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sábado, 30 de abril de 2016

Dios pasa por tu vida y descubres quién eres

Irrumpe de repente, se queda para siempre

hands manos

Carlos Padilla Esteban, Aleteia
Me gusta vivir este tiempo de Pascua. Es como si quisiera retener esos momentos de luz junto a Jesús en mi vida.

Pienso en el lago y en la pesca. Pienso en un camino que llega hasta ese pan que se parte. Pienso en una mano tocando la herida abierta. En un abrazo. En unas pocas palabras. En una mirada de luz y esperanza.

Me gusta imaginar esos momentos de Jesús con sus discípulos. Me imagino la ansiedad por querer apurar rápidamente la copa de su presencia. Retener sus pocas palabras. Absorber sus silencios. Súbitamente vuelve a sus vidas. Y ellos retienen con rapidez toda la vida que desprende. Toda esa luz que acaba con las sombras.

La Pascua me habla de un paso fugaz pero verdadero. El paso de Dios por mi vida. Irrumpe de repente. Se queda para siempre. Pienso en ese paso de Dios que quiere cambiarme el corazón. Yo me resisto tantas veces.

La Pascua llena la vida de luz y de flores. De árboles que comienzan a dar vida en sus brotes. De un jardín que se tiñe de nuevos colores. La Pascua y la primavera van tan unidas. Acaba el frío del invierno.
Y lentamente se abre paso por la tierra una nueva vida. Un brote de esperanza. Un nuevo resurgir en ese páramo en el que todo parecía muerto. Pero estaba dormido.

A veces en mi vida presiento el invierno. Como un halo gris que lo cubre todo y me lleva a hacer las cosas de forma mecánica. Y de repente una fuerza desconocida cambia la dinámica. Lo veo todo con más luz. Algo ha cambiado.

Una persona rezaba: “Sé que la vida es eterna y yo sólo tejo unos pocos días en medio de este mundo. Quiero. Amo. Deseo. Y toco con mis manos la frescura de la piel. Y una tierra nueva que se abre ante mis ojos. Y quiero empezar a vivir. Y quiero morir de repente. Y quiero lo que no tengo. Y quiero lo que poseo. Y no quiero perder nada de cuanto me has dado. Y mis manos abrazan, retienen, tocan. Quiero abrir las compuertas que dejan salir toda el agua que llevo dentro. Y doy luz. Y me oculto. Y las sombras a veces parecen desdibujar el sentido de mi vida. Pero entonces te encuentro ti, Jesús, junto a mí, conmigo. Y me miras. Y te miro. Y me acerco para alzarme en tus brazos caídos. Y quiero tocar tus heridas. Y quiero gritar como Juan: -Es el Señor, y correr a tu encuentro. Tengo el alma llena y vacía. Tengo el corazón pequeño y lleno de ansia de infinito Y sé que si te abrazo me abrazas. Y sé que si te tengo me tienes. Y sé que si corro a tu lado Tú corres. Y si me callo me hablas. Y si te hablo te callas. Callamos juntos en un abrazo fuerte comprimido con las manos en tu espalda. Y tus manos en mi espalda. Y corro delante de ti. Y te espero. Y me esperas”.

Me gustan esas palabras que hablan de un encuentro eterno. Porque la Pascua es luz y encuentro. Es conocerme a mí mismo hasta las más hondas entrañas.

Porque sé que si no me conozco apenas podré dar lo que tiene el alma. Pretenderé ser como otros. Buscaré parecerme a los que admiro. Y desconoceré la fuente de la que brota mi verdadera paz, mi auténtica felicidad.

Creo que los discípulos aprendieron su nombre verdadero esos días junto al resucitado. En su luz les fue más claro saber quiénes eran. Su valor, su belleza. Se miraron en Jesús como en un espejo.
Quizás son los otros los que reflejan en su alma como en un espejo cómo es mi vida. Es en otros, en los que me aman, donde aprendo de verdad todo lo que valgo. Y me acepto. Y me quiero. Y comprendo que hay cosas que no están bien. O descubro las sombras. Y veo los sueños.

