55. Los
enemigos huyen
(Campanas y
campanillas)
La ciudad
episcopal Sens en Francia, no muy lejos de Paris, gemía bajo el hostigamiento
del enemigo. La ciudad no estaba muy bien preparada para el asedio. Pronto los
atacantes romperían las puertas y las murallas. Entonces estarían perdidos
todos los bienes de la gente de Sens. Pero el obispo de Sens era un hombre
inteligente. Hace poco había adquirido para el campanario unas campanas
modernas. Antes se solía dar la señal para el comienzo de la Misa con matracas
y otros instrumentos de madera. Ahora sería posible de despertar a los
"bellos durmientes" con mayor eficacia. Estas nuevas campanas las
había recibido probablemente desde Irlanda.
El obispo
envió a su sacristán a la catedral para que toque las campanas. Esto producía
un sonido, un eco como si centenares de soldados golpeaban sus escudos. Los
enemigos escucharon los campanazos. No veían de dónde salía este ruido.
Entonces creyeron que un ejército de fantasmas estaba bajando a la tierra.
Primero quedaron inmóviles como petrificados. Luego comenzó a correr uno, luego
otro, luego otro, al final todos corrieron huyendo a desbandadas. La ciudad
Sens había sido liberada por las campanas.
Por lo
demás, las "campanas" de madera o instrumentos de madera para llamar
a la gente se utilizan aun hoy en día: en los conventos tibetanos y en templos
del lejano oriente, en fin, también en teatros y castillos. También se utilizan
entre nosotros el viernes santo cuando en lugar de las campanas se tocan las
matracas.
Antes que
se fundieran las grandes campanas para las torres de las iglesias se solía
colgar una campanilla sobre el arco del coro de la iglesia. La cuerda llegaba
hasta el coro.
El acólito estaba
de rodillas detrás del sacerdote, con la mano izquierda sostenía la casulla y
con la derecha hacía sonar la campanita. Luego pensaban que era muy complicado.
Si fundió una campanilla para colgarla dentro del coro. Pero también esto era
muy complicado. Entonces inventaron la campanilla que se puede llevar de un
lugar al otro.
Hoy en día
estamos en contra de las campanas. Durante la guerra sacaron las campanas para
hacer cañones. Los que duermen largo en las ciudades ponen todo en movimiento
para que no se toque las campanas ni temprano, ni tarde, ni demasiado
prolongadamente. Algunos párrocos creen que se debe tocar lo menos posible.
Ciertamente
las campanas y la campanilla siguen siendo las que llaman a los que están
dormidos. Los hay dentro y fuera de la Iglesia. Pero ya no llaman a la gente al
cielo, mas bien quisieran llamar a los ángeles y a los santos y a Cristo a la
tierra. Quisieran honrar a Cristo quien viene para rezar con nosotros, para
hablarnos, para ser nuestro sacrificio y banquete.
Por eso se
toca la campana antes de la Misa, a la entrada. Deberían tocarse al evangelio y
la consagración. Los que no pueden ir a Misa pueden seguir su desarrollo paso a
paso.
"Viene
Cristo" cantan las campanillas que se llevan en la procesión, canta la campanilla
que precede la procesión del sacerdote que lleva el santísimo sacramento al
enfermo, como es cada vez menos frecuente también en la campiña.
Sucedió una
vez que el emperador Rodolfo de Habsburgo estaba de caza y se encontró con una
campanilla así. Bajó del caballo, hizo que el sacerdote que llevaba el
santísimo sacramento montara. Como un criado guiaba el caballo. La campanilla
cantaba las alabanzas del Rey Cristo, pero también la del emperador que era tan
reverente.
Así de
modesto, de noble deberíamos hacer sonar las campanas y campanillas para que
sean un canto en honor de Jesús quien despierta a todos los corazones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario