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martes, 21 de febrero de 2023

Evangelio del día


Evangelio según San Marcos 9,30-37.

Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera,
porque enseñaba y les decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará".
Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?".
Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos".
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo:
"El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado".


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Santa Catalina de Siena (1347-1380)
terciaria dominica, doctora de la Iglesia, copatrona de Europa
Carta 69 a Maese André Vanni (Lettres I, Téqui, 1976), trad. sc©evangelizo.org


El árbol de nuestra alma, enraizado en el valle de la humildad

Debe ser como un árbol profundamente enraizado en el valle de la verdadera humildad, para que el viento del orgullo no pueda volcar su alma, que es un árbol de amor. Dios la creó por amor, viene del amor y sólo puede vivir de amor, del santo amor de Dios. (…)
¿Cómo trasplantar este árbol en el valle y la tierra de la humildad? Sólo podemos ser humildes teniendo un verdadero conocimiento de nosotros mismos, odiando y despreciando la sensualidad. Entonces estaremos entre dos grandes montañas que reciben los asaltos de vientos contrarios: la virtud de fortaleza y la de paciencia. Más los vientos son contrarios, más el alma se fortifica y muestra su fuerza probada en la paciencia.
Entonces las virtudes se conservan y alimentan con la doctrina y la edificación del prójimo. El alma porta las flores perfumadas de sus santos pensamientos, juzgando sanamente las cosas, considerando en ella y en el prójimo la voluntad de Dios, que sólo quiere nuestro bien, y no viendo la voluntad de los hombres. También, mortificando su juicio, matando su voluntad, manteniendo y alimentando el árbol de la caridad hacia el prójimo con un ardiente deseo de la salvación de los hombres y gozando de este alimento en honor a Dios.
¡Qué hermoso es el árbol de nuestra alma! Cuando está bien plantado se adorna con la humildad del Cordero sin mancha, que nos ha dado la vida, y se ilumina con el sol de la gracia y la misericordia, que todos nuestros méritos no podrían obtener. Dios se humilló hasta el hombre al darnos al tierno Verbo. El Verbo, el Hijo de Dios, se abajó con su paciencia hasta la muerte vergonzosa de la Cruz. Nuestras acciones y virtudes únicamente adquieren méritos por su humildad y por la virtud de su preciosa sangre vertida con tanto amor. (EDD)

Oración

Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo. Amén


Letanías de la Humildad

(del Cardenal Merry del Val)

Jesús manso y humilde de Corazón, -Óyeme.

(Después de cada frase decir:Líbrame Jesús)

Del deseo de ser lisonjeado,

Del deseo de ser alabado,

Del deseo de ser honrado,

Del deseo de ser aplaudido,

Del deseo de ser preferido a otros,

Del deseo de ser consultado,

Del deseo de ser aceptado,

Del temor de ser humillado,

Del temor de ser despreciado,

Del temor de ser reprendido,

Del temor de ser calumniado,

Del temor de ser olvidado,

Del temor de ser puesto en ridículo,

Del temor de ser injuriado,

Del temor de ser juzgado con malicia

(Después de cada frase decir:Jesús dame la gracia de desearlo)

Que otros sean más amados que yo,

Que otros sean más estimados que yo,

Que otros crezcan en la opinión del mundo y yo me eclipse,

Que otros sean alabados y de mí no se haga caso,

Que otros sean empleados en cargos y a mí se me juzgue inútil,

Que otros sean preferidos a mí en todo,

Que los demás sean más santos que yo con tal que yo sea todo lo santo que pueda,

Oración:

Oh Jesús que, siendo Dios, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para ser ejemplo perenne que confunda nuestro orgullo y amor propio. Concédenos la gracia de aprender y practicar tu ejemplo, para que humillándonos como corresponde a nuestra miseria aquí en la tierra, podamos ser ensalzados hasta gozar eternamente de ti en el cielo.

Amén.

(ETWN)



















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