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viernes, 4 de septiembre de 2020

Evangelio del día

ChristianArt
Lucas 5, 33-39Nadie arranca un trozo de una nueva capa para ponerlo en una vieja capa
Come to me, Colcha de patchwork de Tracey Emin (nacida en 1963), Ejecutada en 2008,
Textiles, cuadros escoceses, puntadas, patchwork © Tracey Emin, todos los derechos reservados
("Ven a Mi crucificado. Entonces cierro mis ojos y me convierte en una cruz tan hermosa!)
En aquel tiempo, los fariseos y los escribas le preguntaron a Jesús: “¿Por qué los discípulos de Juan ayunan con frecuencia y hacen oración, igual que los discípulos de los fariseos, y los tuyos, en cambio, comen y beben?” Jesús les contestó: “¿Acaso pueden ustedes obligar a los invitados a una boda a que ayunen, mientras el esposo está con ellos? Vendrá un día en que les quiten al esposo, y entonces sí ayunarán”. 
Les dijo también una parábola: “Nadie rompe un vestido nuevo para remendar uno viejo, porque echa a perder el nuevo, y al vestido viejo no le queda el remiendo del nuevo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo revienta los odres y entonces el vino se tira y los odres se echan a perder. El vino nuevo hay que echarlo en odres nuevos y así se conservan el vino y los odres. Y nadie, acabando de beber un vino añejo, acepta uno nuevo, pues dice: ‘El añejo es mejor’”.
Comentario
Bulle
San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón 210, 5

“LLegará el día en que el Esposo les será arrebatado: entonces ayunarán”
Que "nuestras cinturas permanezcan ceñidas y nuestras lámparas encendidas"; seamos "como servidores que esperan a que su dueño vuelva de la boda " (Lc 12,35). No seamos como esos impíos que dicen: "Comamos y bebamos, que mañana moriremos" (1Co 15,32). Cuanto más incierto es el día de nuestra muerte, más dolorosas son las pruebas de esta vida; y debemos ayunar y rezar más, porque efectivamente, mañana moriremos.
"Dentro de poco, les decía el Señor a sus discípulos, ya no me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver" (Jn 16,16). Ahora, es la hora sobre la que dijo: "Vosotros lloraréis y os lamentaréis mientras el mundo estará" (v. 20); esta vida es un tiempo lleno de pruebas, donde viajamos lejos de él. "Pero, añade, volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría" (v. 22).
Mientras tanto la esperanza que así nos da el que es fiel a sus promesas, no nos deja sin alegría, hasta que seamos colmados por la alegría superabundante del día en que “ seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es" (1Jn 3,2), y donde "nadie podrá quitarnos esta alegría"... "Una mujer que da a luz, dice nuestro Señor, está afligida porque ha llegado su hora. Pero cuando el niño nace, experimenta una gran alegría porque al mundo le ha nacido un hombre" (Jn 16,21). Esta alegría nadie podrá quitárnosla y con la que seremos colmados cuando pasemos de la concepción presente de la fe, a la luz eterna. Ayunemos pues ahora, y roguemos, ya que estamos en los días del alumbramiento.




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