Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Algunos desafíos. Gracias a Dios existen mejorías, pero...
54.
En esta breve mirada a la realidad, deseo resaltar que, aunque hubo notables
mejoras en el reconocimiento de los derechos de la mujer y en su participación
en el espacio público, todavía hay mucho que avanzar en algunos países. No se
terminan de erradicar costumbres inaceptables. Destaco la vergonzosa violencia
que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas
formas de esclavitud que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino
una cobarde degradación. La violencia verbal, física y sexual que se ejerce
contra las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de la
unión conyugal. Pienso en la grave mutilación genital de la mujer en algunas
culturas, pero también en la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos
y a los lugares donde se toman las decisiones. La historia lleva las huellas de
los excesos de las culturas patriarcales, donde la mujer era considerada de
segunda clase, pero recordemos también el alquiler de vientres o «la
instrumentalización y mercantilización del cuerpo femenino en la actual cultura
mediática»[42]. Hay quienes consideran que muchos problemas
actuales han ocurrido a partir de la emancipación de la mujer. Pero este
argumento no es válido, «es una falsedad, no es verdad. Es una forma de
machismo»[43]. La idéntica dignidad entre el varón y la
mujer nos mueve a alegrarnos de que se superen viejas formas de discriminación,
y de que en el seno de las familias se desarrolle un ejercicio de reciprocidad.
Si surgen formas de feminismo que no podamos considerar adecuadas, igualmente
admiramos una obra del Espíritu en el reconocimiento más claro de la dignidad
de la mujer y de sus derechos.
55.
El varón «juega un papel igualmente decisivo en la vida familiar, especialmente
en la protección y el sostenimiento de la esposa y los hijos [...] Muchos
hombres son conscientes de la importancia de su papel en la familia y lo viven
con el carácter propio de la naturaleza masculina. La ausencia del padre marca
severamente la vida familiar, la educación de los hijos y su integración en la
sociedad. Su ausencia puede ser física, afectiva, cognitiva y espiritual. Esta
carencia priva a los niños de un modelo apropiado de conducta paterna»[44].
De
la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia (Capítulo II: REALIDAD Y DESAFÍOS
DE LAS FAMILIAS
)
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