La sonrisa puede mejorar tu estado de ánimo y hacer feliz a los demás, no es una coincidencia que Dios nos haya dado esta llave esencial para la felicidad que puede cambiar nuestras vidas y las vidas de aquellos que nos rodean
¿Alguna vez te has preguntado qué cara ofreces por la mañana a los que te rodean? ¿Es el rostro sonriente del que se alegra de estar con otros o el rostro siniestro del que quiere que se le pregunte si está con problemas?
¿Es la cara aburrida de quien tiene resentimiento contra toda la humanidad, o la cara aburrida de quien nunca sonríe… por principio?
Algunos temperamentos envidiables sonríen espontáneamente, otros tienen que hacer un esfuerzo continuo para sonreír, pero en cualquier caso, sonreír es un acto. Es la primera palabra que le dices a la persona que te mira.
La sonrisa, una invitación al diálogo
Un rostro que sonríe con franqueza es como un paisaje iluminado por el sol. La sonrisa es un bálsamo para el corazón inquieto. Reflejo del alma, te invita a hacer las paces contigo mismo.
¿Y si la sonrisa fuera la marca de esta imagen de Dios en la que el hombre fue creado?
En la vida actual, conocer una cara sonriente es como un regalo del Cielo. Entre empujones o en los atascos, encontrarse con una cara sonriente, la cara de alguien que no conocemos, que no se dirige a nosotros, pero que sonríe, nos reconcilia con la humanidad.
Este es un regalo que podemos dar sin costo alguno a aquellos que frecuentamos.
La sonrisa habla mucho y todavía no está sujeta al IVA, ¡gracias a Dios! Es verdad, pero no lo digas muy alto: podría dar ideas.
¿Se imaginan un país en el que la sonrisa sea la actitud que se requiere en las relaciones ordinarias, un país en el que, desde el jardín de infancia, se enseñe a los niños a sonreírse y no a golpearse? ¿No parecería un país peligroso?
Podría desarrollar tanta solidaridad entre sus miembros, tanta voluntad de ver triunfar el bien común, y tanta tenacidad para hacer todo lo posible por lograrlo, que podría ser visto como una competencia desleal, escapando de la ley de la selva y amenazando las relaciones internacionales, que se basan precisamente en la desconfianza y la competencia?
La sonrisa es como una invitación al diálogo. Y tal vez eso es lo que tememos.
Sonreír es inaugurar el Cielo en la tierra
Como todo lo que es humano, profundamente humano, la sonrisa es de doble filo. La sonrisa puede ser perversa y pervertida.
La perversión de la sonrisa es hacer de ella una fachada engañosa. Es entonces como una mentira: uno sonríe para engañar sobre sus intenciones.
Esto muestra la fuerza de la sonrisa, ¡ya que se puede utilizar eficazmente para obtener lo que no se obtendría por la fuerza!
Un hombre que sonríe para engañar a un niño representa un horror. No se dudará entonces en hablar de la sonrisa del diablo, el llamado Maligno, porque es hábil en engañar suavemente.
La sonrisa puede ser burlona, incisiva, cruel. Es una distracción indebida. La sonrisa puede ser ingenua. Es la sonrisa del inocente, el que no hace daño. Su sonrisa es una apertura, acoge sin desconfianza.
Es la sonrisa de un bebé. Esta sonrisa distiende los corazones duros. Es la sonrisa de la persona con síndrome de Down, que te sonríe porque no tiene idea de la maldad y piensa que tú tienes buenas intenciones. Si te molesta, no es su culpa.
La sonrisa, como el testimonio, cuando es franca y verdadera, es un arma que el Señor ha dado al hombre para desarmar al malvado.
Es sencillo experimentarlo: sonríe cuando estás al volante, sonríe a quien te pide información, sonríe a quien te insulta…
Se dice que en el Cielo los ángeles sonríen incesantemente, tan felices son de estar en una relación continua con su Señor. Es por eso que sonreír es para inaugurar el Cielo en la tierra.
Misión eminente al alcance del primer cristiano que viene: como el anuncio del Evangelio, se trata de cambiar la faz de la tierra.
Edifa, Aleteia
Vea también: Un decálogo de la felicidad y uno del amor
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