La psicología de los convertidos atestigua que el más grande descubrimiento de la persona que se convierte y vive el Catolicismo de veras es la paz, es el gozo, es la alegría, es el contento interior.
Pascal exclamó en la noche de su entrega total a Dios:
— «Alegría, alegría, alegría, lágrimas de alegría.»
Chesterton, la víspera de su conversión, cuando escribe Ortodoxia, redacta aquellas palabras:
— «No hay nada tan peligroso ni tan excitante como la ortodoxia: la ortodoxia es la sabiduría y el poseer la sabiduría es mucho más dramático que ser locos... El gozo, la alegría, el contento interior es el gigantesco secreto del cristiano.»
Luigi Santucci dijo la expresión que brilla como estrella en el firmamento gris de nuestros días:
— «El Cristianismo es un inmenso emporio de gozo... el más poderoso arsenal de alegría que jamás pudo existir bajo el sol.»
Soloviev, tras su conversión solía decir después de comulgar:
— «¡Qué feliz me siento!»
— «¡Las puertas están abiertas... ahora veo la luz...! ¡Dios mío, te doy gracias por tanta alegría!», era la exclamación de Jacques Rivière que no resume solamente el estado de ánimo de un convertido a punto de morir, sino —como se ha dicho— el estado de ánimo de la mayoría de los convertidos.
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