“Hay un modo infalible de vencer el mal” dijo el
Papa Francisco durante el rezo del Ángelus de este
domingo: “Empezar por vencerlo dentro de uno
mismo”. Por esta razón el Santo Padre invitó a pedir
a la Virgen María, “que cambió la historia a través
de la pureza de su corazón”, que “nos ayude a
purificar el nuestro, superando, ante todo, el vicio
de culpabilizar a los demás y de quejarnos por todo”,
según informa la agencia de noticias de la Santa
Sede Vatican News.
Papa Francisco durante el rezo del Ángelus de este
domingo: “Empezar por vencerlo dentro de uno
mismo”. Por esta razón el Santo Padre invitó a pedir
a la Virgen María, “que cambió la historia a través
de la pureza de su corazón”, que “nos ayude a
purificar el nuestro, superando, ante todo, el vicio
de culpabilizar a los demás y de quejarnos por todo”,
según informa la agencia de noticias de la Santa
Sede Vatican News.
Al comentar el Evangelio de este domingo que
muestra a los escribas y fariseos asombrados por
la actitud de Jesús, que se escandalizaron al ver
que sus discípulos tomando alimentos sin realizar
las tradicionales abluciones rituales, el Papa dijo:
“También nosotros podríamos preguntarnos: ¿Por
qué Jesús y sus discípulos descuidan estas
tradiciones? Al fin y al cabo, no son cosas malas,
sino buenos hábitos rituales, simples lavados antes
de tomar lacomida. ¿Por qué Jesús no les presta
atención?”.
muestra a los escribas y fariseos asombrados por
la actitud de Jesús, que se escandalizaron al ver
que sus discípulos tomando alimentos sin realizar
las tradicionales abluciones rituales, el Papa dijo:
“También nosotros podríamos preguntarnos: ¿Por
qué Jesús y sus discípulos descuidan estas
tradiciones? Al fin y al cabo, no son cosas malas,
sino buenos hábitos rituales, simples lavados antes
de tomar lacomida. ¿Por qué Jesús no les presta
atención?”.
El riesgo de una religiosidad de la apariencia
Francisco explicó que para el Señor es importante
devolver la fe a su centro. “Y evitar un riesgo,
que vale para aquellos escribas como para
nosotros: observar las formalidades externas
dejando en segundo plano el corazón de la fe”.
“Es el riesgo de una religiosidad de la apariencia
-continuó el Santo Padre-, aparentar ser bueno por
fuera, descuidando purificar el corazón. Siempre
existe la tentación de ‘arreglar a Dios’ con alguna
devoción externa, pero Jesús no se conforma con
este culto. No quiere lo externo, quiere una fe que
llegue al corazón”.
devolver la fe a su centro. “Y evitar un riesgo,
que vale para aquellos escribas como para
nosotros: observar las formalidades externas
dejando en segundo plano el corazón de la fe”.
“Es el riesgo de una religiosidad de la apariencia
-continuó el Santo Padre-, aparentar ser bueno por
fuera, descuidando purificar el corazón. Siempre
existe la tentación de ‘arreglar a Dios’ con alguna
devoción externa, pero Jesús no se conforma con
este culto. No quiere lo externo, quiere una fe que
llegue al corazón”.
Las cosas malas nacen desde el corazón
Tras recordar que Jesús dice a la multitud que
“no hay nada fuera del hombre que, entrando
en él, pueda hacerlo impuro” y que, en cambio,
es “desde dentro, desde el corazón” que nacen
las cosas malas, el Pontífice añadió: “Estas
palabras son revolucionarias, porque en la
mentalidad de entonces se pensaba que ciertos
alimentos o contactos externos lo hacían a uno
impuro. Jesús invierte la perspectiva: no es malo
lo que viene de fuera, sino lo que nace de dentro”.
“no hay nada fuera del hombre que, entrando
en él, pueda hacerlo impuro” y que, en cambio,
es “desde dentro, desde el corazón” que nacen
las cosas malas, el Pontífice añadió: “Estas
palabras son revolucionarias, porque en la
mentalidad de entonces se pensaba que ciertos
alimentos o contactos externos lo hacían a uno
impuro. Jesús invierte la perspectiva: no es malo
lo que viene de fuera, sino lo que nace de dentro”.
El Santo Padre agregó que esto también nos
concierne a nosotros, que solemos pensar “que el
mal provenga sobre todo de fuera: de los
comportamientos de los demás, de quien piensa
mal de nosotros, de la sociedad”.
concierne a nosotros, que solemos pensar “que el
mal provenga sobre todo de fuera: de los
comportamientos de los demás, de quien piensa
mal de nosotros, de la sociedad”.
Culpar a los demás
“¡Cuántas veces culpamos a los demás, a la
sociedad, al mundo, de todo lo que nos sucede!
Siempre es culpa de los ‘demás’: de la gente, de
quien gobierna, de la mala suerte”. También afirmó
que “parece que los problemas lleguen siempre de
fuera”. Y que “pasamos el tiempo repartiendo culpas;
pero pasar el tiempo culpando a los demás es perder
el tiempo”. Y continuó: “No se puede ser
verdaderamentereligioso quejándose: la ira,
el resentimiento y la tristeza
cierran las puertas a Dios”.
sociedad, al mundo, de todo lo que nos sucede!
Siempre es culpa de los ‘demás’: de la gente, de
quien gobierna, de la mala suerte”. También afirmó
que “parece que los problemas lleguen siempre de
fuera”. Y que “pasamos el tiempo repartiendo culpas;
pero pasar el tiempo culpando a los demás es perder
el tiempo”. Y continuó: “No se puede ser
verdaderamentereligioso quejándose: la ira,
el resentimiento y la tristeza
cierran las puertas a Dios”.
Por esta razón, el Papa Francisco invitó a pedir
al Señor “que nos libre de culpar a los demás”.
Y que pidamos “la gracia de no perder el tiempo
contaminando el mundo con quejas, porque esto
no es cristiano”. “Más bien -prosiguió-, Jesús
nos invita a mirar la vida y el mundo desde el
corazón. Si nos miramos por dentro, encontraremos
casi todo lo que detestamos fuera”.
al Señor “que nos libre de culpar a los demás”.
Y que pidamos “la gracia de no perder el tiempo
contaminando el mundo con quejas, porque esto
no es cristiano”. “Más bien -prosiguió-, Jesús
nos invita a mirar la vida y el mundo desde el
corazón. Si nos miramos por dentro, encontraremos
casi todo lo que detestamos fuera”.
Aprender a acusarnos a nosotros mismos
Si “pedimos sinceramente a Dios que nos purifique
el corazón”, comenzaremos “a hacer más limpio
el mundo, porque hay un modo infalible de vencer
el mal: empezar por vencerlo dentro de uno mismo”.
el corazón”, comenzaremos “a hacer más limpio
el mundo, porque hay un modo infalible de vencer
el mal: empezar por vencerlo dentro de uno mismo”.
Concluyó invocando a la Virgen María, “que
cambió la historia a través de la pureza de su
corazón”, que “nos ayude a purificar el nuestro,
superando ante todo el vicio de culpabilizar a los
demás y de quejarnos por todo”.
cambió la historia a través de la pureza de su
corazón”, que “nos ayude a purificar el nuestro,
superando ante todo el vicio de culpabilizar a los
demás y de quejarnos por todo”.
Vatican News - ReL
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