35. El profeta y los Niños (Santo)
Entre los grandes mensajeros del Antiguo Testamento debe considerarse como el mayor a Isaías, el hijo de Amos. Durante los últimos años del reino de Judá antes de la conquista por Babilonia, Dios le permitió echar un vistazo en el cielo. El mismo cuenta: "He visto al Señor en un trono alto y excelso. Su manto llenaba todo el santuario. Los ángeles estaban alrededor de Él. Cada uno tenía seis alas. Uno gritaba al otro y hablaba: ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo! El Señor de los ejércitos. De su gloria está llena la tierra. - En ese momento temblaban los umbrales a causa del este gran clamor. La casa se llenó de incienso".
Este cántico del cielo lo cantamos cuando se ha iniciado el canon. El prefacio ha dicho: Queremos dar gracias a Dios, nuestro Señor. Queremos alabarlo, porque ha hecho grandes cosas por nosotros. Queremos bendecirlo porque es glorioso en medio de los ángeles. Entonces viene el profeta Isaías y nos susurra al oído: "Santo, santo, santo....!" Nos dice: "Abrid los ojos de vuestra alma. Mirad como Dios está sentado en su trono excelso, cómo su manto real traspasa todo el cielo. Escuchad como los ángeles cantan y cantan". Entonces también nosotros nos unimos a ellos, primero un poco tímidamente, luego cada vez con mayor entusiasmo: "¡Santo, santo, santo...!"
Con el profeta Isaías vienen también otros - no son los santos, ángeles o coros celestiales. Son niños - los niños de Jerusalén de la calle, con manos sucias y ropa de andrajosos. Nos dicen suavemente: "¡Ayudadnos! Quisiéramos competir con el gran profeta. Podemos continuar su canto." Luego cantan: "Hosanna el que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas". Es el canto del Domingo de Ramos. Lo cantaban los niños cuando Jesús entró solemnemente a Jerusalén para celebrar el sacrificio de la cruz por la salvación de los hombres.
Quisiéramos ver junto a los niños del Domingo de Ramos a los niños que Jesús ha bendecido cuando lo pedían sus madres. Quisiéramos ver al joven que ha resucitado de entre los muertos, el joven de Naím, también a la hija de Jaíro. Cantan junto con los demás: "Bendito el que viene en nombre del señor, Hosanna".
Lo que sucedió entre los apóstoles se repite. Jesús coloca a estos niños en medio de nosotros y nos dice: "Sed como ellos. Aprended de ellos. Cantad con ellos: ¡Bendito! Hosanna en las alturas"
El canto del santo es un canto de la Sagrada Escritura. Más aún: relata lo que sucede en la Santa Misa. Cristo viene entre nosotros y nosotros vamos a su encuentro tan interior e intensamente como el profeta, tan alegremente como los niños.
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