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miércoles, 4 de agosto de 2021

Evangelio del día

 Hoy celebramos su fiesta

Mateo 15:21-28
Fiesta de San Juan Vianney, el cura de Ars
Reliquia de San Juan Vianney sosteniendo el corazón del santo,
Expuesta en la Catedral de San Patricio, Nueva York, Fotografiada en 2018,
© Chris Sheridan / Archidiócesis de Nueva York
Jesús dejó Genesaret y se retiró a la región de Tiro y Sidón. Entonces salió una mujer cananea de aquella comarca y se puso a gritar: "Señor, Hijo de David, apiádate de mí. Mi hija está atormentada por un demonio'. Pero él no le respondió ni una palabra. Sus discípulos fueron y le suplicaron. Dale lo que quiere", le dijeron, "porque está gritando detrás de nosotros". Él respondió: "Sólo he sido enviado a las ovejas perdidas de la casa de Israel". Pero la mujer se había acercado y estaba arrodillada a sus pies. Señor -dijo ella-, ayúdame". Él le respondió: "No es justo tomar la comida de los niños y echársela a los perros de la casa". Ella replicó: "Ah, sí, señor; pero hasta los perros domésticos pueden comer las sobras que caen de la mesa de su amo". Entonces Jesús le respondió: "Mujer, tienes mucha fe. Que se cumpla tu deseo'. Y a partir de ese momento, su hija volvió a estar bien.

Comentario


Bulle

San Hilario (c. 315-367)
obispo de Poitiers y doctor de la Iglesia
Comentario al evangelio de Mateo, 15 ; SC 258


“Mi hija está atormentada por un demonio”

Esta Cananea pagana no necesita para ella más curación, ya que confiesa a Cristo como el Señor e Hijo de David, pero ella pide ayuda para su hija, es decir para la muchedumbre pagana, prisionera por la dominación de espíritus impuros. El Señor se calla, guardando por su silencio el privilegio de la salvación a Israel... Llevando en él el misterio de la voluntad del Padre, responde que ha sido enviado a las ovejas perdidas de Israel, para que quedara claro, que la hija de la Cananea es el símbolo de la Iglesia... No se trata de que la salvación no sea dada también a los paganos, sino que el Señor había venido "para los suyos y en su casa" (Jn 1,11), y guarda las primicias de la fe para este pueblo del que había salido, después el resto deberá ser salvado por la predicación de los apóstoles...
Y para que comprendamos que el silencio del Señor proviene de la consideración del tiempo y no de un obstáculo puesto por él, añade: "¡Mujer, qué grande es tu fe!" Quería decir que esta mujer, conocedora de su salvación, tenía fe - o lo que es mejor todavía - en la alianza de los paganos, ya cercana, por su fe, serán liberados como la niña de toda forma de dominación de los espíritus impuros. Y la confirmación de esto llega: en efecto, después de la representación del pueblo pagano en la hija de la Cananea, hombres aquejados de diversas enfermedades son presentados al Señor por la muchedumbre, sobre la montaña (Mt 15,30). Son hombres descreídos, es decir enfermos, que son traídos por creyentes a la adoración y prosternación y a quienes se les devuelve la salvación con vistas a acoger, estudiar, y seguir a Dios.

Oración

Te amo, Oh mi Dios.
Mi único deseo es amarte
Hasta el último suspiro de mi vida.
Te amo, Oh infinitamente amoroso Dios,
Y prefiero morir amándote que vivir un instante sin Ti.
Te amo, oh mi Dios, y mi único temor es ir al infierno
Porque ahí nunca tendría la dulce consolación de tu amor,
Oh mi Dios,
si mi lengua no puede decir
cada instante que te amo,
por lo menos quiero
que mi corazón lo repita cada vez que respiro.
Ah, dame la gracia de sufrir mientras que te amo,
Y de amarte mientras que sufro,
y el día que me muera
No solo amarte pero sentir que te amo.
Te suplico que mientras más cerca estés de mi hora
Final aumentes y perfecciones mi amor por Ti.
Amén.





























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