Y desvelo los deseos más auténticos. Incluso esos deseos que me asustan. Porque me hablan de un mundo interior que yo mismo desconozco. Y me abrazo al deseo más escondido en el corazón de Jesús. Cuando le miro a los ojos. En sus ojos mis ojos. En su corazón lo más verdadero de mi vida. Quiero guardar en el alma mis encuentros de Pascua. ¿Cuántos tengo? ¿Dónde están esas historias de mi vida en las que puedo narrar sin miedo a equivocarme cómo Jesús un día llegó a mi vida y lo cambió todo, se quedó para siempre?
¿Puedo dibujar en un cuadro imperfecto un camino de dos, o de tres, o de varios en los que Jesús me hizo ver el sentido de mi vida?

Quiero avanzar por la senda de la luz de estas semanas de Pascua. Cada semana algo más de luz, de paz, de vida. Cada semana una oportunidad nueva para volver a nacer. Para ser hecho de nuevo en esas manos llagadas que me traen una vida verdadera.

Para San Juan Pablo II, la vida sexual de los esposos era «el centro de su vida espiritual»

Lo afirma el filósofo Yves Semen, experto en su Teología del Cuerpo

Para San Juan Pablo II, la vida sexual de los esposos era «el centro de su vida espiritual»


La espiritualidad matrimonial no consiste únicamente en que los esposos recen juntos y realicen prácticas de piedad que los unan más a Dios. La vivencia de la espiritualidad en esta vocación particular pasa, necesariamente, por la donación total y recíproca del cuerpo. Es más: la unión conyugal es el centro y el corazón de la vida espiritual del matrimonio. Esto es lo que explica Yves Semen, fundador y presidente del Instituto de Teología del Cuerpo de Lyon (Francia), en esta entrevista concedida a Isabel Molina Estrada para la revista Misión.

Yves Semen, fundador y presidente del Institut de Théologie du Corps de Lyon (Francia), y autor de La espiritualidad conyugal según Juan Pablo II (Desclée De Brouwer, 2011) asegura que “no es a pesar de nuestra sexualidad –y menos contra ella– como debemos crecer en cuanto esposos en la vida espiritual, sino por y a través de su ejercicio ordenado, es decir, conforme a su finalidad”. Y añade: La vida sexual de los esposos no puede ser como un paréntesis en su vida espiritual, sino al contrario: su corazón y su centro”. Su innovador planteamiento se basa en muchos años de estudio y divulgación de la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II.

El autor nos descubre que, durante casi veinte siglos, no existió en la Iglesia “una espiritualidad específicamente conyugal”. Aunque la literatura espiritual había sido siempre abundante en una espiritualidad para sacerdotes y religiosos, era pobre en una espiritualidad que tuviera en cuenta la grandeza y profundidad de la vocación matrimonial como un camino específico de santidad. Los matrimonios se veían “obligados” a alimentarse de una espiritualidad que no correspondía a su estado ni a su vocación. Gracias a la Teología del Cuerpo de Juan Pablo II, hoy sabemos que “tanto el matrimonio como la entrega de sí mismo a los demás a través del celibato ‘por el Reino’ suponen el don total de sí, y que ambas vocaciones –matrimonio y virginidad– pueden conducir a la santidad”. Misión conversó con Yves Semen para profundizar en su novedoso planteamiento.


-¿En qué consiste la espiritualidad de las personas casadas?
-Su espiritualidad es la propia de las parejas casadas, no la transposición de una espiritualidad de religiosos o religiosas a la vida matrimonial. Es decir, debe articularse en lo que distingue la vida matrimonial de la vida consagrada: el don del cuerpo. El que elige el “celibato por el Reino” –en palabras de Cristo–, busca encontrar la unión con Dios en una relación directa con Él. En cambio, en el matrimonio, se recibe una llamada interior para encontrar la unión con Dios por y a través de la donación de uno mismo –incluida la donación carnal– a otra persona. Compartir la vivencia carnal –no solo sexual, sino también del afecto, la ternura y de todo lo que Juan Pablo II llamó el “lenguaje del cuerpo”– es constitutivo de la espiritualidad conyugal. Y es esencial entenderlo bien porque, de lo contrario, se intenta vivir una espiritualidad de celibato en el matrimonio y los esposos se extravían. Así, observamos a personas casadas que buscan a Dios fuera de su matrimonio o a pesar de su matrimonio, cuando precisamente su vocación al matrimonio debería llevarles a buscar a Dios por y a través de su matrimonio, es decir, por y a través de la donación a su cónyuge.

