Invitamos a los matrimonios y a personas interesadas en una familia feliz, a leer y asimilar pasajes de la Exhortación pontifical 'Amoris laetitia' del Papa Francisco.
Los
primeros años del matrimonio
219. Recuerdo un refrán que decía que el agua estancada se
corrompe, se echa a perder. Es lo que pasa cuando esa vida del amor en los
primeros años del matrimonio se estanca, deja de estar en movimiento, deja de
tener esa inquietud que la empuja hacia delante. La danza hacia adelante con
ese amor joven, la danza con esos ojos asombrados hacia la esperanza, no debe
detenerse. En el noviazgo y en los primeros años del matrimonio la esperanza es
la que lleva la fuerza de la levadura, la que hace mirar más allá de las
contradicciones, de los conflictos, de las coyunturas, la que siempre hace ver
más allá. Es la que pone en marcha toda inquietud para mantenerse en un camino
de crecimiento. La misma esperanza nos invita a vivir a pleno el presente,
poniendo el corazón en la vida familiar, porque la mejor forma de preparar y
consolidar el futuro es vivir bien el presente.
220. El camino implica pasar por distintas etapas que
convocan a donarse con generosidad: del impacto inicial, caracterizado por una
atracción marcadamente sensible, se pasa a la necesidad del otro percibido como
parte de la propia vida. De allí se pasa al gusto de la pertenencia mutua,
luego a la comprensión de la vida entera como un proyecto de los dos, a la
capacidad de poner la felicidad del otro por encima de las propias necesidades,
y al gozo de ver el propio matrimonio como un bien para la sociedad. La
maduración del amor implica también aprender a «negociar». No es una actitud
interesada o un juego de tipo comercial, sino en definitiva un ejercicio del
amor mutuo, porque esta negociación es un entrelazado de recíprocas ofrendas y
renuncias para el bien de la familia. En cada nueva etapa de la vida
matrimonial hay que sentarse a volver a negociar los acuerdos, de manera que no
haya ganadores y perdedores sino que los dos ganen. En el hogar las decisiones
no se toman unilateralmente, y los dos comparten la responsabilidad por la
familia, pero cada hogar es único y cada síntesis matrimonial es diferente.
De la Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Capítulo VI De la
Exhortación ‘Sobre el Amor en la Familia’ (Algunas Perspectivas Pastorales)
Recemos Ante la Promesa de Jesús
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