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jueves, 19 de agosto de 2021

Evangelio del día

 

Mateo 22:1-14
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos
Parábola del Gran Banquete,
Pintado por El Monogramista de Brunswick (activo a mediados del siglo XVI),
Pintado hacia 1525,
Óleo sobre tabla
© Museo Nacional, Varsovia
Jesús se puso a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes
 y a los ancianos del pueblo: "El reino de los cielos
puede compararse a un rey que hizo un banquete para la boda
 de su hijo. Envió a sus siervos a llamar a los invitados, pero
no quisieron venir. A continuación envió a otros siervos. "Decid
a los que han sido invitados", dijo, "que tengo mi
banquete preparado, mis bueyes y mi ganado cebado han
sido sacrificados, todo está listo. Venid a la boda". Pero no
les interesó: uno se fue a su granja, otro a sus negocios, y
 el resto agarró a sus sirvientes, los maltrató y los mató. El rey
 se puso furioso. Envió sus tropas, destruyó a aquellos
asesinos y quemó su ciudad. Luego dijo a sus siervos: "La
boda está preparada; pero como los que fueron
invitados resultaron ser indignos, id a los cruces de la ciudad
 e invitad a la boda a todos los que encontréis." Así que
estos siervos salieron a los caminos y reunieron a todos los
que pudieron encontrar, tanto malos como buenos; y el salón
de bodas se llenó de invitados. Cuando el rey entró a ver a
los invitados, se fijó en un hombre que no llevaba traje de boda,
 y le dijo: "¿Cómo has entrado aquí, amigo mío, sin traje
de boda?". Y el hombre guardó silencio. Entonces el rey dijo a
los asistentes: "Atadlo de pies y manos y echadlo a la
 oscuridad, donde habrá llanto y rechinar de dientes".
Porque muchos son los llamados, pero pocos los elegidos".

Comentario

Bulle

Santiago de Saroug (c. 449-521)
monje y obispo sirio
Homilía sobre el velo de Moisés


“Venid al banquete de bodas”

Las mujeres no están tan íntimamente unidas a sus maridos como lo está la Iglesia al Hijo de Dios. ¿Qué esposo, si no es Nuestro Señor, ha muerto jamás por su esposa, y qué esposa hay que haya jamás escogido a un esposo crucificado? ¿Quién ha hecho jamás el regalo de su sangre a su esposa, sino el que ha muerto en la cruz y sellado su unión nupcial con sus heridas? ¿Quién ha visto alguna vez muerto, yaciendo en el banquete de bodas y a su lado la esposa que le abraza para ser consolada? ¿En qué otra fiesta, en qué otro banquete, se ha distribuido a los invitados, bajo la forma de pan, el cuerpo del esposo?
La muerte separa  a  las esposas de sus maridos, pero aquí une la Esposa a su Amado. Él ha muerto en la cruz, ha dejado su cuerpo a su gloriosa Esposa, y ahora, cada día, a su mesa, ella toma su alimento… Se alimenta bajo la forma de pan que come y bajo la forma de vino que bebe, para que el mundo reconozca que ya no son dos, sino uno solo. (EDD)

Oración-Exhortación

¡Qué Jesús nos haga comprender esta parábola, que va también ahora para nosotros! ¡No busquemos sino revestirnos de Jesús, dejarnos cubrir por su gracia que es poderosa para salvarnos, y así, con esta Luz, Jesús mismo nos introducirá en lo secreto y más profundo de sus misterios y de su amor y beberemos el vino nuevo en su Reino!... (Dominicas Lerma)






















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