-¿En qué momento se da cuenta la Iglesia de que existe una espiritualidad “específicamente conyugal”?
-Los primeros elementos de una espiritualidad conyugal se encuentran en San Francisco de Sales, pero es sobre todo en el siglo XX cuando la Iglesia comienza a poner el foco en ella y empiezan a surgir movimientos de espiritualidad conyugal. Pienso, por ejemplo, en lo que tuvo lugar en Francia bajo la influencia del Padre Caffarel y los Equipos de Nuestra Señora.

-¿Por qué tardó tanto la Iglesia en presentar esta espiritualidad?
-Es difícil saberlo. Pero después de siglos durante los cuales se ha desplegado toda la belleza de la espiritualidad religiosa y sacerdotal, la Iglesia está llamada hoy a desplegar otra dimensión del tesoro que ha recibido: la espiritualidad conyugal. Se espera así lograr un equilibrio entre las dos modalidades posibles de una misma y única vocación de todo hombre y toda mujer: el don de sí mismo, lo que Juan Pablo II llamó la “vocación esponsal” de la persona. Esta puede realizarse en el don de sí mismo a Dios, a través de la vocación esponsal virginal (consagrada, religiosa o sacerdotal), o en el don de sí mismo a otra persona: la vocación esponsal conyugal.


-¿Qué importancia tiene el acto conyugal, más allá de la procreación?
-Ante todo, no hay que reducir el acto conyugal a una simple necesidad para dar la vida. Tanto la procreación como la comunión son fines del acto conyugal, y están intrínsecamente unidos: la comunión de los esposos los lleva a querer dar la vida, ya que cualquier comunión auténtica tiende a la fecundidad. Además, el don da la vida completa y perfecciona la comunión. Por tanto, debemos mantener unidos estos dos significados del acto conyugal –que se condicionan el uno al otro–, como ya pedía Pablo VI en su encíclica Humanae Vitae, en 1968.

-¿Cómo se unen en el matrimonio la espiritualidad y la vivencia de la corporalidad?
-Este es el reto de todo matrimonio que quiera llevar una vida auténticamente cristiana. Esto no sucede de repente ni sin dificultad, pero no es imposible. De lo contrario, La Iglesia nos estaría engañando si nos presentase el matrimonio como una vocación cristiana a la santidad. Es, a la vez, la exigencia y la grandeza del matrimonio.

-¿Es la vocación al matrimonio inferior a la del sacerdocio o la vida religiosa?
-Por supuesto que no. Juan Pablo II declaró enfáticamente: “En las palabras de Cristo sobre la castidad ‘para el reino de los cielos’, no hay ninguna referencia a una ‘inferioridad’ del matrimonio en lo que se refiere al cuerpo o a la esencia del matrimonio (el hecho de que el hombre y la mujer se unen para convertirse en una sola carne)”. Y de nuevo: “El matrimonio y la castidad [‘por el Reino’] no son opuestos, y no dividen a la comunidad humana y cristiana en dos campos, digamos: el de los ‘perfectos’, gracias a la castidad [en celibato], y el de los ‘imperfectos’ o menos perfectos, por culpa de la realidad de su vida matrimonial”. ¡No se puede ser más claro! Sin embargo, la práctica total de los votos de pobreza, castidad y obediencia de la vida religiosa permiten llegar con mayor facilidad a la caridad plena, que es la única medida válida de la vida cristiana.

-¿Es más difícil llegar a la santidad acompañado que solo?
-Hay un proverbio chino que dice: “Solo se llega rápido; acompañado se llega lejos”. Cuando se es dos, hay que llevarse el uno al otro; pero, al mismo tiempo, estamos llamados a tener en cuenta a la otra persona para avanzar juntos. Tentaciones no faltan para huir de esta exigencia del matrimonio… Si no nos sentimos llamados a avanzar así en la vida cristiana, puede ser que no tengamos vocación matrimonial y eso es legítimo.

