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domingo, 21 de septiembre de 2025

Evangelio del día - ¿No sería muchísimo mejor escucharlo con la familia proclamado en la Misa Dominical presencial?


 

Libro de Amós 8,4-7.

Escuchen esto, ustedes, los que pisotean al indigente para hacer desaparecer a los pobres del país.
Ustedes dicen: "¿Cuándo pasará el novilunio para que podamos vender el grano, y el sábado, para dar salida al trigo? Disminuiremos la medida, aumentaremos el precio, falsearemos las balanzas para defraudar;
compraremos a los débiles con dinero y al indigente por un par de sandalias, y venderemos hasta los desechos del trigo".
El Señor lo ha jurado por el orgullo de Jacob: Jamás olvidaré ninguna de sus acciones.


Salmo 113(112),1-2.4-6.7-8.

Alaben, servidores del Señor,
alaben el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
desde ahora y para siempre.

El Señor está sobre todas las naciones,
su gloria se eleva sobre el cielo.
¿Quién es como el Señor, nuestro Dios,
que tiene su morada en las alturas,

y se inclina para contemplar
el cielo y la tierra?
El levanta del polvo al desvalido,
alza al pobre de su miseria.

para hacerlo sentar entre los nobles,
entre los nobles de su pueblo.


Primera Carta de San Pablo a Timoteo 2,1-8.

Ante todo, te recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres,
por los soberanos y por todas las autoridades, para que podamos disfrutar de paz y de tranquilidad, y llevar una vida piadosa y digna.
Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador,
porque él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.
Hay un solo Dios y un solo mediador entre Dios y los hombres: Jesucristo, hombre él también,
que se entregó a sí mismo para rescatar a todos. Este es el testimonio que él dio a su debido tiempo,
y del cual fui constituido heraldo y Apóstol para enseñar a los paganos la verdadera fe. Digo la verdad, y no miento.
Por lo tanto, quiero que los hombres oren constantemente, levantando las manos al cielo con recta intención, sin arrebatos ni discusiones.


Evangelio según San Lucas 16,1-13.

Jesús decía a sus discípulos:
"Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.
Lo llamó y le dijo: '¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto'.
El administrador pensó entonces: '¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!'.
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: '¿Cuánto debes a mi señor?'.
'Veinte barriles de aceite', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez'.
Después preguntó a otro: 'Y tú, ¿cuánto debes?'. 'Cuatrocientos quintales de trigo', le respondió. El administrador le dijo: 'Toma tu recibo y anota trescientos'.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz."
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho.
Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien?
Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Bulle

San Nersés Shnorhalí (1102-1173)
patriarca armenio
Jesús, Hijo Único del Padre, IIº parte (SC 203. Jésus Fils Unique du Père, Cerf, 1973), trad. sc©evangelizo.org


¡Concédeme ser digno de alabarte!

Gracias a tu naturaleza creadora
Fue construida una casa para el ser pensante
El primer hombre fue establecido intendente
De esta casa terrestre, acá abajo.
Sus descendientes, al existir,
Reciben de Ti cargos variados como intendentes
Unos por obras corporales muy gloriosas,
Otros para distribuir bienes espirituales. (…)
También al Espíritu incorpóreo has ubicado
Como intendente fiel del cuerpo y del alma, ,
Para dar a cada uno lo que necesite
Con solicitud, según su rango:
Nutriendo al alma con la Palabra
Cuidando con sobriedad al cuerpo,
Desempeñando el rol de árbitro entre los dos,
Mantiene sus rangos con justeza.
El cuerpo debe ser ordenado como servidor,
Según tu orden en la creación,
Y el alma como princesa soberana,
Según la imagen del Arquetipo.
Pero yo, infiel a los dos,
Con mi alma y la de los otros,
Soy semejante al intendente infiel,
Que es como el tipo de mi dejadez.
Cuando es el final de mi vida acá abajo
No puedo ni hacer el bien,
Ni mendigarlo a los que lo poseen,
Porque tengo vergüenza, ya que no me lo darán.
Pero Tú, liberal en todo,
Da el arrepentir a mi alma impenitente,
Para retornar a Ti totalmente,
Antes que me llame el tribunal,
Para el juicio de mis obras,
Para saldar por lo menos una parte de la deuda:
A mi alma, las cincuenta medidas de aceite,
A mi cuerpo, las veinte medidas de trigo.
Acuérdame, como al intendente,
La gracia de ser digno de alabarte.
Aunque sea hijo del mundo,
Hazme el don de la sabiduría de convertirme del pecado.
(EDD)

Reflexión sobre el cuadro

Hay momentos en que la vida se siente pesada y desalentadora. Hoy en día, muchas personas viven silenciosamente con depresión, luchando a diario contra una tristeza o un vacío que los demás ni siquiera perciben. En esos momentos solemos ser muy conscientes de nuestros defectos, nuestros fracasos y los problemas que parecen no abandonarnos nunca. En Estados Unidos, más del 8% de los adultos (más de 21 millones de personas) experimentaron un episodio depresivo grave en el último año. Mientras tanto, en el Reino Unido, aproximadamente uno de cada seis adultos lucha actualmente con un problema de salud mental común, como la depresión o la ansiedad, en una semana cualquiera (según datos de la Biblioteca de la Cámara de los Comunes). Las críticas suelen resonar más fuerte en nuestros oídos que las palabras de aliento, y nuestra atención se fija más fácilmente en las malas hierbas que en el trigo.

Sin embargo, la parábola del campo de Jesús nos recuerda que la historia de nuestras vidas nunca es sólo maleza. Dios ve lo bueno que ya está creciendo, por frágil que sea, y es paciente con nosotros. No se apresura a arrancar de raíz nuestros defectos a expensas de nuestro crecimiento, sino que los alimenta a ambos, confiando en que, con el tiempo, lo bueno sobrevivirá a la cizaña. Incluso en nuestros momentos más oscuros, hay dentro de cada uno de nosotros algo hermoso, algo que merece la pena cuidar, algo en lo que Dios se deleita.

En el Evangelio de hoy, Jesús señala una forma práctica de hacer florecer el bien: compartiendo lo que tenemos, incluso el dinero. Para algunos, los recursos financieros son escasos, pero la generosidad nunca se mide sólo en dinero. Podemos dar nuestro tiempo, nuestra atención, nuestros dones, nuestro aliento, nuestras oraciones. Siempre hay algo que se puede dar. En este contexto, Jesús dice: "No podéis servir a Dios y al dinero", porque sabe que nuestros corazones no pueden estar divididos: si nos aferramos a la riqueza como nuestra máxima seguridad, ésta ahogará la semilla de la fe, pero si compartimos lo que tenemos, eso fertilizará la tierra del campo de otro.

La obra de Winslow Homer el veterano en un campo nuevo muestra una figura solitaria inclinada sobre una amplia extensión de trigo maduro, cortándolo con una simple guadaña. La chaqueta desechada del soldado, a un lado (abajo a la derecha), nos dice que ha regresado a casa de la Guerra Civil estadounidense para empezar de nuevo como agricultor. Para nosotros, los cristianos, la imagen de un campo en flor siendo cosechado se convierte en un poderoso símbolo de nuestras propias vidas. Un día, cuando llegue el momento de encontrarnos con nuestro Creador, querremos tener una cosecha abundante que presentarle.

by Padre Patrick van der Vorst


Oración
(Lo de Nersés Snohalí)

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