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miércoles, 10 de mayo de 2017

60 La Santa Misa contada en Historietas




60. Como Jesús en la Cruz
(Manos extendidas y manos juntas)

A Jesús lo han clavado en la cruz. La cruz se yergue. Las manos de Jesús están extendidas. Así puede cumplir su palabra: "Elevado en la cruz atraeré a todos hacia mí". Las manos de Jesús están extendidas hacia el Padre. Comienza a orar por sus perseguidores: "Padre, ¡perdónales!" Dice la gran lamentación: "¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?" Dice la oración sacrificial: "¡Todo está cumplido! Padre, en tus manos entrego mi espíritu". Porque Jesús ha extendido las manos en la cruz por eso la hace el presbítero en la Santa Misa cuando pronuncia las oraciones importantes. Manos extendidas - recuerdo del Señor crucificado.

Los fieles asumen otra postura de las manos junto con el presbítero y los acólitos. Las manos juntas. - Uno recuerda cómo tomaron prisionero a Jesús. Extendió sus manos juntas, palma contra palma y dejó que lo sujetaran y maniataran. Uno recuerda el juramento de los caballeros ante su rey. Extendieron sus manos juntas y las pusieron en las manos abiertas del rey. Este acogió las manos del joven caballero y las encerró en las suyas. De manera muy similar el joven sacerdote al ser ordenado promete fidelidad a su obispo.

Manos juntas - una promesa de fidelidad a Cristo ¡que ha sido fiel hasta en las cadenas!

Cuando uno piensa en todo esto, el juntar las manos no es tan antiguado como se piensa a veces.

El sacerdote tiene además otra manera de utilizar sus manos. Las extiende con las palmas hacia abajo, los dedos índices paralelos. Así extiende sus manos sobre los dones de pan y vino para suplicar que baje el Espíritu Santo. Así extiende la mano derecha en el momento de la consagración cuando celebra junto con otros para que el poder de Dios baje sobre el pan y el vino. Así extiende las manos sobre la comunidad reunida para bendecirla en los días solemnes. Así sucede cuando se administran los sacramentos de la confirmación y del orden sagrado.

Se dice: Al hombre uno lo conoce por su cara. Los ojos reflejan los pensamientos. En la celebración se puede decir: en las manos uno reconoce lo que sucede y lo que significa.



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