Meditación de San Juan Pablo II sobre la invocación
Recemos
27) Complacencia del Padre
L. Divino Salvador, cuando, después del bautismo, saliste del agua para iniciar tu vida pública, escuchaste las palabras: "Este es mi Hijo amado, en quien me complazco" (Mt 3.).
1. Tu entrega a la obra salvadora le agrada al Padre; y tu corazón no conoce obra más grande que complacerle a El haciendo lo que a El le agrada.
2. Tú puedes decir: "El que me ha enviado está conmigo: no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada a El" (Jn 8,29).
1. Ya que el Padre está siempre unido a Ti en el amor, le manifiestas fidelidad y haces lo que a El le complace.
2. El puede contar contigo. Tu conoces su anhelo: atraer el mundo a su amor. Nosotros no podemos hacer cosa más grande que atender los deseos de tu Corazón:
1. apoyarnos en Ti para que el Padre sea conocido mejor y amado más fervientemente.
2. No espera de nosotros grandes rendimientos, ni éxitos, ni obras realizadas por propia fuerza: solamente puede complacerse de nuestra buena voluntad y disponibilidad de entregarle nuestro corazón en amor.
T. Líbranos de la creación que la propaganda y las estadísticas pueden sustituir nuestro amor. Mas bien, haznos decir con el publicano: "Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador! (Lc 18,13)
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