Ella es una señora pura, como el agua del manantial de su visitadísimo Santuario, al que tantos acuden para quedar limpios, de enfermedades físicas, psicológicas o espirituales.
Todo empezó el 11 de febrero de 1856. Bernadette Soubirous ve en la gruta de Massabielle junto al río Gave de Pau, a «una dama vestida de blanco que llevaba un vestido blanco, una vela blanca también, un cinturón azul y una rosa amarilla sobre cada pie”. Ella es sólo una pastora de 14 años de una familia humilde.
En poco más de 5 meses, María se le apareció 18 veces, con un mensaje de esperanza y de cambio.
Desde entonces, muchas personas han visitado a María en el pequeño pueblo de Lourdes y algunas han recibido favores y milagros.
La fe en la Virgen de Lourdes se ha extendido por todo el mundo. Ella lleva un gran regalo: la sanación de Dios, la purificación.
Patricia Navas, Aleteia
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Benedicto XVI
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