-Usted dice que el perdón es necesario para la comunión conyugal; ¿cuántas veces hay que perdonar al cónyuge?
-Tantas veces como Cristo nos pide que lo hagamos: setenta veces siete, es decir, ¡no hay límites! El perdón es el punto de paso obligado de la comunión, porque las faltas que los esposos tienen que perdonarse el uno al otro son siempre atentados contra esta. En este sentido, el perdón es lo que permite la perpetua restauración de la comunión. Por consiguiente, es preciso pasar por el perdón solicitado de una manera incansable y concedido con generosidad, a fin de preservar la comunión. Todos los indultos no concedidos, olvidados o negados, generan, poco a poco, una montaña que hace que finalmente la pareja estalle. Cuando uno se da cuenta, es, a menudo, demasiado tarde. Debemos por tanto, pedir perdón y perdonar todos los días, porque todos los días se puede hacer daño o ser herido.

Polémicas Congreso Internacional WeAreN2016 - Todos somos nazarenos Una mujer secuestrada y convertida en esclava sexual pide auxilio: «Por favor, sálvennos del ISIS»

Congreso Internacional WeAreN2016 - Todos somos nazarenos

Una mujer secuestrada y convertida en esclava sexual pide auxilio: «Por favor, sálvennos del ISIS»
Samia Sleman se emociona al contar en el congreso WeAreN2016 
su esclavitud bajo Estado Islámico
ReL
Se está celebrando en la sede de la ONU en 

Nueva York, en defensa de la libertad 
religiosa, el Congreso Internacional WeAreN2016 
(Todos somos Nazarenos). En él se recoge el 
terrible drama que viven los cristianos y 
otras minorías religiosas en Medio Oriente, 
debido a la persecución de los extremistas 
musulmanes encabezados por el Estado 
Islámico (ISIS o Daesh).



Sálvennos del ISIS

“Por favor, sálvennos del ISIS”, clamó Samia Sleman, joven yazidí –religión considerada como adoradores del demonio por los extremistas musulmanes– durante su ponencia en el congreso, según recoge David Ramos en Aciprensa.

Samia, que fue secuestrada y convertida en esclava sexual por ISIS, denunció que estos terroristas “violaban a niñas yazidíes de 7 y 8 años y mataban a los hombres y mujeres mayores”.

Yazidíes jóvenes... son capturadas como esclavas por Estado Islámico

“Solo querían a las niñas como esclavas sexuales”, relató entre lágrimas al auditorio de la ONU. “Nos vendían o nos regalaban”.

“Solo la comunidad cristiana internacional puede salvarnos”, aseguró.

A su lado, la activista Jacqueline Isaac, que con la organización Roads of Success rescata niñas de las garras del Estado Islámico, recordó que "una niña se murió porque la violaron tantas veces que su cuerpo no pudo aguantar más”.

Yazidíes desplazadas de la guerra 

En esta primera jornada del congreso, que se extenderá hasta el 30 de abril, participó también el arzobispo católico melquita de Aleppo (Siria), Jean-Clément Jeanbart, que aseguró que a pesar de la persecución “mantenemos la esperanza cristiana”.

Jeanbart advirtió que “si no se acaba la guerra en Siria, el martirio acabará con nosotros”, al tiempo que agradeció al Papa Francisco “por alentar la paz” en ese país.

La valentía de los cristianos perseguidos
Otra de las participantes fue la hermana Guadalupe Rodrigo, misionera de las Servidoras del Señor y de la Virgen de Matará en Siria.

Los cristianos perseguidos en Medio Oriente, señaló, “rezan por las víctimas (de los atentados) en París. ¿Reza Occidente por ellos?”.

La religiosa destacó la valentía de los cristianos perseguidos, que “sonríen porque entienden que la vida es corta y hoy puede ser mi último día”. “¡Paren la guerra!”, demandó.

Todo se acabó en Aleppo con la violencia de ISIS”, lamentó, y señaló que ahora lo que ocurre es la decapitación de cristianos, “niños enterrados vivos ante sus madres por ser cristianos”.

Aún así, subrayó, “nuestros cristianos están dispuestos a dar su vida antes de renegar de Jesucristo”.

