Catequesis de Juan Pablo II
El descanso significa dejar las ocupaciones cotidianas, despegarse de las normales fatigas del día, de la semana y del año. Dejar y despegarse de todo cuanto podría expresarse con el símbolo “Marta”. Es importante que el descanso no sea andar en el vacío, que no sea solamente un vacío (en tal caso, no sería un descanso verdadero).
Es importante que el descanso se llene con el encuentro. Pienso -sí, ciertamente- en el encuentro con la naturaleza, con las montañas, con el mar y con el arbolado. El hombre, en sabio contacto con la naturaleza, recobra la quietud y se calma interiormente. Por eso no es aún todo lo que puede decirse del descanso.
Hace falta que el descanso se llene de un contenido nuevo, con ese contenido que se expresa en el símbolo “María”. “María” significa el encuentro con Cristo, el encuentro con Dios. Significa abrir la vista interior del alma a su presencia en el mundo, abrir el oído interior a la Palabra de su verdad.
A todos les deseo un descanso semejante.
De modo especial, deseo un descanso así a los jóvenes, chicos y chicas, que, libres de las obligaciones escolares o universitarias, … viven, de manera especialmente intensa, la belleza del mundo y su propia juventud.
Sé que, entre ellos, no faltan algunos para los cuales el tiempo de descanso es, a la vez, el tiempo de un particular encuentro con el Señor, en la comunidad fraternal de los coetáneos. ¡Hermosas, muy hermosas son realmente esas vacaciones! Las conozco por mi personal experiencia, porque en mi vida he transcurrido, como Pastor, muchas vacaciones con los jóvenes.
A todos los jóvenes, por tanto, les deseo, con todo el corazón, que este tiempo de descanso sea para ellos el tiempo del encuentro, de un encuentro, en el cual se halle “la parte mejor”, la parte que ya ninguno podrá quitarnos…
Juan Pablo II
Catequesis de Juan Pablo II en el Ángelus del Domingo 20 de Julio de 1980 Festividad Marta y María
El Papa está haciendo alusión al siguiente evangelio:
Marta y María.
Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa.
Luc 10:39 Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra,
Luc 10:40 mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Al fin, se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.»
Luc 10:41 Le respondió el Señor: «Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas;
Luc 10:42 y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola*. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»
Artículo originalmente publicado por Radio María
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