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domingo, 1 de agosto de 2021

Campanas llaman a y en la celebració





55. Los enemigos huyen
(Campanas y campanillas)

La ciudad episcopal Sens en Francia, no muy lejos de Paris, gemía bajo el hostigamiento del enemigo. La ciudad no estaba muy bien preparada para el asedio. Pronto los atacantes romperían las puertas y las murallas. Entonces estarían perdidos todos los bienes de la gente de Sens. Pero el obispo de Sens era un hombre inteligente. Hace poco había adquirido para el campanario unas campanas modernas. Antes se solía dar la señal para el comienzo de la Misa con matracas y otros instrumentos de madera. Ahora sería posible de despertar a los "bellos durmientes" con mayor eficacia. Estas nuevas campanas las había recibido probablemente desde Irlanda.

El obispo envió a su sacristán a la catedral para que toque las campanas. Esto producía un sonido, un eco como si centenares de soldados golpeaban sus escudos. Los enemigos escucharon los campanazos. No veían de dónde salía este ruido. Entonces creyeron que un ejército de fantasmas estaba bajando a la tierra. Primero quedaron inmóviles como petrificados. Luego comenzó a correr uno, luego otro, luego otro, al final todos corrieron huyendo a desbandadas. La ciudad Sens había sido liberada por las campanas.

Por lo demás, las "campanas" de madera o instrumentos de madera para llamar a la gente se utilizan aun hoy en día: en los conventos tibetanos y en templos del lejano oriente, en fin, también en teatros y castillos. También se utilizan entre nosotros el viernes santo cuando en lugar de las campanas se tocan las matracas.

Antes que se fundieran las grandes campanas para las torres de las iglesias se solía colgar una campanilla sobre el arco del coro de la iglesia. La cuerda llegaba hasta el coro.

El acólito estaba de rodillas detrás del sacerdote, con la mano izquierda sostenía la casulla y con la derecha hacía sonar la campanita. Luego pensaban que era muy complicado. Si fundió una campanilla para colgarla dentro del coro. Pero también esto era muy complicado. Entonces inventaron la campanilla que se puede llevar de un lugar al otro.




Hoy en día estamos en contra de las campanas. Durante la guerra sacaron las campanas para hacer cañones. Los que duermen largo en las ciudades ponen todo en movimiento para que no se toque las campanas ni temprano, ni tarde, ni demasiado prolongadamente. Algunos párrocos creen que se debe tocar lo menos posible.

Ciertamente las campanas y la campanilla siguen siendo las que llaman a los que están dormidos. Los hay dentro y fuera de la Iglesia. Pero ya no llaman a la gente al cielo, mas bien quisieran llamar a los ángeles y a los santos y a Cristo a la tierra. Quisieran honrar a Cristo quien viene para rezar con nosotros, para hablarnos, para ser nuestro sacrificio y banquete.

Por eso se toca la campana antes de la Misa, a la entrada. Deberían tocarse al evangelio y la consagración. Los que no pueden ir a Misa pueden seguir su desarrollo paso a paso.

"Viene Cristo" cantan las campanillas que se llevan en la procesión, canta la campanilla que precede la procesión del sacerdote que lleva el santísimo sacramento al enfermo, como es cada vez menos frecuente también en la campiña.

Sucedió una vez que el emperador Rodolfo de Habsburgo estaba de caza y se encontró con una campanilla así. Bajó del caballo, hizo que el sacerdote que llevaba el santísimo sacramento montara. Como un criado guiaba el caballo. La campanilla cantaba las alabanzas del Rey Cristo, pero también la del emperador que era tan reverente.

Así de modesto, de noble deberíamos hacer sonar las campanas y campanillas para que sean un canto en honor de Jesús quien despierta a todos los corazones.




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