El obispo Augustine Cui Tai, obispo auxiliar de la diócesis de Xuanhua, provincia china de Hebei, fue arrestado por las autoridades en 2007. Desde entonces, ha sido detenido ilegalmente por las autoridades sin ningún motivo ni proceso legal. Aún más preocupante: no sabemos nada de él desde la primavera de 2021
Es una de esas figuras desconocidas para el público en general y, sin embargo, que inspira respeto. El obispo Augustine Cui Tai, obispo auxiliar de la diócesis de Xuanhua, en la provincia china de Hebei, fue encarcelado en 2007 por las autoridades. Si bien disfrutó de algunos breves períodos de liberación, pasó la mayor parte de ese tiempo encarcelado en un lugar desconocido sin ningún motivo ni proceso legal.
En los últimos años, las autoridades le han concedido al obispo visitas cortas a sus padres ancianos cada festival de primavera (Año Nuevo Lunar) o mediados de otoño. Pero desde la primavera de 2021, hace más de un año, se desconoce su paradero. Y los fieles, como informa Asianews, no tienen forma de saber nada sobre su condición o dónde está recluido. Monseñor Cui, de 71 años, es uno de esos obispos reconocidos por la Santa Sede pero no por el gobierno chino. Fue Benedicto XVI quien aprobó su nombramiento en 2013.
Opresión generalizada
En China, el Partido Comunista apenas tolera a la Iglesia Católica en el país. Si bien la opresión de los católicos por parte del gobierno chino no es tan visible y masiva como lo fue antes, es generalizada.
En vista del dinamismo de la cristiandad en el país, la cuestión del nombramiento de obispos, una de las grandes causas de discordia entre el gobierno chino y la Santa Sede, es por lo tanto de primera importancia para el Vaticano.
De ahí el acuerdo entre la Santa Sede y China sobre el nombramiento de obispos renovado por segunda vez en 2022. A menudo criticado con virulencia, «sin acuerdo, no habría más Iglesia católica en China», insistió por su parte el pasado agosto el cardenal secretario. de Estado Pietro Parolin, a quien el Papa Francisco encomendó personalmente el espinoso expediente de las relaciones con Pekín.
Agnès Pinard Legry, Aleteia
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