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sábado, 14 de agosto de 2021

Especialmente para los que NO suelen ir a Misa los Domingos

 



Reflexión diaria


El mejor grupo de oración es la Santa Misa

El mejor grupo de oración es la Santa Misa porque es la Iglesia entera unida a Cristo orando.

Padre Pedro Rubio hdv

La Santa Misa diaria es para todos.

San José Benito Cottolengo recomendaba la Santa Misa diaria para todos..., para maestras, enfermeras, trabajadores, doctores, padres..., y a los que objetaban no tener tiempo les decía: "¡Mal manejo del tiempo! ¡Mala economía del tiempo!". Y decía la verdad. Si tan sólo apreciáramos el valor infinito de la Santa Misa, estaríamos muy deseosos de asistir y trataríamos por todos los medios de encontrar los tiempos necesarios.


La devoción requerida por tan augusto sacrificio.

Nunca podrá el sacerdote celebrar la Santa Misa con la devoción requerida por tan augusto sacrificio.

El hombre no puede llevar a acabo acción más sublime ni más santa.

San Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia
Misa Atropellada


Hasta la consumación de los siglos en la Eucaristía y en las almas.

Ávido de sufrir, porque sus sufrimientos glorifican al Padre y son fuente de vida para las almas, no quedó Jesús satisfecho con los sufrimientos de su vida mortal, sino que quiere continuarlos hasta la consumación de los siglos en la Eucaristía y en las almas.

Siervo de Dios Mons. Luis María Martínez
Vida Espiritual

¿Cuáles son los bienes celestes que nos vienen con Jesús, cuando lo recibimos en la Eucaristía? 3

Recibimos el poder. Quien comulga tiene la fuerza divina para enfrentar todos los problemas y situaciones difíciles de aquí abajo. El águila para enseñar a sus crías a volar hasta las alturas les presenta la comida y se coloca arriba de ellos, elevándose siempre más y más a medida que sus crías se acercan, hasta hacerlos subir insensiblemente a los astros.

P. Antonio Rivero LC
La Eucaristía, Cap. 33: Eucaristía y Cielo

¿Cuáles son los bienes celestes que nos vienen con Jesús, cuando lo recibimos en la Eucaristía? 

 La felicidad. Nuestra alma, al entrar en el Cielo, se verá en plena posesión de la felicidad del propio Dios, sin miedo a perderla o de verla disminuir. ¿Y en la comunión no recibimos alguna parcelita de esa real felicidad? No nos es dada en su totalidad, pues entonces nos olvidaríamos del Cielo. Pero, ¡cuánta paz, cuánta dulce alegría no acompaña en la comunión! Cuanto más el alma se desapega de las afecciones terrenas, tanto más ha de disfrutar de esa felicidad al punto de que el mismo cuerpo se resiente y desea ya el Cielo. Es aquello de santa Teresa: "Muero porque no muero".

P. Antonio Rivero LC
La Eucaristía, Cap. 33: Eucaristía y Cielo





Apostolado de la Santa Misa Diaria



























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