A su turno, el P. Douglas Bazi, sacerdote en Irak secuestrado por el Estado Islámico, recordó que “fui torturado solo por ser cristiano, y lo mismo pasa con mis hermanos en Medio Oriente”.

Los cristianos en la región, lamentó el P. Bazi, “estamos desapareciendo, el mundo pronto nos olvidará”.

“Yo soy sacerdote, yo no puedo perder la esperanza, pero mi pueblo la está perdiendo”, dijo.

Los padres de una asesinada del ISIS
También participaron Carl y Marsha Mueller, los padres de Kayla Jean, joven activista que fuera secuestrada, torturada, violada y asesinada por terroristas del Estado Islámico. [Lea aquí la carta que dejó Kayla Jean, llena de fe y amor].

En su ponencia, Marsha Mueller recordó que “Kayla fue brutalmente torturada por Estado Islámico durante 18 meses antes de ser asesinada en febrero de 2015”.

Los padres de Kayla Mueller difunden su testimonio de fe bajo su esclavitud con Estado Islámico

La joven, dijo su madre, “jamás se sometió al Islam, mantuvo su fe luchando por la paz y la justicia”.

El Obispo de Kafanchan (Nigeria), Joseph Danlami Bagobiri, también se presentó en el congreso WeAreN2016, advirtiendo que el 80% de persecución que se produce actualmente en el mundo es contra los cristianos.

Bernardito Auza, Observador Permanente de la Santa Sede ante la ONU en Nueva York, exhortó a la comunidad internacional a poner medios para conseguir el fin de la violencia en Medio Oriente.

Guadalupe Rodrigo, religiosa argentina que participa en WeAreN2016, cuenta en este video su testimonio en Siria

viernes, 29 de abril de 2016

Cosas que creías saber antes de ser madre


 He aquí una bonita reflexión
ante el primer domingo de mayo,
Día de la Madre.


La lista de Sendler: 3 milagros y una pequeña imagen

El relato de Irena, salvadora de más de dos mil quinientos niños judíos del gueto de Varsovia






Gerardo Rodríguez, Aleteia
Quizá pocos sepan que la “lista de Sendler” comprende más del doble que la ya mundialmente famosa “lista de Schindler”.

Mientras que en la lista de Oskar Schindler aparece el nombre de unas mil cien personas, Irena Sendler salvó a más de dos mil quinientos niños judíos del gueto de Varsovia.

Por salvar la vida de otros casi pierde la suya…
El 20 de octubre de 1943 la Gestapo irrumpe en el domicilio de Irena Sendler y efectúa un exhaustivo registro.

En ese momento llevaba consigo la lista con los nombres de todos los niños judíos rescatados del gueto de Varsovia. En medio de la angustia y la incertidumbre logra mantenerse serena y suceden tres milagros. Este es su propio relato:

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…antes de abrir la puerta, entregué la lista a Janka. Entraron once agentes, que hicieron un registro de tres horas: levantaron los suelos y acuchillaron los colchones. Durante todo ese tiempo, Janka Grabowska escondió la lista bajo las axilas; llevaba una bata muy amplia, con unas anchas mangas que lo escondían todo…”.

Ese día sucedieron tres milagros. El primero, que no descubrieron la “lista”; los niños estaban a salvo.
El segundo: ese día tenía en casa una considerable cantidad de dinero para ayudar a otras personas, con sus direcciones y partidas de nacimiento, auténticas y falsificadas. Todo eso estaba escondido debajo de mi cama, que se derrumbó durante el registro. Como los alemanes estaban tan ocupados registrando los armarios y los colchones no miraron debajo de la cama.

El tercer milagro sucedió durante el viaje a la Aleja Schuja: en el bolsillo de la chaqueta tenía una lista de los niños a los que tenía que llevar dinero al día siguiente.

Conseguí romper el papel en pequeños pedazos y tirarlos por la ventana, que no estaba del todo cerrada. Eran las seis de la mañana y los alemanes estaban medio dormidos”.

Para todo residente de Varsovia el nombre de Aleja Schuja inspiraba un sentimiento de horror y espanto. Allí justamente se encontraba el cuartel general de la Gestapo. Un lugar donde se interrogaba, se torturaba y se padecían sufrimientos inenarrables.

