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jueves, 26 de agosto de 2021

Evangelio del día

 

Mateo 24:42-51
El siervo deshonesto que come y bebe con los borrachos

¡Cuidado con el lujo!

Jesús dijo a sus discípulos: "Estad despiertos, porque no sabéis el día en que vendrá vuestro maestro. Podéis estar seguros de que si el dueño de casa hubiera sabido a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, habría permanecido despierto y no habría permitido que nadie traspasara la pared de su casa. Por eso, también vosotros debéis estar preparados, porque el Hijo del Hombre viene a una hora que no esperáis.

¿Qué siervo, pues, es lo bastante fiel y prudente como para que el amo lo ponga al frente de su casa para darles la comida a su debido tiempo? Feliz ese siervo si la llegada de su amo lo encuentra en este empleo. Os digo solemnemente que lo colocará sobre todo lo que posee. Pero en cuanto al siervo deshonesto que se dice a sí mismo: "Mi amo se toma su tiempo", y se pone a golpear a sus compañeros y a comer y beber con los borrachos, su amo vendrá un día que no espera y a una hora que no conoce. El amo lo cortará y lo enviará a la misma suerte que los hipócritas, donde habrá llanto y rechinar de dientes".

Comentario


Bulle

Homilía atribuida a San Macario de Egipto (¿-390)
monje
Homilías espirituales, nº 33


Para la oración, velar en espera de Dios

     Para orar no hacen falta ni gestos, ni gritos, ni silencio, ni arrodillarse. Nuestra oración, a la vez prudente y fervorosa, debe ser una espera de Dios, hasta que Dios venga y visite nuestra alma a través de todos sus caminos de acceso a ella, todos sus senderos, todos sus sentidos. Tregua de nuestros silencios, de nuestros gemidos y de nuestros sollozos: no busquemos en la oración otra cosa que el abrazo de Dios.
     En el trabajo ¿no empleamos con esfuerzo todo nuestro cuerpo? ¿No colaboran al mismo todos nuestros miembros? Que nuestra alma se consagre toda entera a la oración y al amor del Señor; que no se deje distraer ni dar tirones por sus pensamientos; que ponga toda su atención en Cristo. Entonces Cristo la iluminará y le enseñara la verdadera oración, le dará la petición pura y espiritual que es según Dios, la adoración «en espíritu y en verdad» (Jn 4,24).
     El que ejerce de comerciante no busca simplemente una ganancia. Por todos los medios se esfuerza en engrandecerlo y hacerlo crecer. Emprende nuevos viajes y renuncia a los que le parecen no son de provecho; sólo marcha con la esperanza de un negocio. Como él, sepamos nosotros conducir nuestra alma por los caminos más diversos y más oportunos, y adquiriremos, oh ganancia suprema y verdadera, ese Dios que os enseña a orar en verdad.
     El Señor se aposenta en un alma fervorosa, hace de ella su trono de gloria, se sienta en él y se queda allí. (EDD)

Oración

De cara al fin del mundo (para ti es la hora de tu muerte, ¿verdad?)







































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