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sábado, 1 de mayo de 2021

Evangelio del día

 

ChristianArt 
 
Juan 14:7-14   Realizará obras aún más grandes
 
 

El martirio de San Felipe, Pintado por Jusepe de Ribera (1591-1652), Pintado hacia 1639, Óleo sobre lienzo
© Museo del Prado, Madrid

Jesús dijo a sus discípulos:

Si me conocéis a mí, conocéis también a mi Padre. Desde este momento lo conocéis y lo habéis visto'.

Felipe dijo: 'Señor, déjanos ver al Padre y entonces quedaremos satisfechos'.

Felipe, ¿he estado con vosotros todo este tiempo y aún no me conocéis? Haberme visto a mí es haber visto al Padre, así que ¿cómo puedes decir: "Veamos al Padre"?

¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? Las palabras que os digo no las digo como si fueran mías: es el Padre, que vive en mí, quien hace esta obra. Tenéis que creerme cuando digo que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí; creedlo por la evidencia de esta obra, si no por otra razón. Os digo muy solemnemente que quien crea en mí realizará las mismas obras que yo mismo, incluso realizará obras mayores, porque yo voy al Padre. Todo lo que pidáis en mi nombre lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si pedís algo en mi nombre, yo lo haré".

Comentario



Bulle

Beato Columba Marmion (1858-1923)
abad
Cristo, modelo y fuente de la santidad sacerdotal (Le Christ idéal du prêtre, Maredsous, 1951), trad. sc©evangelizo.org


“El que me ha visto, ha visto al Padre” (Jn 14,9)

“Sean perfectos cómo es perfecto el Padre que está en el cielo” (Mt 5,48). ¿Por qué nuestra perfección, nuestra santidad, debe reproducir la santidad divina, tan infinitamente distante de nuestra debilidad humana? ¿Nos es dado de poder conocer el misterio de esta vida divina? La respuesta a esta doble cuestión está en estas palabras: debemos parecernos a nuestro Padre del cielo, porque somos sus hijos por adopción. Para conocer la perfección de este Padre, nos es suficiente ir a Jesucristo.
San Juan nos dice: “Nadie ha visto jamás a Dios” (Jn 1,18). Entonces, ¿hay que desesperar de nunca poder conocerlo? No, ya que el discípulo agrega enseguida la luminosa verdad: “El que lo ha revelado es el Hijo Único, que es Dios y está en el seno del Padre”. San Pablo, entusiasmado por esta misma revelación, exclama: “Dios habita una luz inaccesible (cf. 1Tm 6,16). Pero también “el mismo Dios que dijo: «Brille la luz en medio de las tinieblas», es el que hizo brillar su luz en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo” (2 Cor 4,6). Cristo es Dios que se pone a nuestro alcance bajo forma humana. Después de la última cena, Felipe dijo a Jesús: “Señor, muéstranos al Padre” (Jn 14,18). Nuestro Señor le responde dando la clave del misterio: “Felipe, hace tanto tiempo que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conocen? El que me ha visto, ha visto al Padre” (Jn 14,9).
En Jesucristo todo es revelación de Dios. (…) A los pies de Jesús, aprendemos a conocer las perfecciones de Dios. Con la meditación de sus palabras, acciones, sus sufrimientos y muerte, penetramos en los secretos de la infinita misericordia. (EDD)


Oración

Dios todopoderoso y eterno, asístenos con tu gra-
cia para que llevemos a su más plena realidad, en
nosotros mismos, el misterio pascual que estamos ce-
lebrando, y para que así los que hemos renacido en
el bautismo demos frutos abundantes de vida cris-
tiana y alcancemos finalmente los goces de la vida
eterna. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.




















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