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jueves, 17 de septiembre de 2020

Desenganchar a los niños de las pantallas: requiere un plan, decisión firme y buscar alternativas

La desescalada digital no se logrará por inercia, los padres han de perseverar por sus hijos

Confinamiento, ocio, clases a distancia... los niños se enganchan a las pantallas, y eso es malo para su desarrollo y aprendizaje

Con el confinamiento por coronavirus, las familias europeas vieron aumentar su tiempo ante las pantallas. Especialmente los niños, se encontraron ante el ordenador y las tablets hora tras hora, para recibir algunas clases y también para ver dibujos animados, series o videojuegos infinitos.
Un informe elaborado por la plataforma Empantallados  señala que casi la mitad de las familias españolas (48%) adquirió nuevos dispositivos de pantallas durante el confinamiento en primavera. De lunes a viernes, los niños pequeños consumían casi 4 horas de pantalla para el ocio (un 76% más que antes del confinamiento) y los hijos mayores alcanzaban las 5 horas diarias dedicadas al entretenimiento digital (un 68% más que antes).
¿Cómo desenganchar ahora a los niños de las pantallas? De hecho, muchos colegios e institutos ofrecen ahora en el nuevo curso clases "semipresenciales", pidiendo a los niños que estén atentos a las pantallas desde casa, porque recibirán videoconferencias, trabajos, tests online...
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Romper la inercia de las pantallas
Isis Barajas, en la imprescindible revista Misión (de suscripción gratuita aquí) ha consultado a la popular doctora en Educación y Psicología, Catherine L’Ecuyer acerca de la "desescalada digital", el intento de recortar tiempo de pantallas para los niños.
“En educación, no hay puntos de no retorno, pero hay líneas rojas que al cruzarse crean inercias o vicios que son difíciles de romper”, explica la conocida autora de  Educar en el Asombro  (más de 27 ediciones) y Educar en la Realidad  (10 ediciones).
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Canadiense con muchos años de vida en España, madre de cuatro hijos y católica practicante que cita con frecuencia a Chesterton, San Agustín o Tomás de Aquino, L'Ecuyer da una idea básica: pese a las incertidumbres del coronavirus, si los padres están bien, los niños estarán bien. 
Pero pide evitar la inercia, pide “una decisión conjunta de los padres, un plan de acción decidido y constancia a la hora de llevarlo a cabo”.
Habla de "plan" porque “la improvisación pasa factura: acabas dejándote llevar por las modas, por lo que hace el vecino o lo que manda el colegio. Nosotros [los padres] somos los primeros educadores y cuando actuamos por inercia lo que hacemos es abdicar de esa responsabilidad”, recalca.
L'Ecuyer recuerda que el riesgo de adicción a las pantallas es mayor en los niños que en los adultos. "Para los niños el riesgo de la adicción siempre existe, porque ellos multitarean cuando tienen acceso a estos dispositivos y aún no tienen la madurez suficiente para gestionar esas herramientas de forma responsable”, recuerda.
Formar al niño: templanza fuera y dentro de Internet
Por esta razón, insiste en que “la educación para el uso de los dispositivos no es consecuencia de usarlos, sino que ocurre en el mundo real: solo es posible cuando hay templanza, fortaleza, capacidad de inhibir estímulos, comprensión de la diferencia entre lo público y lo privado, etc. La mejor preparación para el mundo online es el mundo offline”.
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Simplemente prohibir o restringir el acceso de los niños a la tecnología no bastará, advierte.
"Es necesario dar alternativas excelentes: hacer pan, volar una cometa por un balcón, coser mascarillas de tela, aprender a poner una bajera, limpiarse bien los dientes, hacer un sofrito, leer libros, cuidar de una planta, escuchar música, ver películas clásicas, coser un botón, limpiarse los zapatos…”.
El hábito de leer libros, la mejor alternativa casera
L’Ecuyer recomienda sin paliativos fomentar la lectura. “La literatura enseña a escribir y a hablar con propiedad. Ayuda a entender los matices y la complejidad de la psicología humana. Sin embargo, muchísimos niños hoy en día no se han leído los clásicos. El confinamiento era una ocasión ideal para hacerlo, pero hemos preferido enchufarles a una tableta que prescribir la lectura de 10 obras maestras”, lamenta.
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