La totalidad de los fieles no puede equivocarse en la fe, porque Jesús prometió a sus discípulos que les
enviaría el Espíritu de la verdad, que los sostendría en la verdad (Jn 14,17).
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Así como los discípulos creyeron de corazón en Jesús, un cristiano cuando
pregunta por el camino de la vida puede fiarse completamente de la º IGLESIA. Dado que Jesús mismo encargó a
sus º APÓSTOLES el ministerio de
la enseñanza, la Iglesia tiene un º MAGISTERIO y no puede callar.
Ciertamente miembros aislados de la Iglesia pueden equivocarse e incluso
cometer faltas graves, pero en su conjunto la Iglesia no puede desviarse de la
verdad de Dios. La Iglesia es portadora a través de los tiempos de una verdad viva
que es mayor que ella misma. Se habla del depositum
fidei, del depósito de la fe que
hay que custodiar. Si esa verdad es negada o deformada públicamente, la Iglesia debe hacer resplandecer de nuevo «lo que se ha creído en todas partes, siempre y por
todos» (san Vicente de Lérins,
450).
Los números al final del párrafo se refieren al Catecismo de la Iglesia católica
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