Como cristianos, está claro que estamos llamados a perdonarnos unos a otros y a vivir en paz. Suena hermoso, pero es verdad que en la práctica puede llegar a ser más engorroso de lo que pensamos. Incluso suena un poco idílico o fuera de nuestras capacidades.
A continuación, te comparto un corto animado hermoso llamado «The Basket», que cuenta una historia de perdón de forma que resulta muy cercana.
El valiente acto de perdonar
El encanto de este video es que muestra el perdón en su forma más encarnada, sin clichés ni actos heroicos que escapen de nuestras fuerzas. Se muestra una escena cotidiana donde, en el seno del hogar (donde más cuesta perdonar), una hija y un padre se encuentran en la tesitura de tener que hacerlo juntos.
«The Basket» muestra la dinámica del perdón humano como muchos lo habremos podido experimentar: cometemos errores de forma involuntaria, lastimamos a los demás (a veces a quienes más queremos), y aunque busquemos formas de reparar lo que dañamos, la tarea es imposible.
En muchas oportunidades no recibimos la paciencia o la misericordia de la persona a quien hemos hecho daño, y es normal, las heridas no sanan de un día para otro. Lo que está claro es que tanto para pedir perdón, como para aceptar la reconciliación, se requiere de valentía.
Perdonar duele, y no es fácil
En este mundo imperfecto, la dinámica de conceder el perdón o de pedirlo, puede ser dolorosa. Somos humanos, nos equivocamos de mil y un formas, y todo a nuestro al rededor influye en la manera en que pedimos y otorgamos perdón.
Pero esto no debe detenernos o distraernos de lograrlo. Es difícil, sí, porque hay un corazón herido (tal vez dos), pero vale la pena sin lugar a dudas. Perdonar nos libera, nos regala paz y nos permite seguir adelante.
Así como es propio del hombre equivocarse, lo propio de Dios es perdonar. Otorgar el perdón es el momento privilegiado en que el corazón del hombre se asemeja al corazón de Dios.
Perdonar es elegir el amor en lugar del odio
Es optar por la forma más valiente de demostrar que somos hijos de Dios. Si hemos lastimado a alguien que queremos, este amor superará cualquier error. Pero es cierto que cuando debemos perdonar a alguien que no queremos, la tarea es aún más difícil.
Dios nos quiere por quienes somos, no por lo que hagamos y dejemos de hacer. Pero si nos llamamos sus hijos, es necesario que seamos reflejo de su amor y sus enseñanzas. Ojalá todos tuviéramos esta capacidad de hacer borrón y cuenta nueva, tal como lo hace Él con nosotros cada vez que recurrimos a sus pies arrepentidos.
En efecto, la experiencia del perdón es sanadora, pero esto no quita que tenga sus etapas y que haya que pasar por cada una de ellas con paciencia. Somos limitados y aunque nos propongamos perdonar el mal causado desde el minuto uno, nos puede costar lo que naturalmente cuesta.
Este corto animado me encanta porque muestra la dinámica del perdón «entre hermanos» de forma muy pedagógica, para finalmente mostrar el perdón del Padre.
Tenemos que ser pacientes entre nosotros, especialmente cuando hay dolor de por medio. Y aprender a esperar y vivir el perdón en la versión más humana posible, tomando en consideración que ninguno de los involucrados es perfecto, y que solo haciéndonos humildes de corazón lograremos acercarnos más a Dios.
Kristina Hjelkrem, catholic-link
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