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jueves, 10 de septiembre de 2020

Evangelio del día

ChristianArt 
 
Lucas 6, 27-38 Ama a tus enemigos
 
 
Love Your Enemy, Dibujo de Randell Summerford, Dibujo en 2017, Lápices y lápices de colores sobre papel
© Randell Summerford Art 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman. Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica. Al que te pida, dale; y al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.  Traten a los demás como quieran que los traten a ustedes; porque si aman sólo a los que los aman, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores aman a quienes los aman. Si hacen el bien sólo a los que les hacen el bien, ¿qué tiene de extraordinario? Lo mismo hacen los pecadores. Si prestan solamente cuando esperan cobrar, ¿qué hacen de extraordinario? También los pecadores prestan a otros pecadores, con la intención de cobrárselo después. Ustedes, en cambio, amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar recompensa. Así tendrán un gran premio y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno hasta con los malos y los ingratos. Sean misericordiosos, como su Padre es misericordioso.  No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den y se les dará: recibirán una medida buena, bien sacudida, apretada y rebosante en los pliegues de su túnica. Porque con la misma medida conque midan, serán medidos’’.
Comentario

Bulle
San Máximo el Confesor (c. 580-662)
monje y teólogo
Filocalia, Centurias I sobre el amor 16, 56-58, 60, 54 (Philocalie des Pères neptiques DDB-Lattès), trad. sc©evangelizo.org

La ley de Cristo es el amor
“Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos”, dice el Señor, “este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros…” (cf. Jn 14,15; 15,12). El que no ama a su prójimo, no observa su mandamiento. Y el que no observa el mandamiento, no ama al Señor. (…)
Si “el amor es la plenitud de la Ley” (cf. Rom 13,10), el que no quiere a su hermano, siembra intrigas contra él, le desea el mal, se alegra de su caída, ¿no transgrediría la ley y no sería digno del castigo eterno? El que difunde calumnias y juzga a su hermano, calumnia y juzga a la ley (cf. Sant 4,11). Si la ley de Cristo es el amor, ¿no se privaría el calumniador del amor de Cristo y se pondría bajo la amenaza del castigo eterno?
No escuches lo que dice la lengua del calumniador. Tu lengua no hable al oído del que gusta hablar mal. No procures placer en hablar contra tu prójimo ni a escuchar lo que dicen contra él, para no verte privado del amor divino y convertirte en extranjero a la vida eterna. (…) Cierra tus oídos a las palabras del que calumnia, para no cometer un doble pecado: acostumbrarte a una pasión peligrosa y no impedir al calumniador hablar mal contra su prójimo. (…)
Según el divino Apóstol, todos los carismas del Espíritu son inútiles, sin el amor (cf. 1 Cor 13,3). ¡Qué fervor entonces debemos testimoniar para adquirir el amor! (EDD)



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