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miércoles, 24 de mayo de 2017

3 cosas que nos enseñan los ángeles y una oración de invocación

"Gracias te doy, mi amigo celestial, por tu cuidado vigilante perenne. En el momento de mi muerte, llévame al cielo..."

ángel de la guarda

Un ángel de la guarda es un ángel que está asignado para proteger y guiar a una persona en particular, grupo, reino o país.
La creencia en los ángeles de la guarda se puede rastrear a través de toda la antigüedad. El concepto de los ángeles y su jerarquía se desarrolló extensamente en el cristianismo en el siglo V por san Dionisio el Areopagita.
Dios quiere la salvación de todos los hombres. Y todos los hombres necesitan y reciben la gracia suficiente para salvarse y además pueden contar con la asistencia divina de estos seres en todo momento.
Los ángeles de la guarda tienen el poder de ayudarnos a hacer una buena meditación. Dada que nuestra imaginación es, en nuestros sentidos, un poco limitada y muy inferior a la de los ángeles, ellos pueden colocar imágenes sagradas en nuestra mente, sobre todo si les pedimos su ayuda.
Si los demonios pueden colocar imágenes impuras en la imaginación de alguien, en sus intentos de atraernos a la inmundicia del pecado consentido, entonces los ángeles buenos pueden colocar imágenes sagradas en la mente para movernos a los actos de amor.
Del mismo modo, los ángeles buenos pueden evitar que los demonios asalten a nuestra imaginación protegiendo nuestras mentes si con fe se lo pedimos.

Enseñanzas que nos dejan los ángeles custodios:

Los ángeles nos enseñan 3 grandes cosas:
  1. A glorificar al Señor, proclamar su santidad y rendirle sus homenajes de adoración, de amor y de ininterrumpida alabanza.
  2. A cumplir a fidelidad y con prontitud todas las órdenes que reciben del Señor. A cumplir con la voluntad de Dios sin discutir sus órdenes ni aplazando el cumplimiento de éstas
  3. A servir al prójimo. Están preocupados por nosotros y quieren ayudarnos en las diversas circunstancias que se nos presentan a lo largo de la vida. Esto nos debe animar a servir generosamente a nuestros hermanos y a compartir con ellos penas y alegrías y los dones que nos ha dado Dios.

San Bernardo y el ángel de la Guarda

En el año 1010, San Bernardo hizo un sermón muy célebre acerca del ángel de la Guarda, comentando estas tres frases:
“Respetemos su presencia (portándonos como es debido).
Agradezcámosle sus favores (que son muchos más de los que nos podemos imaginar).
Y confiemos en su ayuda (que es muy poderosa porque es superior en poder a los demonios que nos atacan y a nuestras pasiones que nos traicionan)”

San Juan Bosco y los Ángeles

San Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda, un 2 de octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de peligro invocaran a su ángel de la Guarda
Don Bosco contó la historia de dos jóvenes obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla y se vinieron abajo. Uno de ellos recordó el consejo oído y exclamó: “¡Ángel de mi guarda!”. Cayeron sin sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron muerto, y cuando levantaron al segundo, al que había invocado al ángel custodio, este recobró el sentido y subió corriendo la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado.
Ese obrero exclamó:
Cuando vi que me venía abajo invoqué a mi ángel de la guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más”.

Oración al Ángel de la guarda

Ángel de la guarda de mi alma, a quien Dios me envió como compañero en la tierra, protégeme de las trampas del maligno, y ayúdame a caminar siempre como hijo de Dios, mi Creador.
Ángel custodio de mi alma, cuyo conocimiento perfecto sirve lo que es verdadero, líbrame de engaños y tentaciones. Ayúdame a conocer la verdad, y siempre a vivir en ella.
Ángel custodio de mi alma, que alabas a Jesucristo, el único Hijo de Dios, que sacrificó su vida por amor a nosotros, ven y sé mi sostén a medida que aprendo los caminos del amor divino, de la generosidad del sacrificio, de la mansedumbre y la humildad de corazón.
Gracias te doy, mi amigo celestial, por tu cuidado vigilante perenne. En el momento de mi muerte, llévame al cielo, donde el único y verdadero Dios, que es la luz, la verdad y el amor, vive y reina por los siglos de los siglos.
Amen

Por Qriswell Quero con aportes de Mercaba.orgArtículo publicado por pildorasdefe.net

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