Sin la Santa Misa, ¿qué sería de nosotros? |
Sin la Santa Misa, ¿qué sería de nosotros? Todos aquí abajo pereceríamos ya que únicamente eso puede detener el brazo de Dios. Sin ella, ciertamente que la Iglesia no duraría y el mundo estaría perdido sin remedio. Santa Teresa de Jesús |
Se necesitan tres eternidades. |
Para ofrecer bien el Santo Sacrificio se necesitarían tres eternidades: una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para dar gracias. San Juan Eudes |
¡Eucaristizar, eucaristizar! |
¿Qué deberíamos hacer en nuestra vida? "Eucaristizar, eucaristizar". Convertirlo todo en Eucaristía para que podamos tener: el hombre eucarístico, la Iglesia eucarística, la tierra eucarística y así toda la vida es eucarística. Siervo de Dios Cardenal Francois-Xavier Nguyen Van Thuan |
El alimento espiritual que nos sostiene. |
La Santa Misa es el alimento espiritual que me sostiene y sin la cual no podría afrontar un solo día, ni una sola hora, la vida de entrega a los pobres que he elegido. Santa Madre Teresa de Calcuta |
¿Por qué no se apresuran a oír tantas Santas Misas como puedan? |
¡Oh gente engañada!, ¿qué están haciendo? ¿Por qué no se apresuran a las Iglesias a oír tantas Santas Misas como puedan? ¿Por qué no imitan a los ángeles, quienes cuando se celebra una Santa Misa, bajan en escuadrones desde el Paraíso y se estacionan alrededor de nuestros altares en adoración, para interceder por nosotros? Yo creo que si no existiera la Santa Misa, el mundo ya se hubiera hundido en el abismo por el peso de su iniquidad. La Santa Misa es el soporte poderoso que lo sostiene. San Leonardo de Porto Maurizio |
Hagamos todo lo posible para asistir a la Santa Misa diariamente. |
Haz, pues, todos los esfuerzos posibles para asistir todos los días a la Santa Misa, con el fin de ofrecer, con el sacerdote, el sacrificio de tu Redentor a Dios, su Padre, por ti y por toda la Iglesia. San Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia |
El Fiat pronunciado por María Santísima y el Amén que pronunciamos en la comunión. | |
Hay, pues, una analogía profunda entre el fiat pronunciado por María a las palabras del Ángel y el amén que cada fiel pronuncia cuando recibe el cuerpo del Señor. A María se le pidió creer que quien concibió "por obra del Espíritu Santo" era el "Hijo de Dios" (cf. Lc 1, 30.35). En continuidad con la fe de la Virgen, en el Misterio eucarístico se nos pide creer que el mismo Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, se hace presente con todo su ser humano-divino en las especies del pan y del vino. San Juan Pablo II | |
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