“Los alemanes sabían que existía una organización secreta que salvaba judíos; pero no conocían detalles, ni su nombre ni su sede. Me prometieron dejarme en libertad si lo delataba”.

Irena Sendler no habló ni delató a nadie. Las consecuencias de estas torturas las llevó durante toda su vida: le fracturaron las piernas y los pies.

De allí fue trasladada a la prisión Pawiak lo que significaba una condena a muerte. Todas las mañanas se abrían las puertas de esta prisión para llevarse a personas que nunca más regresaban.

Sin embargo la organización Zegota (“Consejo de ayuda a los judíos”) procuró rescatarla a cualquier precio: “yo era la única que sabía dónde estaba la lista de los niños salvados”.

Un soldado de las SS fue sobornado por un puñado de dólares para que la dejara en libertad y solo la “ejecutó” sobre el papel. Cuando la Gestapo tomó conocimiento de esto el soldado fue destinado al frente del este.

En la prisión de Pawiak, en medio del sufrimiento y de la desolación, encuentra la paz. Pues allí dejada sobre un colchón hay una estampa con la frase: Jezu ufam Tobie (Jesús en ti confío). La imagen que hoy todos conocemos de Jesús misericordioso.




Conservará esta estampa hasta el año 1979, con ocasión del primer viaje a Polonia de san Juan Pablo II, a quien se la enviará.

El 25 de octubre de 2003 san Juan Pablo II le escribe una carta donde destaca “sus actos, extraordinariamente valientes, durante la ocupación alemana cuando, sin tener en cuenta su propia seguridad, salvó muchos niños de morir”.

En 1965 fue nombrada “Justa entre las naciones” por el comité de Yad Vashem. Falleció el 12 de mayo de 2008, a los 98 años de edad.


El encomillado del relato personal de Irena Sendler se encuentra en el libro Cristianos contra Hitler de José M. García Pelegrin.

¿Eres madrina o padrino? ¿Sabes lo que significa? 7 ideas sobre la misión que tienes con tu ahijado





Sebastián Campos, catholic-link
Seguro que tú, al igual que yo, estás bautizado y confirmado y por lo tanto tienes madrinas o padrinos; y si has hecho bien tus tareas, alguien te ha escogido a ti para que lo seas de alguien más.

Hay muchas y lindas razones por las que alguien escoge padrinos y madrinas, ya sean los padres de un pequeño bebé que está por bautizarse o un catecúmeno adulto que lo elige voluntariamente. Siempre es un regalo para quien es llamado a ese servicio de amor, pero: ¿tenemos claro qué significa serlo?

Compadres es la forma en que nuestros padres llaman a los padrinos y cuando los eligen, algunas veces queda la duda: ¿habrán escogido padrinos o compadres? Es que a veces la afinidad, el cariño y el querer establecer lazos más permanentes con alguien, hace que los padres «den a sus hijos» de ahijados a personas con las que tienen relaciones muy estrechas. De hecho los padrinos se sienten honrados cuando se les pide que lo sean porque es una muestra de afecto y confianza muy profunda. Pero a veces el rol de padrinos y madrinas está un poco confundido y (tanto los ahijados como los padres) esperan algunas cosas que realmente no son sus reales funciones y que poco tienen que ver con el llamado que han recibido.

Seguro que muchas veces te ha tocado orientar a gente al respecto, sobre todo en la catequesis o en los grupos en los que haces apostolado. Es por esto que queremos darte algunas ideas de qué es lo que realmente debe hacer un padrino o madrina y de cuál es su misión en la vida de ese recién bautizado o confirmado, para que comprendamos qué características deben tener esas personas y cómo debe ser la relación con su ahijada o ahijado.

Si te han pedido que tu seas madrina o padrino, te invitamos a que ofrezcas esa tremenda misión al Señor, Él te dará lo necesario para acompañar a tu ahijado por el camino de la fe que Él mismo nos ha invitado a recorrer.


