Meditación de San Juan Pablo II sobre la invocación
Recemos
29) Nuestra esperanza en la eternidad
L. Señor Glorioso, en unión con el Padre y en comunión con el Espíritu Santo reinas por toda la eternidad.
1. Desde ahora tu Corazón anhela una sola cosa: que permanezcamos en tu amor y que algún día estemos contigo en la gloria eterna.
2. Tu corazón es nuestra esperanza y nos garantiza que jamás nos olvidas, que nos tienes presente en cada momento y que siempre estás pronto a perdonar y ayudarnos.
1. Por eso diste a conocer el mundo moderno tu corazón y por medio de Santa Margarita María llamaste a todos los fieles a amar y venerar tu Corazón.
2. Desde entonces la Iglesia no se cansa en exhortarnos, poner toda nuestra esperanza en tu Corazón y buscar en él la solución de los problemas del tiempo de hoy.
1. Más, ayúdanos: amar tu Sagrado Corazón no sólo con los labios, sino con todo nuestro ser; no olvidar que el auténtico amor va al encuentro del amado, se entrega a él y busca estar unido con él para siempre.
T. Despierta en nosotros el deseo de poder ver algún día tu Sagrado Corazón en la gloria eterna y en él al Padre.
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