante pregunta.

¿Por qué le mostró la Virgen el infierno a esos niños?

“Ella abrió sus manos una vez más, como lo había hecho los dos meses anteriores. Los rayos de luz parecían penetrar la tierra y vimos, por decirlo así, un vasto mar de fuego. 

Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana. Llevados por las llamas que de ellos mismos salían, juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y caían para todos los lados igual que las pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de espanto. 

Debía haber sido este espectáculo lo que me hizo gritar, como dice la gente que así me escuchó. Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales espantosos y desconocidos pero transparentes igual que carbones encendidos. Esa visión duró sólo un momento, gracias a nuestra bondadosa Madre Celestial, Quien en la primera aparición había prometido llevarnos al Cielo. Sin esto, creo que hubiéramos muerto de terror y miedo.”

La  respuesta es más sencilla aún pero estremece. ¿Por qué?

“Para recordarnos que el infierno existe. Que es eterno. La condenación es  real.”

Mientras nos hablaba de estas verdades que están en el Catecismo de la Iglesia Católica,  y de lo que poco se habla me di cuenta de nuestra fragilidad:

“…Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de auto-exclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno”. 
Catecismo 1033


[...]

Me estremecen estas palabras de la Virgen:

“Dejen de ofender a Dios Nuestro Señor, que ya está muy ofendido”.

Por eso al rezar el santo Rosario digo con gran fervor al final de cada misterio esta oración que le enseñó la Virgen a los niños en su tercera aparición:

“Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.

Claudio de Castro, aleteia

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