Aquí podemos ofrecer sólo unos cuantos aspectos
de las mil maravillas de la Santa Misa
La máxima ayuda. |
Ningún sufragio aprovecha tan eficazmente a las almas del purgatorio como la aplicación del Santo Sacrificio de la Misa. P. Antonio Royo Marín O.P. |
Defendamos su causa. |
En la Santa Misa defendemos eficazmente la causa de las almas del purgatorio y alcanzamos la conversión de los pecadores. San Pedro Julián Eymard |
Importancia de ofrecer la Santa Misa por los fieles difuntos. |
Junto con los Padres sinodales, quisiera recordar a todos los fieles la importancia de la oración de sufragio por los difuntos, y en particular la celebración de santas Misas por ellos, para que, una vez purificados, lleguen a la visión beatífica de Dios. Instrucción General del Misal Romano n. 32 |
La Santa Misa para el perdón de los pecados veniales de las almas del Purgatorio. |
Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos Santas Misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso. San Gregorio Magno |
Descanso para las benditas almas del purgatorio. |
En una ocasión, San Gregorio Magno, estando celebrando la Santa Misa, elevó la Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos y él les respondió: "Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio". |
Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. |
Debemos ayudar a los que se hallan en el purgatorio. Demasiado insensible seria quien no auxiliara a un ser querido encarcelado en la tierra; mas insensible es el que no auxilia a un amigo que esta en el purgatorio, pues no hay comparación entre las penas de este mundo y las de allí. Santo Tomás de Aquino |
Las Misas Gregorianas. | |
Cuenta el gran Papa y Doctor de la Iglesia San Gregorio Magno (+604) que, siendo todavía abad de un monasterio, antes de ser Papa, había un monje llamado Justo, que ejercía con su permiso la medicina. Una vez, había aceptado sin su permiso una moneda de tres escudos de oro, faltando gravemente así al voto de pobreza. Después se arrepintió y tanto le dolió este pecado que se enfermó y murió al poco tiempo, pero en paz con Dios. Sin embargo, San Gregorio, para inculcar en sus religiosos un gran horror a este pecado, lo hizo sepultar fuera de las tapias del cementerio, en un basural, donde también echó la moneda de oro, haciendo repetir a los religiosos las palabras de San Pedro a Simón mago: "Que tu dinero perezca contigo ". A los pocos días, pensó que quizás había sido demasiado fuerte en su castigo y encargó al ecónomo mandar celebrar treinta misas seguidas, sin dejar ningún día, por el alma del difunto. El ecónomo obedeció y el mismo día que terminaron de celebrar las treinta misas, se apareció Justo a otro monje, Copioso, diciéndole que subía al cielo, libre de las penas del purgatorio, por las treinta misas celebradas por él. Estas misas, se llaman ahora, en honor de San Gregorio Magno, misas gregorianas. Estas treinta misas seguidas, celebradas por los difuntos, todavía se acostumbra celebrarlas y, según revelaciones privadas, son muy agradables a Dios. | |
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