Entradas populares

martes, 29 de octubre de 2024

Evangelio del día - Fiesta de los apóstoles Simón y Judas Tadeo

Nota: En el Perú celebramos la fiesta el 29 de octubre
 

Carta de San Pablo a los Efesios 2,19-22.

Hermanos:
Ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios.
Ustedes están edificados sobre los apóstoles y los profetas, que son los cimientos, mientras que la piedra angular es el mismo Jesucristo.
En él, todo el edificio, bien trabado, va creciendo para constituir un templo santo en el Señor.
En él, también ustedes son incorporados al edificio, para llegar a ser una morada de Dios en el Espíritu.


Salmo 19(18),2-3.4-5.

El cielo proclama la gloria de Dios
y el firmamento anuncia la obra de sus manos;
un día transmite al otro este mensaje

y las noches se van dando la noticia.
Sin hablar, sin pronunciar palabras,
sin que se escuche su voz,

resuena su eco por toda la tierra
y su lenguaje, hasta los confines del mundo.
Allí puso una carpa para el sol


Evangelio según San Lucas 6,12-19.

Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles:
Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé,
Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote,
Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón,
para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados;
y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Compartir el Evangelio en Facebook


Bulle

Concilio Vaticano II
Constitución dogmática sobre la Iglesia « Lumen gentium », § 24-25


«Había allí... una muchedumbre venida de toda  Judea, de Jerusalén, de Tiro y de Sidón, que habían llegado para escucharle»

Los Obispos, en su calidad de sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor a quien se ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra, la misión de enseñar a todas las gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura, a fin de que todos los hombres logren la salvación por medio de la fe, el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos.
Para el desempeño de esta misión, Cristo el Señor prometió a sus Apóstoles el Espíritu Santo, a quien envió de hecho el día de Pentecostés desde el cielo para que, confortados con su virtud, fuesen sus testigos hasta los confines de la tierra ante las gentes, pueblos y reyes. Este encargo que el Señor confió a los pastores de su pueblo es un verdadero servicio, y en la Sagrada Escritura se llama muy significativamente "diakonía", o sea ministerio...
Entre los oficios principales de los Obispos se destaca la predicación del Evangelio. Porque los Obispos son los pregoneros de la fe que ganan nuevos discípulos para Cristo y son los maestros auténticos, es decir, herederos de la autoridad de Cristo, que predican al pueblo que les ha sido encomendado la fe que ha de creerse y ha de aplicarse a la vida, la ilustran con la luz del Espíritu Santo, extrayendo del tesoro de la Revelación las cosas nuevas y las cosas viejas, la hacen fructificar y con vigilancia apartan de la grey los errores que la amenazan.
Los Obispos, cuando enseñan en comunión por el Romano Pontífice, deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; los fieles, por su parte, tienen obligación de aceptar y adherirse con religiosa sumisión del espíritu al parecer de su Obispo, en materias de fe y de costumbres cuando él la expone en nombre de Cristo.
(Referencias bíblicas: Mt 28,18-20; Mc 16,15-16; Ac 1,8; 2,1s; 9,15; 1,17.25; Mt 13,52)  (EDD)

Oración 

Da a los jóvenes, la gracia de responder prontamente a la llamada...

Señor Jesús, así como Tu llamaste los primeros discípulos para hacerles pescadores de hombres, haz que Tu sublime invitación continúe resonando: ¡Vengan a Mi, síganme!

Da a los jóvenes, hombres y mujeres, la gracia de responder prontamente a la llamada. Apoya a tus obispos, sacerdotes y a los consagrados en su trabajo apostólico.

Concede perseverancia a nuestros seminaristas y a todos aquellos que llevan hacia adelante los ideales de una vida totalmente consagrada a Tu servicio.

Despierta en nuestra comunidad un entusiasmo misionero. Señor, ENVÍA TRABAJADORES A TU COSECHA y no permitas que la humanidad se pierda por escasez de pastores, misioneros y gente dedicada a la causa de Tu Evangelio.

Virgen María, Madre de la Iglesia, modelo de toda vocación, ayúdanos a decir Sí, al Señor que nos llama a cooperar en el plan divino de salvación.

(SS Juan Pablo II | Fuente: Catholic.net)

No hay comentarios:

Publicar un comentario