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lunes, 15 de mayo de 2017

“¿Vendrás a verme?” Te pregunta Jesús desde el sagrario (Un bello testimonio)


“¿Vendrás a verme?” Te pregunta Jesús desde el sagrario (Un bello testimonio)


Claudio de Castro, aleteia
Debo confesarlo, iba apurado, tenía tantas cosas que hacer
. En mi mente repasaba los lugares donde debía ir mientras conducía el auto. Era un día diferente y tenía muchas cosas “importantes” pendientes. Inesperadamente surgió algo… ¿Te ha pasado?
De pronto sentí la imperiosa necesidad de pasar a ver a Jesús en aquél sagrario. Era como si Él me llamara:
 “¿Vendrás a verme Claudio?”
Sabía que había una iglesia cercana con un bellísimo oratorio al que me gustaba ir. Me inquieté.  Sentía que no era un buen momento. Detenerme sería perder un tiempo valioso que estaba necesitando.
“Qué egoísta eres”, me dije.
Iba a pasar frente a la iglesia y me sentí extraño. Por un lado quería detener el auto, bajarme y pasar un rato acompañando a Jesús y por el otro, el sentido común me advertía que continuara. No podía llegar tarde donde iba.
Creo que mi auto estaba en piloto automático. No me hizo caso, o yo decidí que no dejaría a mi buen Jesús sin un saludo. Giró enfrente de la iglesia y me estacioné. No me quedó más remedio que bajarme. Me sonrío porque siempre es igual. Ante una invitación de Jesús, lo dejo todo para estar con Él.
Qué puedo decirte…. Es mi mejor amigo. Y merece todo lo que podamos hacer para tenerlo contento. Que sepa que lo amamos. Que disfrutamos estos momentos de Paz en Su presencia amorosa.
Al entrar al oratorio comprendí el motivo de este llamado. Jesús se encontraba solo.
Es curioso. Éste es un oratorio pequeño y acogedor. Suelen haber muchas personas que entran y salen constantemente. Y por lo general Jesús está acompañado. Pero hoy, en este momento que te escribo, se encontraba solo.
Recordé las palabras de la dulce ancianita que me pidió que escribiera el libro “El Sagrario”:
 “Jesús pasa solo mucho tiempo. Escriba ese libro para que las personas sepan que Él está allí. Y se animen a visitarlo y pasar ratos en oración ante su presencia y Majestad”.
Me di cuenta que ella tenía razón. No imaginas lo feliz que me siento. Estamos Jesús y yo.  ¡Es genial!
No quiero dejarlo solo.
Han empezado a llegar otras personas. Cuando lo vea acompañado me iré. Y seguiré trabajando,  llevando conmigo su Amor.
Gracias Jesús por amarnos tanto y darnos a tu Madre, por madre nuestra y de la humanidad.

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