10 enseñanzas útiles para cualquiera, aprendidas en el trato de muchos años con enfermos graves

El Dr. J.L.Guinot las expone en: De la angustia a la serenidad

10 enseñanzas útiles para cualquiera, aprendidas en el trato de muchos años con enfermos graves
La esperanza mantiene las fuerzas para seguir adelante
cuando se tiene la certeza de no poder luchar más


El médico oncólogo José Luis Guinot lleva más de 30 años trabajando con los enfermos de cáncer. Su experiencia le ha llevado a formular 10 estrategias que ayudan al enfermo a afrontar con serenidad la enfermedad e incluso la cercanía de la muerte. De hecho, estas 10 estrategias son de una sabiduría aplicable a la vida de todos, no sólo de los enfermos. Se trata de una sabiduría de la vida que expone en su libro De la angustia a la serenidad: Acompañando al paciente con cáncer (Editorial Ciudad Nueva). 



1. Vivir el presente con intensidad
Enfrentarse al sufrimiento genera incertidumbre con respecto a lo que puede ocurrir a partir de ese momento. Esto ocurre cuando se interpreta la vida como si fuese para siempre.  Al ver acercarse nuestra muerte quisiéramos dar marcha atrás en el tiempo, volver al pasado... pero eso no puede ser. Lo que sí puede ser es cambiar el enfoque del tiempo. Y esto no es sólo para enfermos graves, sino una posibilidad para cualquier persona que tome conciencia.




“Una paciente decía: ‘no sé adónde nos llevará la vida, pero si sé que se puede vivir el ahora plenamente’”, cuenta en el libro el doctor Guinot. Por tanto, lo adecuado es vivir intensamente, cada día, cada hora y cada minuto. En definitiva, la clave es disfrutar del tiempo, un regalo olvidado.



2. Apreciar los proyectos a corto plazo
Vivir el presente implica tomar decisiones que derivan en uno u otro camino. Incluye hacer proyectos que pueden o no realizarse, que se pueden llegar a convertir en una obsesión de no llegar a cumplir las metas fijadas. A menudo estas cosas ocurren, por ejemplo, cuando se planea la jubilación o se imagina cómo será la vida en el futuro. Se vive pensando en que esas cosas llegarán por justicia... pero la vida real no sigue esos reglamentos. 



Una enfermedad o muchas otras cosas pueden llegar a truncar nuestros planes. Cada reto es un proceso que hay que superar. Un enfermo, por ejemplo, buscará objetivos más asequibles, pensando en hoy, en mañana, en el fin de semana... y no mucho más allá. Ese es el consejo que José Luis Guinot da a sus pacientes: hacer que el deseo de vivir “sea más fuerte cuando hay algo por lo que vivir”.




3. Cambiar la escala de valores
En la aparición de un cáncer, o ante una grave enfermedad, cosas que antes parecían importantísimas dejan de serlo. La escala de valores cambia. En estos momentos se comprueba qué pilares de la vida sirven como apoyo y cuáles no. El sufrimiento es una oportunidad para replantearse la vida, para aprovechar la inevitable situación para reconducir el tiempo que queda por delante. En estos momentos, se aprecia lo que de verdad vale y se aparta a un lado cualquier agobio, es una ocasión para cambiar el rumbo.



Lo sabio es, por lo tanto, recapacitar sobre nuestra esclaa de valores también cuando estamos sanos, repasar si de verdad apreciamos y aprovechamos lo verdaderamente valioso.



Fotograma de la película Bajo la misma estrella, que cuenta la historia de superación
de una chica con cáncer en la que todos los sueños son posibles



4. Valorar las pequeñas cosas
Existe una concepción errónea con respecto a los valores, dice el doctor Guinot. Se trata de la idea preconcebida de que para llegar a ser feliz hay que poseer muchas cosas. Las personas que se enfrentan a una enfermedad que implica amenaza de muerte aprenden a valorar las pequeñas cosas



Cosas tan normales y rutinarias como acompañar a los niños al colegio, preparar la comida o dar un beso de buenas noches, etc., se convierten en algo hermoso y valioso. Lo normal pasa a ser excepcionalmente apreciado, una forma de vivir intensamente el momento.



5. Buscar apoyo en la familia y amigos
No hay objetivo más importante que el ser querido. El amor de la familia y los amigos verdaderos cuando se está pasando momentos complicados es lo que permanece para siempre. Y de hecho, es la clave para la felicidad de las personas, también de las que están sanas.



