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miércoles, 8 de mayo de 2019

Para los que NO han ido a Misa el Domingo: Vea lo que perdió


Aquí verá sólo algunas de las maravillas de la Santa Misa


Lo que la fe nos debe hacer confesar.
San Agustín dice que Jesucristo se llevaba en sus propias manos, porque llevaba su mismo cuerpo, cuando al dárselo a sus apóstoles les dijo: Éste es mi cuerpo. También el mismo San Agustín nos enseña muy bien esta verdad, cuando dice que la fe nos debe hacer confesar que antes de la consagración el pan y el vino son tal como la naturaleza los ha formado, pero que después de la consagración se han convertido en el cuerpo y en la sangre de Jesucristo, consagrados por la bendición, es decir, por las palabras de la consagración.
San Juan Bautista de la Salle

Lo que testifican los santos Padres desde los primeros siglos.
Tal ha sido siempre la creencia de la Iglesia, y es lo que testifican los santos Padres desde los primeros siglos. San Gregorio de Nisa dice que es justo que creamos que el pan se ha cambiado en el cuerpo del Verbo de Dios, cuando fue el mismo Verbo quien dijo: Éste es mi cuerpo. San Cirilo dice que si Jesucristo ha dicho de lo que hay en el cáliz Ésta es mi sangre, ¿quién se atreverá a dudarlo y decir que no es su sangre? En otra ocasión, en las bodas de Caná, cambió el agua en vino, ¿y no es digno de ser creído cuando dice que ha cambiado el vino en su sangre?
San Juan Bautista de la Salle


El pan de los hijos de Dios.
Así como hemos llegado a ser hijos de Dios por el bautismo y en la confirmación hemos recibido la fuerza que necesitamos, también hemos de contar con un alimento que sea capaz de conservarnos esa fuerza: el pan de los hijos de Dios, que se llama Eucaristía; este sacramento, que instituyó Jesucristo para que sirva de alimento a nuestra alma, contiene el verdadero cuerpo y la verdadera sangre del mismo Jesucristo, bajo los accidentes o apariencias de pan y de vino.
San Juan Bautista de la Salle

La transustanciación.
En la Eucaristía el pan y el vino son considerados como la materia del sacramento, aunque ni uno ni otro subsisten una vez que la forma, que no es otra que las palabras Éste es mi cuerpo, pronunciadas sobre el pan, y Ésta es mi sangre, pronunciadas sobre el vino, se han aplicado a una y otra de estas materias. Pues, entonces, la sustancia de pan es totalmente cambiada en la sustancia del cuerpo de Jesucristo, por las palabras de la consagración del pan; y la sustancia del vino, también se cambia en la de la sangre de Jesucristo, por las palabras de la consagración del vino.
San Juan Bautista de la Salle


El efecto de este sacramento es la unidad del cuerpo místico .
Santo Tomás de Aquino hace notar que "el efecto de este sacramento es la unidad del cuerpo místico (la Iglesia), sin la cual no puede existir la salvación. Por ello, es necesario recibir la Eucaristía, al menos con el deseo, para salvarse". En estas palabras se percibe el eco de lo que dijo Jesús mismo acerca de la necesidad de la Eucaristía para la vida cristiana: En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el último día Jn 6, 53.54.
Según estas palabras de Jesús, la Eucaristía es prenda de la resurrección futura, pero ya en el tiempo es fuente de vida eterna. Jesús no dice 'tendrá vida eterna' sino 'tiene vida eterna'. La vida eterna de Cristo, con el pan eucarístico, penetra y se da en la vida humana.
San Juan Pablo II
Audiencia General, 8 de abril de 1992


Experimentar que murió y resucitó por ti.
En la Eucaristía encuentras realmente a Jesús, compartes su vida, sientes su amor; allí puedes experimentar que murió y resucitó por ti.
SS Francisco



Unida al sacerdocio ministerial.
La Eucaristía, el supremo sacramento de la Iglesia, está unida al sacerdocio ministerial, que nació también en el Cenáculo, como don del gran amor de Jesús, que "sabiendo que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo" Jn 13, 1
San Juan Pablo II



Apostolado de la Santa Misa Diaria






























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