(arriba) "En nombre del Consejo del Generalado y en nombre de la Congregación de los Misioneros del Sagrado Corazón:
(abajo)
Dirigimos nuestras sinceras felicitaciones al nuevo obispo del Vicariado Apostólico de San Miguel de Sucumbíos, Ecuador, este día 23 de Octubre 2024 Msgr. Moacir Goulart de Figueredo MSC. (Marchar con la Cruz)
Rezamos para que usted sea un buen pastor que suscita la fe, la caridad y el amor para el pueblo de Dios en el Vicariado Apostólico de San Miguel de Sucumbíos, Ecuador."
¿Cómo educar emocionalmente a los hijos para garantizarles una sana autoestima y un correcto desarrollo con el que logren ser autónomos?
Los padres siempre queremos que nuestros hijos sean felices. Para ello tenemos que tener cubiertas necesidades básicas como su alimentación, higiene y descanso. Pero nuestros hijos también tienen necesidades afectivas que hemos de atender con felicidad y amor.
Un hijo necesita experimentar el afecto de sus padres para desarrollar una sana autoestima y les permitirá gozar de la seguridad necesaria para alcanzar, con el paso de los años, su autonomía personal.
Dar al niño el afecto que necesita no significa ser excesivamente tolerante con él, ni sobreprotegerle. El niño puede sentirse querido a pesar de que se le reprenda cuando es necesario, siempre y cuando note que estas correcciones se hacen con cariño y rigidez a la vez.
Por otra parte, es importante premiar sus logros, esfuerzos y conductas correctas; de esta manera, reforzaremos la buena actitud del niño sin dejar de sancionar aquellas que pueden ser nocivas para su desarrollo psicológico y social.
A continuación encontrarás 6 maneras de amar a los hijos para que sean felices:
1Decirle que le queremos
Es importante que todos los días busquemos un momento para decirle a nuestro hijo que le queremos y que sienta que estamos pendiente de él. No solo tenemos que pensarlo sino también tenemos que verbalizarlo.
Saber que su familia le quiere y le apoya es básico para reforzar su autoestima.
2Tiempo en cantidad
No solo hay estar cerca de ellos todos los días, sino que tenemos que dedicarles nuestro tiempo cuando nos piden ayuda o cuando quieren jugar con nosotros. El tiempo de calidad no puede sustituir nunca al tiempo en cantidad.
3Ayudarles a gestionar sus emociones
Nuestros hijos tienen que aprender, desde pequeño, a gestionar sus emociones. Normalmente lo suelen conseguir cuando siguen el ejemplo de sus padres. Por ello, tenemos que comprender sus reacciones, miedos, problemas y afectos.
Además, debemos dar ejemplo con nuestra reacción ante los obstáculos y dificultades. No podemos pretender que nuestro hijo no se enfade si nosotros lo hacemos ante el primer problema.
4Establecer límites y normas en casa
Los niños necesitan conocer los límites y las normas. Tienen que saber que no pueden jugar con la tablet cuatro horas seguidas o comer con la televisión encendida. Necesitan saber hasta dónde pueden llegar y cuál es su papel en la familia.
Desde pequeños, deben tener pequeñas obligaciones en la familia, como ordenar su habitación o poner la mesa. Los límites son importantes para su desarrollo y para la convivencia familiar.
5Un padre siempre es un padre
Es importante que nuestros hijos nos vean como padres y madres. No somos sus amigos y menos sus criados. Tienen que saber que no estamos a su entera disposición y tampoco somos sus compañeros del colegio.
6Siempre refuerzo positivo
Otra de nuestras funciones es apoyar siempre a nuestros hijos. Tenemos que valorar los esfuerzos que hacen en su vida diaria y decírselos. No solo les tenemos que recriminar lo malo, sino también comentarles lo que han hecho bien.
El apoyo de la familia es fundamental para su desarrollo como personas responsables.
Las necesidades afectivas de nuestros hijos son tan importantes como la alimentación o la higiene y pueden afectar su salud mental. Las madres y los padres somos piezas fundamentales en esta seguridad afectiva en su infancia y en su adolescencia.
Invitamos a
los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y
asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa
Francisco.