La enfermedad o el peligro de muerte enseña a comprender quién está al lado del que sufre. Una de las cosas más positivas de la supervivencia es saber quién está a nuestro lado en cada etapa de la vida, también en los momentos duros. 




6. Aceptar lo inevitable
La aceptación es la clave para vivir la nueva experiencia del sufrimiento de la forma más serena posible y reconocer que hay cosas que no se pueden cambiar. 



La sociedad occidental, con su publicidad, no enseña a aceptar los límites reales de la persona, a cerciorarse de que hay fronteras que no pueden atravesarse... empezando por la muerte o la enfermedad. A veces es necesario aceptar que una enfermedad no se va a curar, o que un problema laboral, o económico, va a perdurar. Con ese realismo se evitan frustraciones y se puede dar el paso de aceptar un nuevo reto.

7. Salir de uno mismo para reducir el sufrimiento
El sufrimiento acompaña muchas etapas de una enfermedad y abarca todas las dimensiones de la persona, puesto que supone un desequilibrio en todas las facetas del hombre.




Es algo que se experimenta en primera persona y cada uno es dueño de su propio sufrimiento, que tiene significados diferentes



De lo que se trata es de no vivirlo aisladamente. Quien se centra en aliviar el sufrimiento de los demás, verá que se minimiza su propio sufrimiento. Pero no es fácil, supone esfuerzo y ejercicio particular. Por ejemplo, puede ser necesario combatir activamente nuestra irritabilidad, sabiendo que así hacemos un bien a los que nos rodean.



8. Buscar información para saber a qué enfrentarse

Cuando no se conoce lo que está por venir, la persona comienza a imaginarse cosas terribles y a ponerse en lo peor. La desconfianza y el miedo hacen que el camino sea interminable, se trata del miedo a lo desconocido.



En estas ocasiones la información resulta útil y esperanzadora porque orienta y limita los los caminos por los que va a discurrir el tiempo que está por venir. Pero mucha información puede desbordar y cegarse a lo que de verdad hay que enfrentarse. La información permite al paciente poder aumentar la sensación de control de la situación pero hay que contrastar la información, sopesando los pros y contras. Guinot cita al psicólogo Ramón Bayés, quien considera que “hay que proporcionar al enfermo en todo momento, tanta información y control como sean posibles”. Pero esto mismo puede aplicarse también a otros retos que no son la enfermedad y que encontramos en el día a día.

9. Confiar en los que saben
En el apoyo emocional la confianza y la esperanza son esenciales. En la enfermedad el paciente crea un vínculo con el médico que le trata, se pone literalmente en sus manos. También sucede con todo aquel que busca ayuda en sus retos y dificultades: dejarse ayudar implica confiar. 


La confianza es el primer paso para la curación. En el caso de los enfermos, debe ir más allá de la confianza sólo en el médico, es positivo confiar en todo el equipo que atiende al paciente. También otras personas en dificultades (sociales, emocionales, económicas) harán bien en rodearse de un grupo de amigos, profesionales o asesores de confianza, y calibrar con humildad sus consejos y ayuda.


10. Mantener la esperanza
Enfrentarse a un problema que aparentemente no tiene solución hace caer en la desesperanza. 

La esperanza mantiene las fuerzas para seguir adelante cuando se tiene la certeza de no poder luchar más. La esperanza debe mantenerse siempre al lado del sufrimiento mientras se vive la experiencia de afrontar la dificultad, es la única cura contra el miedo.

Si creemos que no vamos a poder superar un problema, será más fácil salir derrotados. "Creer tiene que ver con la fe, con la experiencia previa de que merece la pena luchar", dice el Dr. Guinot. "El creyente tiene la salvación en una esperanza que le permite mirar a un futuro desconocido con la fe que lo ha mantenido durante su vida, lo que también da paz".

(El libro del doctor José Luis Guinot, De la angustia a la serenidad: Acompañando al paciente con cáncer -17 euros, 328 páginas- puede adquirirse aquí en la Editorial Ciudad Nueva; Guinot forma parte de la Asociación Humanidad Nueva, ligada al movimiento de los Focolares, y de la asociación Viktor E.Frankl de Valencia, que reúne a profesionales y voluntarios en el apoyo ante la enfermedad y la muerte).