El gran guitarrista flamenco Sabicas, captado por René Robert en 1983. En Francia formaba parte de la «intelectualité » aunque por su carácter reservado siempre quería quedar en segundo plano.
Sin embargo, la noche del 20 de enero , mientras paseaba por la icónica Place de la Republique, en el centro de París, cerca de su casa de la calle Tubigo, se desplomó en el suelo. Nadie, absolutamente nadie, le prestó atención. La temperatura alcanzó los 4,5 grados de frío . Nueve horas después , a las 6.30 de la madrugada, un transeúnte (indigente, por cierto) llamó a los servicios de emergencia. No hubo nada que hacer: René Robert «yacía en el suelo, con traumatismo craneoencefálico y sangre». Con hipotermia avanzada, más tarde fue declarado muerto en el hospital de Cochin.
Cuando una lee la noticia, el corazón se le queda helado. Ayer no hubo medio de comunicación que no se hiciera eco de este suceso. La noticia habla mal de nosotros, de nuestra sociedad que se aparta de las personas. ¿Por miedo, por desconfianza, por indiferencia? Quién sabe. Pero, sea como sea, es una bofetada al estado del bienestar y a la Europa de las raíces cristianas porque esto no tiene nada de cristiano. Si Europa no estuviera olvidando sus raíces…
No podemos acostumbrarnos a hechos como este, no podemos pasar página y pensar mañana ya en otra cosa. No podemos cerrar la noticia y andar tras la siguiente novedad que nos brinden las redes sociales.
Qué hago para que esto no suceda
Por un instante, parémonos a considerar qué ha ocurrido y qué podemos hacer para que no vuelva a suceder algo así. En mi entorno:
¿Qué atención presto a las personas mayores?
¿Estoy dejando a alguien de lado?
¿Procuro atender a los que se encuentran en soledad?
El Papa Francisco no deja de lanzar mensajes contra la «cultura del descarte», el abandono de los más frágiles. El descarte es una forma de exclusión, de eliminación. El mismo Francisco lo ha considerado un pecado y lo ha comparado con el Holocausto.
Los ancianos y las personas que (mal)viven solas están en situación de vulnerabilidad seguro. ¿Cómo hacemos para tratarlos como merecen, con respeto y cuidado?
La discriminación es una forma de egoísmo, pongámosle el nombre que queramos. ¿Tal vez fue la aporofobia (rechazo al pobre) lo que hizo que nadie se acercara a René Robert, tirado en la calle? ¿Tal vez el miedo al contagio de COVID? ¿O las prisas y el dejar que sea otro quien cargue con la responsabilidad? Resuena aquella frase de Caín:
«¿Acaso yo soy el guardián de mi hermano?».
A lo que Dios respondía:
«¿Qué has hecho? ¡Escucha! La sangre de tu hermano grita hacia mí desde el suelo.»
Por mucho que miremos para otro lado, la imagen de René Robert tendido en el suelo debería quedar en nuestra retina para que nos propongamos como ciudadanía que algo así no vuelva a ocurrir. ¿A quién no le suena la parábola del buen samaritano? ¿Y con qué personaje nos deberían identificar?
Robert fue un gran fotógrafo del flamenco precisamente porque sabía pasar el tiempo que fuera necesario mirando a una persona hasta captar la mejor instantánea. Nosotros, ¿no hemos sabido estar ni un segundo ante su cuerpo necesitado de ayuda?
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