212. La preparación próxima al matrimonio tiende a
concentrarse en las invitaciones, la vestimenta, la fiesta y los innumerables
detalles que consumen tanto el presupuesto como las energías y la alegría. Los
novios llegan agobiados y agotados al casamiento, en lugar de dedicar las
mejores fuerzas a prepararse como pareja para el gran paso que van a dar
juntos. Esta mentalidad se refleja también en algunas uniones de hecho que
nunca llegan al casamiento porque piensan en festejos demasiado costosos, en
lugar de dar prioridad al amor mutuo y a su formalización ante los demás.
Queridos novios: «Tened la valentía de ser diferentes, no os dejéis devorar por
la sociedad del consumo y de la apariencia. Lo que importa es el amor que os
une, fortalecido y santificado por la gracia. Vosotros sois capaces de optar
por un festejo austero y sencillo, para colocar el amor por encima de todo».
Los agentes de pastoral y la comunidad entera pueden ayudar a que esta
prioridad se convierta en lo normal y no en la excepción.
213. En la preparación más inmediata es importante iluminar
a los novios para vivir con mucha hondura la celebración litúrgica, ayudándoles
a percibir y vivir el sentido de cada gesto. Recordemos que un compromiso tan
grande como el que expresa el consentimiento matrimonial, y la unión de los
cuerpos que consuma el matrimonio, cuando se trata de dos bautizados, sólo
pueden interpretarse como signos del amor del Hijo de Dios hecho carne y unido
con su Iglesia en alianza de amor. En los bautizados, las palabras y los gestos
se convierten en un lenguaje elocuente de la fe. El cuerpo, con los
significados que Dios ha querido infundirle al crearlo «se convierte en el
lenguaje de los ministros del sacramento, conscientes de que en el pacto
conyugal se manifiesta y se realiza el misterio»[242].
De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Capítulo VI De la
Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Algunas Perspectivas Pastorales)
El problema "es cómo conseguir que el sacramento de la confirmación no se reduzca, en la práctica, a una 'extremaunción', es decir, al sacramento de la 'salida' de la Iglesia", dijo el Papa.
Francisco celebró este miércoles la habitual Audiencia General, en la que dedicó la catequesis al sacramento de la Confirmación e invitó a redescubrir las primicias del Espíritu Santo.
El Papa propuso a los creyentes: "Quitarnos las cenizas de la costumbre y del desentendimiento, para convertirse, como los portadores de la antorcha en las Olimpiadas, en portadores de la llama del Espíritu".
Francisco también pidió que la Confirmación no se convierta en el "sacramento del adiós", sino el inicio de una participación activa guiada por la acción del Espíritu Santo a través de dos canales: la Palabra de Dios y los Sacramentos.
Nos afecta a todos
"El tema del Espíritu Santo como 'sello real' con el que Cristo marca a sus ovejas es la base de la doctrina del 'carácter indeleble' que confiere este rito (...). El rito de la unción tomó forma como un sacramento por derecho propio, asumiendo diferentes formas y contenidos en las diversas épocas y ritos de la Iglesia", comentó el Papa.
El problema "es cómo conseguir que el sacramento de la confirmación no se reduzca, en la práctica, a una 'extremaunción', es decir, al sacramento de la 'salida' de la Iglesia. Se dice que es el sacramento del 'adiós', porque una vez que lo reciben, los jóvenes se van, y volverán después para el matrimonio", señaló.
"Debemos hacer que sea el sacramento del inicio de una participación activa en su vida. Es un objetivo que puede parecernos imposible, dada la situación actual en casi toda la Iglesia, pero eso no significa que debamos dejar de perseguirlo", afirmó.
"Pero esto no sólo afecta a los futuros confirmandos; nos afecta a todos y en todo momento. Junto con la Confirmación y la Unción, hemos recibido también, nos asegura el Apóstol, la ‘prenda del Espíritu’ que en otro lugar llama 'las primicias del Espíritu' (Rom 8,23). Debemos 'gastar' esta garantía, disfrutar de estas primicias, no enterrar bajo tierra los carismas y talentos recibidos".
Puedes escuchar aquí la audiencia del Papa Francisco.
