Giulio Mencuccini, el obispo emérito de Sanggau,a bordo de su Triumph 1000 dirigiendo una caravana motera en Italia.
"La misión es moverse, ir hacia el prójimo, hacia los que esperan una palabra de amor, un mensaje de esperanza para sus vidas, con la alegría del Evangelio de Cristo"… Y si es en moto, mejor. Esa ha sido la cosmovisión que el obispo y "misionero en moto" Giulio Mencuccini ha desarrollado durante 48 años en los bosques de Borneo, hasta que el pasado mes de noviembre le sucedió el indonesio Valentinus Saeng al frente de la diócesis de Sanggau.
Durante su periodo como sacerdote pasionista ha visitado aldeas, celebrado la Eucaristía y administrado los Sacramentos, ha impartido catequesis entre niños, jóvenes y adultos y ha llevado el anuncio del Evangelio a grupos indígenas que nunca habían oído hablar de Cristo.
También ha guiado caravanas con ayuda humanitaria, o sencillamente ha hecho largos viajes para pasar unos días con comunidades de lugares remotos que veían muy pocas veces a un sacerdote. Lejos de abandonar esta labor de evangelización, prosiguió con ella al ser nombrado obispo, logrando que los católicos aumentasen hasta en un 50% en su diócesis que comprende Sanggau y Sekadau.
De los 48 años que lleva ejerciendo la labor misionera, 32 lo ha hecho también como obispo hasta que el pasado mes de noviembre fue sucedido por el indonesio Valentinus Saeng, considerado por el emérito como "una gran bendición" para la diócesis, especialmente debido a "su fuerte pasión por los nuevos métodos de evangelización".
Giulio Mencuccini en las carreteras de Borneo.
"Os saludo con alegría en el corazón, os dejo en buenas manos. Estoy contento porque el Papa ha elegido a mi sucesor, el segundo obispo de la diócesis de Sanggau", dijo a los fieles.
El Obispo recuerda con entusiasmo en Agendia Fides el tiempo de su misión en Borneo.
Una divertida misión en moto en la selva de Borneo
"A menudo quería hacer varias visitas a todos los pueblos de la diócesis y participar plenamente en las fiestas culturales y tradicionales de los diversos lugares, para poder estar realmente con los fieles. Sus rostros, su sencillez, su fe, todos estos hermosos recuerdos permanecerán siempre en mi corazón. He dicho a los fieles que los considero y los consideraré siempre a todos hermanos y hermanas en la misma fe", comentó.
También explicó que cuando fue elegido obispo de la diócesis de Sanggau quedó en un principio sorprendido por "un terreno tan vasto y densamente boscoso", con no pocas dificultades para llegar a las zonas más remotas.
"Con el tiempo, me di cuenta de que el mío podía ser un servicio pastoral incluso 'divertido', siempre sorprendente, nunca estático, hecho de muchos viajes en moto, en compañía de muchos jóvenes", recuerda.
Tras lograr un gran crecimiento de los fieles católicos en su diócesis, Mencuccini deja a sus fieles "en buenas manos".
"Ahora os toca a vosotros. Espero que seáis sal, luz y levadura en esta diócesis, caminando juntos por el enriquecimiento espiritual y la prosperidad humana de todos. Estaré siempre cerca de vosotros con mis oraciones", se despidió el obispo misionero.
ReL
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