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miércoles, 1 de febrero de 2023

Evangelio del día

 


Evangelio según San Marcos 6,1-6.

Jesús salió de allí y se dirigió a su pueblo, seguido de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, comenzó a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba estaba asombrada y decía: "¿De dónde saca todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le ha sido dada y esos grandes milagros que se realizan por sus manos?
¿No es acaso el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago, de José, de Judas y de Simón? ¿Y sus hermanas no viven aquí entre nosotros?". Y Jesús era para ellos un motivo de tropiezo.
Por eso les dijo: "Un profeta es despreciado solamente en su pueblo, en su familia y en su casa".
Y no pudo hacer allí ningún milagro, fuera de curar a unos pocos enfermos, imponiéndoles las manos.
Y él se asombraba de su falta de fe. Jesús recorría las poblaciones de los alrededores, enseñando a la gente.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.



Bulle

San Gregorio Magno (c. 540-604)
papa y doctor de la Iglesia
Libro XIV (SC 212, Morales sur Job, Cerf, 1974), trad. sc©evangelizo.org


Nuestro Redentor era considerado como un extraño

“Me consideran un extraño” (Jb 19,15). No ser reconocido por la sinagoga, fue para nuestro Redentor como ser un extraño en su propia casa. El Profeta lo atestigua con sus palabras: “¿Por qué te comportas como un extranjero en el país, como un viajero que sólo acampa para pernoctar?” (Jr 14,8).
No fue escuchado como Señor, no fue tenido por un propietario de tierra sino por un inquilino. Como viajero, no hizo una pausa para buscar un refugio. Tomó de Judea sólo algunos hombres y terminó su viaje por el llamado a los Gentiles.
A sus ojos era un extraño, porque fijando sus pensamientos a lo que podían ver, ellos no supieron discernir en el Señor lo que no podían ver. Despreciando su carne visible no llegaron a su invisible majestad. Por eso es lógico decir: “Me consideran un extraño”.  (EDD)

Oración

¡Quiero conocerte, Señor, y aprender de Ti! ¡Quiero, mi Señor Jesús, conocerte íntimamente, profundizar en tu verdad, aprender de tu amor, interiorizar tus palabras y tus gestos! ¡Este es mi anhelo, Señor! ¡Quiero conocer y llegar hasta lo más profundo de tu Sagrado Corazón, aprender de tu amor, de tu misericordia y de tu perdón! ¡Quiero, Señor, conocerte más y mejor para vivir en Ti y desde Ti hacia los demás! ¡Quiero, Señor, conocerte para hacerme más pequeño, más sencillo, más pobre, más vacío de mí! ¡Quiero conocerte, Señor, quiero conocer la profundidad de tu misericordia que vence mi incapacidad para pecar, que derrota mis debilidades y mi pecados y, sobre todo, sostiene con firmeza mi alma! ¡Quiero conocerte, Señor, como hizo Tu Madre! ¡Y a Ti, María, Madre de Amor y de Misericordia, a Ti me acojo para que me ayudes a ir de Tu mano siempre para conocer más a Jesús! ¡A Ti me acojo, Madre, para entrar en el corazón de Dios! ¡Padre, existen muchos temores que zozobran mi corazón, muchas dudas que tambalean mis seguridades mundanas, muchos miedos que llenan mi corazón y que me impiden escuchar Tu Palabra! ¡Envíame Tu Espíritu, Padre, para transformar mi vida, para llenarla de alegría y de valor, para imitar en todo a Tu Hijo, para que su presencia en mi corazón me llene de paz! ¡Ayúdame a conocer a Jesús, para aprender a arrojar las redes de la alegría, de la esperanza, de la fe, de la verdad! ¡Ayúdame, Padre, a serte siempre fiel, a asumir siempre las consecuencias de la vida como hizo Jesús, que sea siempre la seguridad de tu amorosa presencia la que me sostenga y que en la mesa de Tu Palabra y de Tu altar esté mi entrega generosa a los demás!

(orarconelcorazonabierto)















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