Entradas populares

martes, 3 de agosto de 2021

Evangelio del día

 

Mateo 14:22-36
Jesús caminaba por el lago
Caminando sobre el agua, cuadro de Yongsung Kim,
pintado en 1883, óleo sobre lienzo
© Yongsung Kim artista
Jesús hizo que los discípulos subieran a la barca y se adelantaran a la otra orilla mientras él despedía a la multitud. Después de despedir a la gente, subió al monte a orar. Al anochecer, estaba allí solo, mientras la barca, ya muy alejada del lago, luchaba con un mar muy fuerte, pues había viento en contra. En la cuarta vigilia de la noche se dirigió hacia ellos, caminando por el lago, y cuando los discípulos lo vieron caminar por el lago se asustaron. Dijeron: "Es un fantasma", y gritaron de miedo. Pero en seguida Jesús les llamó diciendo: "¡Ánimo! Soy yo. No tengáis miedo". Fue Pedro quien respondió. Señor -dijo-, si eres tú, dime que vaya a ti al otro lado del agua". Ven", dijo Jesús. Entonces Pedro bajó de la barca y empezó a caminar hacia Jesús a través del agua, pero en cuanto sintió la fuerza del viento, se asustó y empezó a hundirse. Señor, sálvame. Sálvame", gritó. Jesús le tendió enseguida la mano y le sostuvo. Hombre de poca fe", le dijo, "¿por qué dudaste? Y mientras subían a la barca, el viento amainó. Los hombres de la barca se inclinaron ante él y dijeron: "Verdaderamente eres el Hijo de Dios".

Después de la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Los habitantes del lugar, al reconocerlo, difundieron la noticia por todo el barrio y le llevaron a todos los enfermos, rogándole que les dejara tocar sólo el fleco de su manto. Y todos los que lo tocaron se curaron completamente.

Comentario

Bulle

San Agustín (354-430)
obispo de Hipona (África del Norte), doctor de la Iglesia
Sermón que se le atribuye, Apéndice nº 192; PL 39, 2100


«Mándame ir hacia ti andando sobe el agua»

Cuando Pedro, lleno de audacia, anda sobre el mar, sus pasos tiemblan, pero su afecto se refuerza...; sus pies se hunden, pero él se coge a la mano de Cristo. La fe le sostiene cuando percibe que las olas se abren; turbado por la tempestad, se asegura en su amor por el Salvador. Pedro camina sobre el mar movido más por su afecto que por sus pies...
No mira donde pondrá sus pies; no ve más que el rastro de los pasos de aquel que ama. Desde la barca, donde estaba seguro, ha visto a su Maestro y, guiado por su amor, se pone en el mar. Ya no ve el mar, ve tan sólo a Jesús.
Pero desde que, asustado por la fuerza del viento, aturdido por la tempestad, el temor comienza a velar su fe..., el agua se oculta bajo sus pies. La fe se debilita, y también el agua. Entonces grita: «¡Señor, sálvame!». Inmediatamente Jesús extiende la mano, lo agarra y le dice: «Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado? ¿Tan poca fe tienes que no has podido llegar hasta mí? ¿Por qué no has tenido suficiente fe para llegar hasta el final apoyándote en ella? Debes saber que, desde ahora, sólo esta fe te sostendrá por encima de las olas». Así pues, hermanos, Pedro duda un instante, va a perecer, pero se salva invocando al Señor... Ahora bien, este mundo es un mar en el que el demonio levanta las olas y donde las tentaciones hacen que se multipliquen los naufragios; tan sólo podemos salvarnos gritando al Señor, y él extenderá la mano para agarrarnos. Invoquémosle, pues, sin cesar. (EDD)

Oración

Señor Jesucristo, luz verdadera que alumbras a todo hombre y le muestras el camino de la salvación: concédenos la abundancia de tu gracia para que preparemos, delante de ti, sendas de justicia y de paz. Tú que vives y reinas con el Padre, en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios, por los siglos de los siglos. Amén.



















No hay comentarios:

Publicar un comentario