Por último, recordó que San Pablo exhortó a su discípulo Timoteo a "reavivar el don de Dios, recibido por la imposición de manos" (2 Tm 1,6), "y el verbo utilizado sugiere la imagen de quien sopla sobre el fuego para reavivar su llama".
"He aquí un hermoso objetivo para el año jubilar. Quitarnos las cenizas de la costumbre y del desenganche, para convertirnos, como los portadores de la antorcha en las Olimpiadas, en portadores de la llama del Espíritu. Que el Espíritu nos ayude a dar algunos pasos en esta dirección", concluyó el Papa.
Hermanos, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder.
Revístanse con la armadura de Dios, para que puedan resistir las insidias del demonio.
Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el espacio.
Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de haber superado todos los obstáculos.
Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y vistiendo la justicia como coraza.
Calcen sus pies con el celo para propagar la Buena Noticia de la paz.
Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las flechas encendidas del Maligno.
Tomen el casco de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios.
Eleven constantemente toda clase de oraciones y súplicas, animados por el Espíritu. Dedíquense con perseverancia incansable a interceder por todos los hermanos,
y también por mí, a fin de que encuentre palabras adecuadas para anunciar resueltamente el misterio del Evangelio,
del cual yo soy embajador en medio de mis cadenas. ¡Así podré hablar libremente de él, como debo hacerlo!
Salmo 144(143),1.2.9-10.
Bendito sea el Señor, mi Roca,
el que adiestra mis brazos para el combate
y mis manos para la lucha.
El es mi bienhechor y mi fortaleza,
mi baluarte y mi libertador;
él es el escudo con que me resguardo,
y el que somete los pueblos a mis pies.
Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo
y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas,
porque tú das la victoria a los reyes
y libras a David, tu servidor.
Evangelio según San Lucas 13,31-35.
En ese momento se acercaron algunos fariseos que le dijeron: "Aléjate de aquí, porque Herodes quiere matarte".
El les respondió: "Vayan a decir a ese zorro: hoy y mañana expulso a los demonios y realizo curaciones, y al tercer día habré terminado.
Pero debo seguir mi camino hoy, mañana y pasado, porque no puede ser que un profeta muera fuera de Jerusalén.
¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!
Por eso, a ustedes la casa les quedará vacía. Les aseguro que ya no me verán más, hasta que llegue el día en que digan: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!".
“Dios quiere que todos los hombres se salven” (1 Tim 2,4)
Dios no creó al hombre para que se pierda sino para que viva eternamente, designio que permanece inmutable. Cuando ve brillar en nosotros el más pequeño destello de buena voluntad, o que él mismo lo hace surgir de la dura piedra de nuestro corazón, en su bondad, lo cuidará atentamente. Lo estimula, lo fortifica con su inspiración, “porque Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4).
“El Padre que está en el cielo no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños” (Mt 18,14). (…) Dios es veraz, no miente cuando asegura “Juro por mi vida –oráculo del Señor– que yo no deseo la muerte del malvado, sino que se convierta de su mala conducta y viva” (Ez 33,11). Su deseo es que no se pierda un solo pequeño y sería un enorme sacrilegio que pensemos, al contrario, que él no quiere la salvación de todos sino sólo de algunos. Si alguien se pierde, sería lo opuesto de lo que Dios quiere. Cada día exclama “¡Conviértanse, conviértanse de su conducta perversa! ¿Por qué quieren morir, casa de Israel?” (Ez 33,11). De nuevo clama “¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!” (Mt 23,37) y no cesa de clamar “¿Por qué ha defeccionado este pueblo y Jerusalén es una apostasía sin fin? Ellos se aferran a sus ilusiones, se niegan a volver. Endurecieron su rostro más que una roca, no quisieron convertirse” (cf. Jer 8,5. 5,3).
La gracia de Cristo está siempre a nuestra disposición. Como “él quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2,4), los llama a todos, sin excepción “Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré” (Mt 11,28). (EDD)
Oración
"Te necesitamos, oh Cristo Señor, Dios-con-nosotros, para aprender el amor verdadero y caminar con el gozo y la fuerza de tu caridad".