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jueves, 12 de agosto de 2021

Evangelio del día


 

Evangelio según San Mateo 18,21-35.19,1.

Se adelantó Pedro y le dijo: "Señor, ¿cuántas veces tendré que perdonar a mi hermano las ofensas que me haga? ¿Hasta siete veces?".
Jesús le respondió: "No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores.
Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos.
Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda.
El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo".
El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda.
Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: 'Págame lo que me debes'.
El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: 'Dame un plazo y te pagaré la deuda'.
Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía.
Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor.
Este lo mandó llamar y le dijo: '¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda.
¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de tí?'.
E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía.
Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".
Cuando Jesús terminó de decir estas palabras, dejó la Galilea y fue al territorio de Judea, más allá del Jordán.


Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.


Bulle

Santa Faustina Kowalska (1905-1938)
religiosa
Pequeño diario, 163


“No debías haber tenido compasión de tu compañero, como yo la tuve de ti?” (Mt 18,33)

¡Oh, Dios mío, Trinidad Santa, quiero adorar tu misericordia con cada respiro de mi vida, con cada latido de mi corazón, con cada pulsación. Quiero ser transformada en tu misericordia y ser así un reflejo viviente de ti, Señor! Que el mayor atributo de tu divinidad, tu misericordia insondable, se expande en mi alma y por mi corazón para cada uno de mis prójimos.
¡Ayúdame, Señor, para que mis ojos sean misericordiosos, que no juzgue ni sospeche nunca por solas las apariencias, antes bien sepa considerar la belleza de alma en mi prójimo y vaya en su auxilio! ¡Ayúdame, Señor, para que mi oído sea misericordioso, inclinándose ante las necesidades de mi prójimo y no quede indiferente ante sus sufrimientos y sus quejas! ¡Ayúdame, Señor, para que mi lengua sea misericordiosa; que nunca hable mal del prójimo sino que tenga para cada uno de ellos palabras de consuelo y de perdón! ¡Ayúdame, Señor, para que mis manos sean  misericordiosas; llénalas de buenas obras para que sepa hacer el bien al prójimo y cargarme con los trabajos más duros y desagradables! ¡Ayúdame, Señor, a que mis pies sean misericordiosos, corriendo en auxilio de mi prójimo, olvidando mi propia fatiga y mi repugnancia! Mi auténtico descanso consiste en servir al prójimo.
¡Ayúdame, Señor, a que mi corazón sea misericordioso para comprender los sufrimientos de mi prójimo! No cerraré mi corazón ante nadie; estaré cerca precisamente de aquellos que sé que van a abusar de mi bondad. Yo me refugiaré en el corazón misericordioso de Jesús. Acallaré mis propios sufrimientos. ¡Que tu misericordia, Señor, se derrame sobre mí! (EDD)


Oración 

Señor, Tú sabes que anhelo encontrarme con la verdad para mi vida, y sé que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. Ayúdame a que, en este momento de oración, pueda conocerte cada vez más, e iluminar con tu presencia mi vida y la de quienes me rodean.
























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