Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Guiar a los prometidos en el camino de
preparación al matrimonio
205. Los Padres sinodales han dicho de diversas maneras que
necesitamos ayudar a los jóvenes a descubrir el valor y la riqueza del
matrimonio[237]. Deben poder percibir el atractivo de una
unión plena que eleva y perfecciona la dimensión social de la existencia,
otorga a la sexualidad su mayor sentido, a la vez que promueve el bien de los
hijos y les ofrece el mejor contexto para su maduración y educación.
206. «La compleja realidad social y los desafíos que la
familia está llamada a afrontar hoy requieren un compromiso mayor de toda la
comunidad cristiana en la preparación de los prometidos al matrimonio. Es
preciso recordar la importancia de las virtudes. Entre estas, la castidad
resulta condición preciosa para el crecimiento genuino del amor interpersonal.
Respecto a esta necesidad, los Padres sinodales eran concordes en subrayar la
exigencia de una mayor implicación de toda la comunidad, privilegiando el
testimonio de las familias, además de un arraigo de la preparación al matrimonio
en el camino de iniciación cristiana, haciendo hincapié en el nexo del
matrimonio con el bautismo y los otros sacramentos. Del mismo modo, se puso de
relieve la necesidad de programas específicos para la preparación próxima al
matrimonio que sean una auténtica experiencia de participación en la vida
eclesial y profundicen en los diversos aspectos de la vida familiar»[238].
207. Invito a las comunidades cristianas a reconocer que
acompañar el camino de amor de los novios es un bien para ellas mismas. Como
bien dijeron los Obispos de Italia, los que se casan son para su comunidad
cristiana «un precioso recurso, porque, empeñándose con sinceridad para crecer
en el amor y en el don recíproco, pueden contribuir a renovar el tejido mismo
de todo el cuerpo eclesial: la particular forma de amistad que ellos viven
puede volverse contagiosa, y hacer crecer en la amistad y en la fraternidad a
la comunidad cristiana de la cual forman parte»[239]. Hay diversas maneras legítimas de organizar
la preparación próxima al matrimonio, y cada Iglesia local discernirá lo que
sea mejor, procurando una formación adecuada que al mismo tiempo no aleje a los
jóvenes del sacramento. No se trata de darles todo el Catecismo ni de
saturarlos con demasiados temas. Porque aquí también vale que «no el mucho
saber harta y satisface al alma, sino el sentir y gustar de las cosas
interiormente»[240]. Interesa más la calidad que la cantidad, y
hay que dar prioridad —junto con un renovado anuncio del kerygma— a
aquellos contenidos que, comunicados de manera atractiva y cordial, les ayuden
a comprometerse en un camino de toda la vida «con gran ánimo y liberalidad»[241]. Se trata de una suerte de «iniciación» al
sacramento del matrimonio que les aporte los elementos necesarios para poder
recibirlo con las mejores disposiciones y comenzar con cierta solidez la vida
familiar.
De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Capítulo VI De la
Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Algunas Perspectivas Pastorales)
Recemos Altruista por amor
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