En casa y en la escuela los pequeños aprenden a valorar un "equipo de virtudes"
en torno a la laboriosidad
Las pantallas consumen gran parte de la vida de los hijos. A poco que uno se dé cuenta, el pequeño anda sobre la cama o el sofá moviendo únicamente los dedos para jugar a la play o mandar whatsapps. Y no hablamos de minutos sino de horas.
Cuando el ocio se come una parte importante de la jornada de los hijos, resulta todo un reto conseguir que se animen a hacer los deberes o en general a trabajar ayudando en casa o prestando atención a los hermanos y a los papás.
¿Te gustaría que tus hijos fueran personas trabajadoras?, ¿que tuvieran el ánimo despierto para ofrecerse cuando en casa (y fuera de casa) es necesario que alguien eche una mano?
El amor al trabajo hace que en los niños pueda crecer un montón de valores que van unidos entre sí: la laboriosidad, la responsabilidad, el orden, la puntualidad, el esmero, la determinación, la constancia, la fortaleza, la alegría, el espíritu de servicio…
¿Cómo hacer para que tus niños amen el trabajo y superen la pereza, la desgana o el capricho? Te proponemos algunas ideas:
En primer lugar, tú eres su modelo
El papá y la mamá son los primeros focos de luz para orientar al niño sobre cómo debe comportarse. Si ve que su papá es trabajador y puntual, hará como él. Los niños observan y toman nota mentalmente de todo lo que ven. Saben decirte muy bien si has estado tumbado en el sofá o arreglando un grifo. Para ellos eres el referente. Valoran si te has quedado hasta altas horas de la madrugada para acabar una entrega o si pasas mucho tiempo estudiando porque tienes un examen de oposiciones, por ejemplo.
Además de ver cómo trabajas, verbaliza tu forma de entender el trabajo y el sentido que le das.
Así los pequeños sabrán por qué trabajas tanto (quizás es para sacar adelante la familia, para pagar sus estudios, etc.) y tendrán un “argumentario” para saber por qué haces las cosas de este modo. No se trata de un concurso o competición con los amigos para saber quién pasa más horas fuera de casa, sino de quién ve que su padre y su madre son muy trabajadores.
Es importante unir la palabra “trabajo” con la idea de “amor”
No solo es cuestión de trabajar mucho. Podría ser porque a ti te absorbe el trabajo o porque te apetece o porque prefieres estar fuera de casa y no responsabilizarte de la familia. En esos casos, trabajar no sería beneficioso pedagógicamente. Lo que importa es que el papá y la mamá sepan transmitir que su trabajo es una manera de demostrar el amor por toda la familia. Son capaces de hacer horas extras, de cancelar una cita o de cambiar incluso de empleo si los suyos les necesitan.
Enseña a tus hijos a cuidar pequeñas cosas relacionadas con el trabajo
Que no estropeen los libros que usan. Que faciliten el trabajo del hogar: cada uno a su nivel puede hacer tareas como barrer, poner el lavavajillas o poner la mesa. A los niños también les gusta ir con los mayores a comprar con la lista o hacer de asistente en tareas caseras de bricolaje.
Muestra que tu trabajo es algo esencial en la vida, y que es positivo
El trabajo no es un castigo divino, porque Dios nos creó para trabajar. El cansancio sí es consecuencia del pecado original. Luego no tendría sentido escuchar quejas continuas sobre el deber de trabajar. En cambio, lo lógico es mostrar alegría por tener un trabajo y por todo lo que uno puede desplegar en él en cuanto a valores y experiencias.
Que tus hijos conozcan tu lugar de trabajo
Así verán cómo es el lugar donde pasas tantas horas y comprenderán mejor en qué consiste. Esto hace despertar muchas vocaciones profesionales entre miembros de una misma familia. Por ejemplo, Nicola Marino, propietario de 4 restaurantes italianos en España, recuerda que se crió en la panadería de sus padres. Y cuántos médicos, agricultores, comerciantes o artesanos han aprendido el oficio viendo trabajar a su familia.
Dolors Massot, Aleteia
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