Meditación de San Juan Pablo II sobre la invocación
Recemos
9) Rico en misericordia
L. Señor glorificado, tan grande fue tu amor hacia los hombres que has hecho participar de la gloria eterna a tu naturaleza humana. Donde estás Tú, allí nos quieres tener a nosotros.
1. Por eso, tu Corazón late por nosotros pecadores con inmensa bondad.
2. Tu Corazón perforado nos recuerda sin cesar la crueldad del pecado.
1. Solo Tú has conocido y sufrido, en la agonía de tu Corazón, la seriedad de la malicia humana.
2. En el abandono de la cruz nos has visto levantar los puños contra el Padre, pisotear el orden y la Ley, arrojar al Espíritu Santo de nuestra alma, traicionar la Iglesia.
1. Ofendimos tu corazón y lo perforamos. Sin embargo - tan cruel como fue tu muerte tan bondadoso es tu corazón. Y te dejarlas crucificar una vez más si de esto dependiera la salvación de una sola alma.
2. Apreciamos tan poco tu misericordia, porque no tomamos en serio el pecado, no consideramos sus consecuencias frente a Dios ni la desgracia que trae para el mundo.
1. Danos la gracia de arrepentimos sinceramente de nuestros pecados y de abandonarnos confiadamente a tu misericordia.
2. Te damos gracias por el regalo más grande de tu amor misericordioso: el Sacramento de la Reconciliación.
T. Odiaremos el pecado mortal como la desgracia más grande, pero jamás dudaremos de tu misericordia.
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