¿Tienes arrebatos a menudo, momentos de ira en los que todo salta por los aires? ¿Te entran a veces ganas de pegar a alguien? ¿Por qué te pasa esto? Consejos para ayudar a los adolescentes a manejar estas emociones que a veces llevan a la violencia.
La adolescencia, las hormonas, la transición a la edad adulta, las preocupaciones, el sentimiento de impotencia, las relaciones con los padres, hermanos, profesores y amigos…. A veces todo esto te resulta insoportable y saltas. Te enfadas, gritas e, incluso, pegas a un hermano.
La ira es una emoción fuerte que no debe convertirse en violencia. La ira puede expresar impotencia, dolor, frustración, confusión o culpa. Puede indicar también que tus necesidades o las de otra persona no son satisfechas.
También la ira te señala a veces que has sido tratado (o que has tratado a otra persona) de forma injusta. Y, sobre todo, ¡te muestra que debes hacer algo para remediar esta dolorosa situación!
Una ira que puede estropear hermosas relaciones
Es importante que busques la manera de encontrar la manera de expresar lo que esconde esta ira sin hacer daño a los demás.
Si la interiorizas a diario, ¡ten cuidado! Puede provocarte dolores de estómago o de cabeza horrorosos. También puede provocarte otros males que sin darte cuenta se cuecen en una olla a presión. Te guardas aquello que te hace daño. Piensas: “Me callo”, “Tranquilo”, “No pasa nada”, “Relax”, “Cool”, “Yo me las arreglo”… Y de repente … ¡BANG! Explotan.
¡Y cuidado con el que se encuentra a tu lado! Porque eres capaz de lanzar un palabra asesina que hace mucho daño en el corazón o bien un golpe a la rodilla cuyo dolor es también físico. Esta forma de expresar la ira puede destruir una amistad o dañar una relación con una persona muy importante en tu vida.
Si es normal sentirse furioso de vez en cuando, es importante buscar comprender las razones de este comportamiento. Tómate el tiempo para reconocer lo que te irrita, toma conciencia de la manera de controlarte, y aprende a expresar tu molestia de manera constructiva: esto te evitará frustraciones y grandes penas. Para ti y para los que te rodean.
Reflexiona en la manera cómo controlar tu ira y las consecuencias.
- ¿Estás satisfecho después de haberte tenido una rabieta?
- ¿Piensas que puedes ser más feliz y más efectivo si controlas tu ira de manera diferente?
Ser dueño de uno mismo puede ser un gran desafío para ti. Un reto que merece la pena. Por eso, te animo a hablar con un adulto de tu confianza de lo que sientes .
También es muy recomendable practicar deporte o alguna actividad que te siente bien y te ayude a moderar estos cambios de humor. Y tranquilo, porque no eres el únicos. Estos cambios de humor son bastante comunes en la adolescencia .
Te animo también a adoptar otras formas no violentas en el momento en que sientes rabia:
- Encerrarse en tu habitación
- Golpear con los puños la almohada
- Agarrar una toalla para retorcerla
- Llorar
- Hablar
- Escribir
- Y también, por qué no, orar. A muchos les ayudar contar a Dios sus enfados.
Grandes santos como San Jerónimo y San Luis fueron muy apasionados, violentos e intratables por naturaleza pero lograron controlar su cólera. Anímate a intentarlo.
Cyril Lepeigneux Edifa, Aleteia
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