Meditación de San Juan Pablo II sobre la invocación
Recemos
16) Lleno de bondad para con los hombres
L. Buen Jesús, lleno de admiración San Pablo exclamaba; "Se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador; y su amor a los hombres, El nos salvó". (Ti 3,4)
1. Tiene razón. Tu quieres el bien de todos, porque eres bueno de corazón. Así como el Padre te ama a ti y Tu al Padre, así nos amas Tú.
2. De allí el simbolismo: tu corazón herido y rodeado de llamas y corona de espinas. Así también nuestro amor a Ti solo es auténtico en cuanto amamos a nuestros hermanos con la misma bondad con la que nos amas Tú.
1. Por la sangre que brotó de tu corazón, todos somos hijos de un mismo Padre y hermanos entre nosotros.
2. Desde toda la eternidad nos amas a todos sin distinción no sólo con palabras, sino que te entregaste por nosotros a la muerte en la cruz, a pesar de nuestra ingratitud.
1. Por eso nos dices: "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros" (Jn 13, 34 s).
2. Tal amor abre el corazón y lo hace accesible a las necesidades de los demás, pero el egoísmo endurece el corazón. Donde el amor pierde su calor, allí mueren la fe y la piedad.
1. No permitas que toleremos que tantos hermanos nuestros mueran de hambre, mientras nosotros llevamos una vida cómoda. Haznos comprensivos frente a los dolores de los demás; generosos frente a su miseria y bondadosos para con los que sufren angustias del alma.
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